Antonio Gades: La mirada y el cuerpo


Texto de la presentación del libro "Antonio Gades y el Cine", de Adolfo Dufour Andía, efectuada el 9 de julio de 2024 en la Academia de Cine: 

·     Los buenos libros vienen a ser como los hojaldres de diversas capas, donde se funde cada una con otra de mejor sabor, como sucede en este libro. Un libro que sostiene fehacientemente la idea básica de Adolfo Dufour, no antes muy aceptada, de que, además de un bailaor y coreógrafo único, “Antonio Gades me parece un excelente actor. Conmueve, emociona, siente, sabe estar en escena. Lástima de carrera tan corta en el cine”. Una carrera de catorce títulos, comprendidos entre 1963, con “Los Tarantos”, y 1986, con su segundo “Amor Brujo”.

 Esa opinión de que Gades era un notable actor también yo la comparto. Porque disponía de los dos atributos básicos de cualquier gran actor o actriz: una mirada peculiar, penetrante, directa; y un dominio especial del cuerpo, nacido de su condición de bailaor o bailarín. Como lo demuestran, sobre todo, sus trabajos alejados de la danza, muy distintos a él, en “Con el viento solano” y “Los días del pasado”, en este caso ya con su auténtica voz.

El título del libro (editado por Atrapasueños), que parece tan sencillo, revela bien su contenido: no es una biografía de Antonio Gades, aunque contenga elementos biográficos, sino de su relación con el cine hasta sus últimos detalles, sin dejar ningún título fuera, por breve que fuera su aparición. Además, el texto aborda múltiples aspectos relativos al cine, la cultura y la sociedad española en general.

* Así, no solo de Gades y el cine habla el libro, también de cosas tan dispares, y que lo enriquecen, como de los vergonzantes pactos entre Estados Unidos y España a propósito de “En busca del amor”, de Jean Negulesco; o de la cultura de la posmodernidad, con una muy lúcida reflexión sobre ella, cuando escribe de “Con el culo al aire”, de Carles Mira; o de los nombres fundamentales de aquel “Nuevo Cine Español” en que se integra “Último encuentro”, de Antonio Eceiza; o de la Escuela de Barcelona y la “Gauche Divine” al bucear en “Lejos de los árboles”, de Jacinto Esteva, por poner solo unos cuantos ejemplos.

En "Con el viento solano", de Mario Camus (1965)

Porque Adolfo Dufour compone su libro como un collar en que una perla conduce a otra o, si prefieren, como un racimo de cerezas donde cada una de ellas invita a disfrutar de la siguiente. Cada paso es un ejercicio de documentación e información sobre todo aquello que va surgiendo al paso de una película, sin olvidar ningún aspecto que desarrollar, ningún nombre sobre el que incidir, ningún tema colateral que pudiera ser considerado menor. 

* De ahí que, además de los excelentes capítulos dedicados a las dos principales películas en que intervino Antonio Gades, las citadas “Con el viento solano” (1965) y “Los días del pasado (1977), ambas de Mario Camus, sean de gran brillantez los que se centran en adaptaciones de uno u otro signo. Caso del análisis que efectúa Dufour de la inmortal trilogía de Saura-Gades, en la segunda parte del libro, donde tanto “Bodas de sangre” como “Carmen” y “El amor brujo” aparecen exhaustivamente tratadas desde sus orígenes literarios, teatrales u operísticos, lo que también sucede en la versión de “El amor brujo” que dirigiese Rovira-Beleta. 

* Por su significado, quiero traer a colación dos citas que figuran en el libro. Una del propio Gades, de 1996, sobre su centro del mundo, la danza: “No vives para la danza, sino que la vida te hace danzar. Se olvida que el baile no es un ejercicio, el baile es un estado anímico que sale a través de un movimiento. Por eso mi Compañía está humanizada. Hay gordos y flacos, calvos, altas, con tetas gordas, sin tetas; es un pueblo que baila, no son bailarines que imitan a un pueblo. El baile no son los pasos, la danza es lo que hay entre paso y paso”.

