Dicen que, cuando muere, todo autor pasa por un periodo “de
luto”. Poco a poco se van olvidando sus obras, incluso las que le dieron más
fama, hasta quedar sometido a un profundo silencio. Suele pasar que, tiempo
después, una nueva generación viene a “redescubrirlo”, revalorizando su figura…
Es lo que espero que suceda en los próximos años con una serie de cineastas cuyos
trabajos adquirieron gran relevancia en el pasado, pero que hoy parecen envueltos
en las brumas de la memoria. Entre ellos, y de manera muy destacada, Louis
Malle, el excelente realizador francés a quien ahora muy pocos se refieren con
el relieve que merecería en justicia.
"Le souffle au coeur", de Louis Malle (1971)
Por una circunstancia concreta (la presentación de Le souffle au coeur en el Institut
Français de Madrid), he revisado con detalle la filmografía de Malle, lo que me
ha permitido renovar mi vieja admiración hacia ella. Creo que lo demostré
suficientemente cuando, en el Festival de Valladolid de 1987, organizamos el
primer y creo que único ciclo completo que se ha hecho en España sobre él, refrendado
por un libro autobiográfico. Pero sin duda, viendo de nuevo sus películas, ratifico
aquella atracción original. No podía ser de otra forma si incluyen títulos tan
significativos como Ascensor para el cadalso,
Les amants, Zazie dans le Métro, Vida
privada y Fuego fatuo dentro de
su primera etapa, entre 1957 y 1963; o la citada Le souffle au coeur y Lacombe
Lucien en el periodo previo a su marcha a Estados Unidos durante casi una
década, hasta 1986, donde realizaría films del gran nivel de La pequeña y Atlantic City. Para regresar a Europa y llevar a cabo dos obras fundamentales,
Au revoir les enfants en 1987 y Herida en 1992, previas a la aguda
reflexión sobre el cine y el teatro que recorría Vania en la calle 42 y su muerte en 1995 a causa de un linfoma a la
edad de tan solo 63 años.
Una filmografía en la que, dicho de manera muy sucinta,
destacan cinco vectores: la elegancia del estilo de Malle, su dominio de la
dirección de actores, la enorme diversidad que recorre su obra, la huida de
cualquier esquematismo simplificador y su capacidad polémica. Voluntad esta nada
gratuita que le llevó a abordar asuntos dispares y controvertidos como el
suicidio, el incesto, la prostitución adolescente, la pasión amorosa sin
límites o el colaboracionismo francés con la ocupación nazi. De carácter fuerte
pero suave, tímido e introvertido, Louis Malle es uno de los mayores cineastas
franceses contemporáneos, cuya obra –igual que la de su colega Truffaut– sigue
viva, no pierde un ápice vista desde nuestros días. Les animo a comprobarlo en
cuanto tengan ocasión de visionar esas magníficas películas.
(Publicado en "Turia" de Valencia, febrero de 2020).
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