¡Qué envidia!

 

A bombo y platillo se ha inaugurado en Los Ángeles el Museo del Cine de la Academia norteamericana. Sus entradas a 25 dólares se han agotado en pocos días, deseoso el público de conocer el contenido de un recinto que, mediante la restauración del famoso arquitecto italiano Renzo Piano, se aloja en un enorme inmueble modernista de finales de la década de los 30 del pasado siglo. Con dos amplias salas de proyección, nada menos que doce comisarios se han encargado de las primeras exposiciones temporales, dedicadas a Hayao Miyazaki, Pedro Almodóvar o Spike Lee. Completando así la oferta de la colección permanente, repleta de objetos icónicos, como el tiburón del film de Spielberg, el traje del astronauta de 2001, el monstruo de Alien o el trineo y el guion de Orson Welles para Ciudadano Kane.

No sé si será sana o no, pero me corroe la envidia provocada por el nacimiento de este Museo de Hollywood. Porque, salvadas las distancias, también podríamos contar con uno formidable en España. Ya sé que existe el Museo Tomàs Mallol en Girona y muy estimables colecciones particulares. Pero nuestro país es de los escasísimos que no tiene un centro similar al de muchos otros de todo el mundo. Y base suficiente la hay de sobra: las más de veinte mil piezas que atesora la Filmoteca Española en unos almacenes que hasta solo han servido para guardarlas y conservarlas a buen recaudo. Pero salvo sus cuidadores y algún historiador afortunado, nadie sabe de verdad lo que guarda tan preciado tesoro.

Maqueta del Centro Nacional de las Artes Visuales en Tabacalera (Madrid)

La situación estuvo a punto de salir a flote en 2008, durante el periodo de César Antonio Molina como ministro de Cultura, que lo consideró como un empeño personal, casi un desafío. El 13 de noviembre de ese año, el estudio Nieto-Sobejano ganó el concurso convocado para transformar el antiguo edificio madrileño de Tabacalera en el Centro Nacional de las Artes Visuales, en el que se integraría el Museo del Cine. Los 30.000 metros cuadrados disponibles estaban dispuestos para acoger un proyecto presupuestado en 30 millones de euros a abordar entre 2009 y 2012. Pero justo el año destinado a comenzar las obras, Molina fue relevado en su cargo por Ángeles González-Sinde, quien, sin explicar razones, se desentendió totalmente de él.

Lástima, porque era una preciosa iniciativa, que pareció resucitar en 2017 mediante un Convenio entre la Academia de Cine y el Ayuntamiento de Madrid. Pero tampoco se llegó a nada… Ahora que tanto se habla de descentralizar instituciones, quizá no tenga que ser necesariamente Madrid el marco geográfico de este Museo. ¿Por qué no una ciudad con tanta tradición cinéfila como Valencia; o un lugar simbólico de la “España vacía” o “vaciada” como Soria o Teruel, a las que un centro así vivificaría?


(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2021).


Encuentro "El futuro de la Distribución en salas de cine"





En el marco de la 66 Semana Internacional de Cine de Valladolid, tuvo lugar el Encuentro sobre "El futuro de la Distribución en salas de cine", que -coordinado por Fernando Lara- reunió el 27 de octubre de 2021 a más de cuarenta profesionales de este sector y del de la Exhibición, así como a representantes institucionales y de las Televisiones y plataformas digitales. Tras una intensa jornada, estas fueron las Conclusiones a las que se llegó por unanimidad:


1.- Los participantes en el Encuentro sobre ‘El futuro de la distribución en salas de cine’ manifiestan su convencimiento de que reuniones entre Distribución independiente y Exhibición, como la organizada en este caso por la Semana de Cine de Valladolid, contribuyen positivamente al conocimiento y resolución de los problemas planteados entre ambos sectores.

 

2.- Los distribuidores independientes ratifican su decida apuesta por la exhibición de sus películas en salas, como siempre lo han hecho a lo largo de décadas y, en ocasiones, en muy difíciles circunstancias. El estreno en cines constituye el imprescindible comienzo de una cadena de valor que se extiende a las siguientes fases de comercialización.

 

3.- Ninguna etapa ha sido tan difícil como la experimentada durante la pandemia recién sufrida, cuando ante las limitaciones de horarios y aforos fueron los distribuidores independientes quienes dieron un paso al frente para proveer de material de estreno a las salas.