* Otra cita de Carlos Saura, con la que también se cierra el texto del libro: “Es estimulante trabajar con un ser especialmente dotado para lo que hace, un privilegiado capaz de inventar y avanzar allí donde los demás siguen caminos trillados por comodidades y rutinas… Si artista es quien tiene la habilidad, la destreza y el talento para hacer bien una cosa, son precisamente esos, y muchos más, los atributos de Gades”.

En "Los días del pasado", de Mario Camus (1977)
 
* Y como en un eco final, dejemos en el aire la cita del Eclesiastés con la que se iniciaba “Los días del pasado”: “Las arenas del mar, las gotas de la lluvia y los días del pasado…,¿quién podrá contarlos?”… Adolfo Dufour lo ha conseguido con este libro. Les invito a comprobarlo.

 

El triunfo de un cine sencillo

 

Sean Baker, con su Palma de Oro por "Anora"

Frente a un cine complejo, alambicado e incluso difícil de entender, el Jurado de Cannes ha optado para la Palma de Oro por una película de características totalmente contrarias, ‘Anora’, de Sean Baker, de gran sencillez y capacidad de comunicación con el público. Un poder de comunicación que se comprobó en el pase oficial del film que, como señalamos en la crónica del día de su proyección, provocó en numerosas ocasiones las risas de los espectadores, como excepción de un programa marcado por lo grave y enjuto de sus temáticas. Así, esta Palma de Oro viene a premiar ese cine de calidad capaz de atraer, al tiempo, a una numerosa audiencia hacia las taquillas.

Particularmente, mi opinión sobre ‘Anora’ (nombre de la protagonista, aunque prefiere que la llamen Annie) es que tiene una primera parte formidable, muy divertida, para caer posteriormente su frenético ritmo antes de entrar en un tono final casi de parodia. La “contrahistoria” de ‘Pretty Woman’, con su prostituta o “escort” formando pareja con un riquísimo hijo de la oligarquía rusa, a cuyo matrimonio entre ambos se opondrá radicalmente la familia del muchacho, muestra la potencia empática y la habilidad de Sean Baker al narrarla, como ya sucediese en aquel ‘The Florida Project’ que le diese a conocer en 2017. Pero no siempre puede mantener su película a la altura del alto listón que él mismo se ha marcado, y ese su principal obstáculo.

El resto de las decisiones del Jurado Internacional tiene el error decisivo de haber dejado a Mohammad Rasoulof y su ‘La semilla de la higuera sagrada’ con un simple Premio Especial que suena a componenda y a querer quedar bien tanto con el cineasta iraní exiliado como con el propio certamen, que se atrevió a programarla. Por el contrario, su máximo acierto es situar en órbita, con el Gran Premio del Festival, a la cineasta india Payal Kapadia y su ‘Todo lo que imaginamos como luz’, cuya valía ya destaqué en la pasada crónica. También realzar al portugués Miguel Gomes con el Premio al Mejor Director supone una apuesta por una propuesta personal e imaginativa como la desarrollada en ‘Grand Tour’.

Foto de familia de premiados en Cannes 2024, entre ellos George Lucas

Sin embargo, aunque me alegre mucho por la española Karla Sofía Gascón, la primera mujer “trans” en lograr acceder al Palmarés de Cannes, el galardón a la Mejor Actriz que comparte con las otras intérpretes de ‘Emilia Pérez’, el musical de Jacques Audiard, lo considero fuera de lugar por el disparate que constituye el film en su integridad, que obtiene asimismo un Premio del Jurado. Mientras que la recompensa a Mejor Actor otorgado a Jesse Plemons por ‘Kinds of Kindness’, de Yorgos Lanthimos, más parece responder a la cantidad de su trabajo, ya que actúa en los tres episodios que la componen, que no a su calidad.

Que un alguien se atreva a no premiar al autor griego, por más que sea mediante persona interpuesta, parece lejos de la actual realidad festivalera. Sí han quedado fuera del Palmarés nombres tan ilustres como los de Coppola, Cronenberg, Schrader, Sorrentino, Jia Zhang-ke o Andrea Arnold. Pero como cabía temer, y anuncié en su momento, la “gore” ‘The Substance’ ha accedido a él, nada menos que destacándola como Mejor Guion, lo que supone un verdadero atentado al sentido común.

Pese a haber mejorado notablemente en su segunda mitad, la calidad media de esta 77 edición de Cannes ha resultado muy inferior a la excepcional del pasado año. Si ustedes lo siguen queriendo, volveremos a encontrarnos en la de 2025.


(Publicado en "El Norte de Castilla", 27 de mayo de 2024).



Apoteosis de Rasoulof en Cannes

 

Una grandísima ovación acogió la llegada de Mohammad Rasoulof a la Gran Sala del Festival para presentar ‘La semilla de la higuera sagrada’. Escapado de Irán este mes tras haberle sido impuesta una nueva condena de ocho años por, oficialmente, “atentar contra la seguridad nacional” con motivo de las manifestaciones femeninas de 2023, su aparición en Cannes significaba la primera vez que lo hacía públicamente. Y si la entrada en el recinto fue espectacular, mucho más lo sería el final de la proyección, con dos mil personas puestas en pie vitoreándole a él y a la parte del equipo que había podido salir de su país (no así la pareja protagonista) durante largos minutos. Al término de los cuales, Rasoulof manifestó su creencia en que “la dictadura acabará cayendo”. Ha sido una de esas sesiones que quedarán en la memoria del Festival.

"La semilla de la higuera sagrada", de Mohammad Rasoulof

Clara metáfora sobre la actual situación iraní, ‘La semilla…’ se centra en la figura de un juez instructor del Tribunal Revolucionario de Teherán que se obsesiona con la pérdida de su pistola, de la que achaca a su mujer y sus dos hijas. Pero ocasión habrá de hablar de este excelente film, debido a un cineasta que en Valladolid se conoce bien, porque la Semana le dedicó en 2018 un ciclo muy completo y un importante libro. Por ahora, su décima película ya es la favorita para alzarse con la Palma de Oro de la 77 edición.

También notable ha sido el retorno de India a la Competición de Cannes después de treinta años, como anunciaba en la crónica de ayer. La película elegida lleva por título internacional ‘As we Imagine as Light’ (‘Todo lo que imaginamos como luz’) y está escrita y dirigida por la joven cineasta Payal Kapadia, quien ya lograse aquí en 2021 el Premio al Mejor Documental por ‘Toda una noche sin saber nada’. Se sitúa el film en la ciudad más poblada de la India, que se llamó Bombay hasta que en 1995 se le cambió el nombre por el Mumbay, en honor a la diosa Mumba Devi.

"Todo lo que imaginamos como luz", de Payal Kapadia

Entre sus más de veinte millones de habitantes, Payal Kapadia elige a tres amigas enfermeras a las que vamos conociendo progresivamente: una, cuyo marido emigró a Alemania; otra, con un novio musulmán con quien busca la manera de hacer el amor; la tercera, que decide regresar a su pueblo natal, viaje al que van con ella sus compañeras. Pero quizá lo de menos es el relato en sí mismo, unido a un claro homenaje a la lluviosa ciudad por parte de la realizadora, sino la forma en que lo aborda, con una delicadeza que cabría calificar de “típicamente femenina” y acertado pulso narrativo. Todo un descubrimiento.