 

4.- Se manifiesta en el Encuentro el acuerdo de mantener unas determinadas ‘ventanas de exhibición’, aunque se discrepa entre ambos sectores sobre cuáles deben ser la periodicidad y el valor económico de tales ‘ventanas’.

 

5.- Una posibilidad sería el establecimiento de ‘ventanas’ no de manera uniforme, sino en función de cada tipo de cine y de su dimensión comercial, muy distinta según las características de las películas. En este sentido, se recomienda la creación de una comisión de trabajo de carácter consultivo, integrada por los distintos agentes, sin excepción de las compañías multinacionales, que señale los plazos idóneos de explotación comercial, incluyendo los establecidos entre las plataformas y las televisiones en abierto.

 

6.- Dada la actual configuración del mercado, de no ofrecerse un reajuste de las ‘ventanas’, los distribuidores independientes se verán más inclinados a llevar sus films a las plataformas digitales. Frente a la idea de una confrontación entre la Exhibición en salas y plataformas, Filmin subraya que ambos espacios funcionan de manera complementaria, como quedó demostrado en el ejercicio 2019.


  7.- Con el convencimiento compartido de que la promoción de las películas supone un elemento fundamental para la respuesta del público, que es en definitiva el destinatario del trabajo de todos, la Distribución independiente y la Exhibición se comprometen a efectuar, junto a los poderes públicos, un especial esfuerzo en esta dirección con el fin de recuperar al público adulto que se ha perdido en los dos últimos años, desde el inicio de la pandemia.

 

8.- Asimismo, se considera fundamental incidir en los potenciales espectadores de la llamada España ‘vacía’ o ‘vaciada’, hoy desprovista de salas en su mayoría, lo que exigiría una acción conjunta por parte de las Administraciones.

 

9.- Paralelamente, los participantes insisten en la necesidad de una Enseñanza Audiovisual a todos los niveles en nuestro país, incluido el universitario, que permita el nacimiento y captación de nuevos públicos que aseguren la continuidad de la asistencia a las salas cinematográficas. Además de ayudar así a combatir la piratería, práctica que debe quedar desterrada por completo.

 

10.- Grandes esperanzas se hallan depositadas por la Distribución independiente en la renovada Dirección de RadioTelevisión Española, tanto en la solicitud de acceso a la Primera Cadena, como en la creación de nuevos ‘slots’ en La 2 para los films de sus catálogos, entre ellos los de carácter documental.

 

11.- Se advierte de la posible llegada de una ‘agresiva invasión de contenidos’, originada por una concentración de poder audiovisual en pocas manos, que conllevaría en realidad una reducción de las posibilidades de elección de los espectadores. Ante ello, aumenta la necesidad de una decidida política de protección activa al cine independiente en general y  sus creadores en particular.

 

12.- De no resolverse sus problemas actuales, la Distribución independiente y amplios sectores de la Exhibición de nuestro país se sienten en peligro de desaparición, lo que causaría un grave quebranto a la diversidad cultural en las carteleras españolas, de la que constituyen decisivos garantes. La forma idónea de responder a esta situación es la labor conjunta de todos los sectores, que, desde una perspectiva autocrítica, han expresado en el Encuentro de Valladolid su voluntad de trabajar juntos y ser complementarios y no contradictorios.

Valladolid, 27 de octubre de 2021


Participantes en el Encuentro sobre "El futuro de la Distribución en salas de cine"


Un ocio secundario

 

Se esperaba mucho del fin de semana del puente del Pilar. Un James Bond que había entrado con fuerza siete días antes se veía acompañado por toda una Familia Addams, Madres paralelas, la continuidad de Dune y Maixabel o incluso el estreno de la Palma de Oro de este año, Titane. Pues no, no se ha producido el “sorpasso” que cabía imaginar. Las que venían de las semanas previas, incluyendo 007, han caído en torno al 40% de espectadores y, por tanto, de recaudación; el film de Almodóvar debe contentarse con un tercer lugar del “ranking” y 1.593 euros por pantalla, mientras que la sorpresa de Cannes se quedaba aquí reducida a 500 euros por pantalla, confirmando que los títulos más resonantes del pasado Festival francés, como Benedetta, no han recibido el aval del público español. Al tiempo que otras películas nacionales en las que se habían depositado muchas esperanzas, Las leyes de la frontera o Mediterráneo, tampoco mejoraban la situación. Solo el film de Icíar Bollaín ha respondido a las expectativas.