En el extremo opuesto se sitúa ‘L’amour ouf’ (juego de palabras sobre ‘L’amour fou’), de Gilles Lellouche, sin duda la película más tramposa de la Sección Oficial. Explicarles el porqué de esta calificación llevaría un espacio que el film no merece y tendría que descubrir alguna de sus claves ocultas. Baste con decir que este tercer largometraje del francés Gilles Lellouche rebosa deshonestidad por todos sus poros al narrar una tópica historia, en dos tiempos, de “bandido enamorado” y mujer rendida a sus encantos pese a cualquier circunstancia adversa. Lamentable.

Déjenme terminar con un pálpito: el Jurado va a situar muy alto en su Palmarés no solo al film de Rasoulof sino también a ‘Megalópolis’, en reconocimiento a la carrera de Coppola… Y hablando de premios, hay que congratularse con el merecido de Mejor Película Europea de la Quincena de Cineastas a ‘Volveréis’, de Jonás Trueba.


(Publicado en "El Norte de Castilla", 25 de mayo de 2024).


Encuentro con el cine en portugués

 

"Grand Tour", de Miguel Gomes

Ya sin el eterno Manoel de Oliveira, son Pedro Costa y Miguel Gomes los dos cineastas portugueses más reconocidos internacionalmente. El segundo de ellos presenta en la Competición de Cannes una peculiar película, ‘Grand Tour’, a base de imágenes documentales de varias ciudades orientales, pero con interiores rodados íntegramente en Roma y Lisboa. Por esas ciudades se desarrolla el viaje de un funcionario del Imperio Británico que, en la Birmania de 1917, va huyendo de su novia, a la que no ve hace seis años pero con la que se ha comprometido a casarse, de lo que ahora se arrepiente. La mujer piensa exactamente lo contrario y persigue sin cesar a quien desea a toda costa que sea su marido. Curiosa trama, en blanco y negro la mayor parte y que recuerda mucho al cine mudo, lo que queda facilitado por la estupenda interpretación que de la protagonista efectúa la actriz Crista Alfaiate.

No es ‘Grand Tour’ una película para todos los paladares, y los cinéfilos vallisoletanos me entenderán si digo que es del gusto, sobre todo, de una revista especializada del estilo de ‘Caimán’. De hecho, es una “rara avis” en la programación oficial de Cannes, que ya conocía a Miguel Gomes en la antes llamada Quincena de Realizadores mediante su trilogía ‘Las mil y una noches’, aunque su título más destacado hasta ese momento era la muy notable ‘Tabú’, premiada en la Berlinale 2012 y exhibida comercialmente en España. Originalidad y fantasía son, en definitiva, los dos atributos principales de este autor.

"Motel Destino", de Karim Aïnouz

No puede decirse lo mismo de ‘Motel Destino’, también en Competición Oficial, con la que el ya veterano brasileño Karim Aïnouz decepciona profundamente. Esos cinéfilos vallisoletanos a los que antes aludía, recordarán un film suyo anterior, ‘La vida invisible de Eurídice Gusmäo’ que en nuestra querida Semana de 2019 obtuvo la Espiga de Plata y el Premio “ex aequo” a sus dos actrices principales. Bueno, pues que vayan perdiendo cualquier esperanza: ‘Motel Destino’ es solo la vulgar muestra de un sórdido establecimiento hotelero donde sus ocupantes buscan ante todo sexo fácil, facilitado por un trío protagonista cuyas pasiones eróticas también se desatan al incluir a un empleado que se esconde allí durante una temporada.

Nada menos que una coproducción brasileña-franco-germano-británica-australiana es este ‘Motel Destino’, que no merecía tanto empeño. Pero tampoco es un caso único, una mayoría de los films que se ven en Cannes son coproducciones multipartitas, siempre que, eso sí, esté por medio Francia. Otro ejemplo: ‘Todo lo que imaginamos como luz’, la obra con la que India vuelve a la Sección Oficial después de tres décadas, nace de un acuerdo franco-indo-neerlandés-luxemburgués-italiano… Signo de los tiempos, en que cada vez se requieren más complicidades y comités decisorios para poner en pie una producción independiente.

De ello se ha hablado mucho en el Mercado del Film que se celebra de forma paralela al Festival, pero que ha terminado, con una presencia récord de 15.000 participantes, que se dice pronto, mil más que el pasado año. Lo que supone un alivio para el sobresaturado Cannes, aunque en él todavía permanecemos cerca de 5.000 informadores. Mercado que, en el caso francés, está hoy encantado con el éxito de ‘Un p’tit truc en plus’ (con ya más de tres millones de espectadores), una flagrante imitación del ‘Campeones’ de Javier Fesser.


(Publicado en "El Norte de Castilla", 24 de mayo de 2024).


Cuando lo bonito se opone a lo bello...

 

Seleccionado nada menos que siete veces para la Competición Oficial de Cannes, Paolo Sorrentino presenta esta vez ‘Parthenope’, que ante todo pretende ser un canto a su ciudad natal de Nápoles. Y lo hace a su manera, en breves episodios que van conformando la película, unidos por la presencia del personaje que lleva el título del film. Si recuerdan, ya utilizó este mismo recurso en su mejor obra, ‘La grande bellezza’, con la que esta última conserva claro parentesco en sus mejores momentos. Donde siempre aparece la joven actriz Celeste Dalla Porta, ante la que se siente visiblemente fascinado y que recuerda –sobre todo en su sonrisa– a Aitana Sánchez-Gijón.

"Parthenope", de Paolo Sorrentino

El problema con Sorrentino es que se gusta demasiado a sí mismo, que es capaz de cualquier cosa para componer un plano bonito, lo que no es precisamente sinónimo de bello, sino la mayoría de las veces lo contrario. Encuadres forzados, ralentís frecuentes, luminosidad llamativa, son elementos con los que él juega de manera continua. Pero belleza había en las imágenes de un Visconti o un Fellini, de quien Sorrentino desearía ser heredero directo, pero no en lo relamido y rebuscado de lo bonito, que es el principal lastre, una vez más, de esta ‘Parthenope’. Claro que hay momentos espléndidos, situaciones de gran atractivo, aunque siempre discontinuas, solo enlazadas por la citada protagonista, sobre la que gravita el suicidio de un ser querido. El día en que Sorrentino deje de creerse un genio, el cine habrá ganado un director de primera fila.

No de esa personalidad disfruta ‘Marcello mio’, de Christophe Honoré, también en Competición Oficial, cuya originalidad se limita a una única idea: que, en el Centenario del nacimiento del gran Marcello Mastroianni, sea su hija Chiara Mastroianni (que tuvo con Catherine Deneuve) quien se empeñe en encarnar al actor, con el que guarda indudable parecido. Tal obsesión, que alude al condicionamiento de la filiación y a la representación de un determinado papel público, no da para mucho más que introducir en esa propuesta a una serie de nombres conocidos del cine francés, en concreto a la propia Deneuve, Fabrice Luchini o Nicole Garcia.

Al menos se trata del homenaje que se rinde a una figura básica, todo lo contrario de cómo quedan reflejados en ‘Maria’, biografía de la actriz Maria Schneider, tanto Bernardo Bertolucci como Marlon Brando, a quienes se hace claramente responsables de la violación de la joven actriz en la famosa escena de la sodomización de ‘El último tango en París’. Hecho nunca demostrado fehacientemente y negado por ambos (aquí Bertolucci posee los rasgos de un “latin lover” y Matt Dillon remeda a Brando), sin embargo se da por incontestable en este mediocre film de Jessica Palud, que ha tenido el error de incluir la sección paralela Cannes Première.

"Anora", de Sean Baker

Y aunque no se lo crean, nos hemos reído en el Festival gracias a una comedia agridulce de Sean Baker, ‘Anora’, quien se diese a conocer aquí en la entonces Quincena de Realizadores (ahora, de Cineastas) con ‘The Florida Project’. La relación entre una “trabajadora sexual” y el riquísimo hijo de un potentado ruso que posee una gran mansión en Nueva York, da origen a un desarrollo posterior que –¡lástima!– no conserva ni la frescura ni el frenético ritmo de su tramo inicial. Donde se demuestra que mantener viva una comedia supone un esfuerzo creativo solo al alcance de los más grandes.