"Maixabel", de Icíar Bollaín

Resultado: que lo que se esperaba que fuese un “nuevo tiempo” para las salas se ha visto defraudado por la realidad, hasta el punto de que ha bajado en asistencia y taquilla lo logrado la semana anterior. Mientras que en 2019 se llegaba prácticamente cada semana a un millón de espectadores (más de cuantos acudían al fútbol) y cerca de siete millones de euros de taquilla, ahora no alcanzamos ni 700.000 espectadores ni 5 millones de recaudación. Todo el mundo “gana” las quinielas a posteriori, que si el buen tiempo, que si las terrazas, que si la necesidad de socializar, que si la retransmisión televisiva del fútbol…, como si hace dos años nada de eso pasara.

¿Qué le sucede, por tanto, al público español que, al abrirse las restricciones de la pandemia, no ha corrido a frecuentar las salas como sí ha hecho en otros países? Creo que se debe a un cambio sociológico que el virus ha acentuado: el cine se ha convertido aquí en un “ocio secundario”, ya no es la primera elección de la mayoría al plantearse una actividad lúdica. Sobre todo entre los espectadores de una cierta edad, que o bien se han acomodado a sus sofás de grandes ciudades o no se desplazan kilómetros cuando a su alrededor ya no existen salas. Han perdido el hábito de ir al cine, muy acendrado en diversas generaciones, entregadas hoy a series y plataformas.

¿Desaparecerá ese hábito? No del todo, mientras las multinacionales tengan cada semana una película que lanzar a los cuatro vientos y perviva un público joven dispuesto a consumirla. Otra cosa es el cine de autor, el hacedor de la diversidad cultural, el que ofrecen unos distribuidores independientes cuyas cuentas, en su gran mayoría, ya no salen de los números rojos.


(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2021).


Jugar, crear, tal vez soñar...

 


Se apoyaba José Sacristán en una frase de Nietzsche para iniciar su discurso de aceptación del Premio Nacional de Cinematografía, entregado en el marco del Festival de San Sebastián: “No hay mayor seriedad que la del niño cuando juega”… Y él confesaba haber jugado toda su vida ante una cámara o subido a un escenario, desde que, cuando era pequeño y se ponía unas plumas en la cabeza, su abuela fingía asustarse ante la presencia de un indio. “Se lo ha creído”, pensaba él, igual que ahora piensa que se lo han creído miles, millones de personas que le han visto actuar durante décadas, durante “más de sesenta años sin dejar de jugar”.

Fue un precioso y también preciso discurso el de Sacristán, poco más de cinco minutos, y dicho, no podía ser de otra forma, de manera ejemplar, como también hizo Aitana Sánchez-Gijón en su estupenda “Laudatio” previa. Remontándose hasta quien en Altamira pintara un mamut y buscase la aprobación de sus convecinos, imaginó Sacristán que ya entonces él o ella desearía que se creyeran que ahí estaba el animal. “Que se lo crean, que se emocionen, que se diviertan, que se inquieten, que duden, que piensen, que sueñen…”, en ello cifraba el gran actor los objetivos de su trabajo, que le llevaban a la creación como destino final. Una creación que puede adoptar muy diversas modalidades, según la práctica artística que se elija y se busque dominar. Pero siempre con las ideas de “la profunda seriedad del juego” y del “entusiasmo personal” como palancas para hacer partícipes a los demás del placer de “vivir una ficción, una ilusión inventada”.

No he visto que, en los días que han transcurrido desde la intervención de Sacristán, se haya glosado suficientemente la valía de sus palabras de agradecimiento, muy lejanas e incluso opuestas a las convencionales que suelen emplearse en este tipo de actos. Me parece digna de subrayar su defensa de la creatividad como centro de una labor que precisa de ella para sobrevivir a lo largo de los siglos. Frente a las teorías economicistas vigentes, en un mundo donde se mide el precio en lugar del valor de las cosas, me resulta emocionante que un actor con toda la memoria a sus espaldas, aunque todavía con futuro ante él, se erija en paladín de una creatividad que necesitamos como el respirar.

José Sacristán, con el Premio Nacional de Cinematografía

Siempre me ha sorprendido que, por limitarme al terreno que mejor conozco, los cineastas hablen más a menudo de temas de presupuesto, de producción, de subvenciones, de dinero en definitiva, que de una creatividad que es en realidad su campo y donde se juega la entidad estética y cultural de su obra. José Sacristán, en cambio, ha marcado el verdadero terreno con motivo de un Premio que hace tantos años que debía haber recibido.


(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2021).