(Publicado en "El Norte de Castilla", 23 de mayo de 2024).


Trump y Limonov, personajes en la pantalla

 

"The Apprentice", de Ali Abbasi

Cuando un personaje real es abordado por una película, se presupone que es para profundizar en él y arrojar luz sobre su trayectoria. Así se esperaba de ‘The Apprentice’ al referirse al ascenso hacia el poder (todavía solo económico, no político) de Donald Trump. Pues no, el film del realizador iraní afincado en Dinamarca Ali Abbasi no aporta apenas nada que no supiéramos sobre tan funesto Presidente, y su trama se resuelve de forma plana por las diversas fases que Trump va cumpliendo, sobre todo tras la inauguración de su famoso hotel neoyorquino. En todo caso, Abbasi, a quien se debían dos buenos films como ‘Border’ y ‘Holy Spider’, tiene el acierto de destacar la influencia en él de un “conseguidor” como Roy Cohn, gracias también a la buena interpretación que hace Jeremy Strong, muy conocido por su Kendall Roy de la serie ‘Sucesión’. Pero poco más que eso.

Tampoco el cineasta ruso, exiliado en Berlín desde la invasión de Ucrania, Kirill Serebrennikov va demasiado lejos en su reflejo del escritor, activista y provocador Édouard Limonov. Su película es tan desleía como decoloradas sus imágenes, más preocupado el buen director de ‘La mujer de Tchaikovsky’ en la ambientación del recorrido de su protagonista por Moscú, París o Nueva York que en penetrar psicológicamente en él. Tras más de dos horas y cuarto de proyección, ‘Limonov-The Ballad’ no conocemos de este desagradable personaje, violento, egocéntrico y desconcertante, mucho más que su físico. Emmanuel Carrère (que aparece en la película como un periodista) lo hizo notablemente mejor en su libro sobre Limonov, de 2011.

"Caught by the Tides", de Jia Zhang-ke

De mucha mayor valía es ‘Caught by the Tides’, cuyo título original parece aludir a una ‘Generación romántica’ o ‘Generación a la deriva’, del prestigioso director chino Jia Zhang-ke. Superada la cincuentena, ha participado frecuentemente en Cannes con films significativos como ‘Más allá de las montañas’ o ‘Un toque de violencia’, además de ganar el León de Oro de Venecia por ’Naturaleza muerta’. Ahora, su trabajo tiene la peculiaridad de estar rodado en dos etapas con veinte años de distancia entre sí, al afrontar la historia de una pareja que transita de manera muy distinta por este largo tiempo, para lo que hasta ha aprovechado descartes de otros films suyos. Con sus habituales intérpretes, Li Zhubin y Zhao Tao, traza una historia de amor y separación, pero dando prioridad al principal tema de ‘Caught by the Tides’, ya habitual en el reciente cine chino: la cartografía de un país que ha cambiado radicalmente de piel, con sus inmensos pantanos, sus rascacielos, sus ciudades plagadas de franquicias, su poderío económico, que tanto ha influido en los millones que lo habitan.

Por circunstancias personales, me siento muy condicionado a la hora de escribir sobre ‘The Shrouds’ (‘Los sudarios’), en la que David Cronenberg se atreve, una vez más, con el tema de la muerte, de los seres que desaparecen y de la profunda huella que dejan en quienes sobreviven. Su protagonista, que no puede superar el duelo por el fallecimiento de su mujer a causa de un cáncer, inventa un sistema por el cual conocer el estado de los cadáveres enterrados. Puro Cronenberg, tanto en la potencia de unas imágenes graves, a menudo sensuales y siempre sugerentes, como en la incógnita del sentido final de la narración, que deja a la opción individual de cada espectador.


(Publicado en "El Norte de Castilla", 22 de mayo de 2024).

 


Jonás Trueba muestra el único largo español en el certamen

 

No puede ser más minúscula la representación española en el primer Festival del mundo, limitada a solo un largometraje de nueva producción, ‘Volveréis’, de Jonás Trueba, seleccionada por la Quincena de Cineastas. Y digo lo de “nueva” porque también ha estado una copia muy bien restaurada de ‘Tasio’, el film de Montxo Armendáriz, en Cannes Classics, sección destinada a este tipo de recuperaciones. Mientras que en la Semana de la Crítica aparece el mediometraje ‘Las novias del Sur’, de Elena López Riera. Súmese a ello la presencia de Juan Antonio Bayona en el Jurado Internacional que preside Greta Gerwig, la directora de ‘Barbie’; el buen trabajo al que nos referimos ayer de Karla Sofía Gascón en ‘Emilia Pérez’; algunas coproducciones minoritarias o financieras, y tendremos el resumen de nuestra presencia en el certamen. De los años en que, sin duda, ha sido más escasa aquí la huella del cine español.

"Volveréis", de Jonás Trueba

Por lo menos, ‘Volveréis’ ha sido muy bien recibida, con un aplauso repetido al final de la primera proyección, dedicada especialmente a la Prensa. Partiendo de la base de que “el cine puede hacernos mejores”, con citas específicas a Bergman, Truffaut, la comedia clásica norteamericana e incluso a su padre (que juega un importante papel como actor), Jonás Trueba cuenta una aparente historia de desamor que realmente lo es de amor. La idea expresada desde el comienzo del film, la de una pareja que se separa después de 14 o 15 años de feliz convivencia y decide montar una fiesta para celebrarlo, es su “leit motiv”, su razón de ser a lo largo de casi dos horas del cine cálido y cercano que es marca de su autor.

El hecho de introducir el cine dentro del cine, con la duda para el espectador de si lo que se está contando corresponde a la vida de los personajes o a una película de su protagonista femenina en proceso de montaje, así como un final que no acaba de producirse, constituye lo menos convincente de este ‘Volveréis’ con el que el más pequeño de la saga de los Trueba se asoma con éxito a un panorama tan poco fácil de acceder a él como el de Cannes.

"The Substance", de Coralie Fargeat

Por otra parte, y conforme a una práctica habitual, la 77 edición ya tiene su “película escándalo”: ‘The Substance’, segundo largometraje de la todavía joven realizadora francesa Coralie Fargeat (47 años), que se diera a conocer en 2017 con su “opera prima” ‘Revenge’, que predecía los excesos de esta. Película desagradable, violenta y sanguinolenta donde las haya, es un dechado de todo tipo de efectismos gratuitos en la imagen y en el sonido. Bebiendo de clásicos como ‘Doctor Jekyll y Mr. Hyde’ o ‘Fausto’ con su mito de la eterna juventud y de cineastas como David Cronenberg, trazando una alegoría que bien pudiera ser sobre la drogadicción, ‘The Substance’ no se ahorra ni un pinchazo con aguja, ni unas enormes cicatrices que coser, ni unos cuerpos sujetos a transformarse brutalmente por semana.

Porque de eso se trata, de un misterioso producto que desdobla a una misma persona en dos edades diferentes, pero siguiendo siendo única, devolviéndole la juventud cada siete días alternos, siempre que no se abuse de la pócima en pos de lograr el estrellato y el triunfo televisivo. Si hace tres años tuvimos la desgracia de que ‘Titanio’, de otra nueva realizadora francesa, Julia Ducournau, ganase la Palma de Oro, no se extrañen demasiado de que un film tan desquiciado como ‘The Substance’ llegue también al palmarés de la 77 edición. De aquellos polvos vienen estos lodos.


(Publicado en "El Norte de Castilla", 21 de mayo de 2024).