Anatomía de una más que notable edición de Cannes

 

Lo primero es completar el párrafo final de la anterior crónica que, por un fallo de edición, quedó cortado. Al realzar “la transformación positiva que está experimentando el cine documental”, decía yo que sus mejores ejemplos “se alejan del todo, afortunadamente, del tradicional esquema de las cabezas parlantes”. Y entre esos títulos valiosos citaba en concreto Les filles d’Olfa, de la tunecina Kaouther Ben Hania, que ha sido galardonado con el premio L’oeil d’or’ dedicado en Cannes a este género, junto con otro film destacable, La madre de todas las mentiras, de su compañera marroquí Asmae El Moudir, también premiado en la sección paralela Un Certain Regard por su Dirección y que indica el auge del documental en el Magreb.

"The Old Oak", de Ken Loach

Lo segundo es referirme a las obras de aquellos directores que todavía quedaban fuera del cierre de la segunda crónica. Entre ellos, y dejando al margen la nueva banalidad de Wes Anderson en Asteroid City, destacaron dos ilustres veteranos: Ken Loach, con un The Old Oak pleno de inspiración y solidaridad con los refugiados sirios expuestos al racismo y la xenofobia de muchos británicos, aunque la resonancia de la película disminuyó al ser programada en último lugar de la Sección Oficial. Y asimismo Marco Bellocchio, con Rapito, excelente nueva inmersión del gran cineasta italiano en la Historia de su país, ahora durante el pontificado del “Papa Rey” Pío IX, en 1858; cuando el poder de la Iglesia se veía ya cuestionado por la sociedad civil, que se negaba a aceptar privilegios que hasta incluían el rapto de niños judíos para ser educados en la fe católica.

"Il sol dell'avvenire", de Nanni Moretti

Por su parte, Nanni Moretti vuelve con Il sol dell’avvenire a aquel cine personalista y egocéntrico, pero también divertido y diferente, que le dio fama en la etapa de Caro Diario y Abril; Wim Wenders se pasea en Perfect Days por las calles de Tokyo en compañía de un taciturno limpiador de váteres públicos (cuyo intérprete, Köji Yakusho, ha sido galardonado con el Premio al Mejor Actor), lo que origina una película más bien secreta, y el vietnamita afincado en Francia Tran Anh Hung, que llevaba desaparecido un tiempo regresa con fuerza merced a La passion de Dodin Bouffant, donde pasea su cámara por decenas de exquisitos y refinados platos, lo que le ha valido el Premio a la Mejor Dirección del Jurado internacional, presidido por Ruben Östlund, vencedor del Festival por segunda vez el pasado año.

Sandra Hüller, protagonista femenina de "Anatomie d'une chute' y de "The Zone of Interest"

Lo tercero es entrar ya, precisamente, en el contenido del Palmarés de una 76 edición cuyo nivel de calidad media ha resultado muy superior al de las últimas ediciones. Una lista de premios final bastante ecuánime, donde son todos los que están, lo que ya es mucho decir para las decisiones de un Jurado, aunque no estén todos los que son, como sucede con los citados casos de Loach y Bellocchio. También el orden de los premios podría haber sido distinto, sobre todo en cuanto a los dos principales, porque la Palma de Oro de Anatomie d’une chute debería haber recaído con mayor justicia, según mi opinión, en The Zone of Interest, y haber dejado en segundo lugar al sólido trabajo de Justine Triet, y no al revés.

Porque si cada edición de un Festival se recuerda sobre todo por un título en concreto, muy difícilmente la de Cannes 2023 va a ser por otro que el de Jonathan Glazer, por este The Zone of Interest que con tanta inteligencia nos cuestiona como espectadores del Holocausto nazi mediante, precisamente, no enseñarlo, obviar su representación, privilegiar lo no dicho. Notamos signos de que en la pantalla sucede algo especial: hay un poderoso muro, destaca una alta torre de vigilancia, sale un denso humo de una gran chimenea… Pero lo que realmente vemos, para nuestro más profundo desasosiego, es la vida cotidiana de una familia burguesa, la del comandante jefe del campo de Auschwitz, con sus rituales diarios en cuanto a costumbres y comidas, los colegios de los niños, el cuidado de los jardines… Martin Amis supo establecer tal revulsivo contraste en su novela homónima y Jonathan Glazer lo ha traducido en imágenes cuya frialdad atenaza el corazón.

Los “nombres clásicos” de Cannes, los Kaurismäki con el Premio del Jurado por la deliciosa y tan sensible Las hojas muertas, Kore-eda (aunque fuese a través del guionista de Monster, Yuji Sakamoto), Wenders por su citado protagonista o Bilge Ceylan gracias a la poderosa actriz Merve Dizdar de Las hierbas secas, también quedaron debidamente incluidos en el Palmarés. Hay que congratularse, porque han contribuido de nuevo a la larga tradición de un Festival que, sin duda, no sería igual de imprescindible sin ellos.


(Publicado por "Turia" de Valencia, 2 de junio de 2023). 




Demasiada Palma para "Anatomía de una caída"

 

Justine Triet, con su Palma de Oro por "Anatomie d'une chute"

Era ‘Anatomie d’une chute’ la favorita de la crítica francesa, siempre tan chovinista. Bastante menos de la internacional, aunque siempre estuvo bien situada en las calificaciones. Por mi parte, vaticiné la probabilidad de que “el sólido film de Justine Triet entre en el Palmarés final de este Cannes 2023”, pero lo decía pensando sobre todo en Sandra Hüller, su protagonista. De ahí a que este cuarto largometraje de su realizadora haya obtenido la Palma de Oro existe una distancia excesiva y que no se corresponde con la mayor entidad de otros títulos de la Sección Oficial. Pero el Jurado presidido por el triunfador del pasado año, Ruben Östlund, así lo ha decidido, otorgando por solo tercera vez esa Palma a una cineasta, y hay que respetarlo como la opinión de los nueve profesionales que lo integraban. Opiniones tan válidas como las de cualquier otro participante en esta buena edición del Festival.

Al menos, no hay disparates flagrantes en el veredicto final, y eso es de agradecer, aunque sí haya ausencias tan notorias como las de Marco Bellocchio y Ken Loach, cuya magnífica ‘The Old Oak’ cerró el certamen con su cántico a la solidaridad y a la lucha en común contra cualquier forma de xenofobia y racismo. Realmente, salvo esas excepciones, son todos los que están, aunque con un orden que no es el que yo hubiera preferido.

Jonathan Glazer logró el Gran Premio del Jurado por "The Zone of Interest"

Mi favorita, igual que la de buena parte de los asistentes, era ‘The Zone of Interest’, sobre todo por lo que tiene de confrontar al espectador con una realidad histórica tan tremenda como la del Holocausto y hacerlo de manera tan inteligente y sutil como lleva a cabo Jonathan Glazer. Al concederle el Gran Premio, el Jurado la ha situado en segundo lugar de sus preferencias, optando con ‘Anatomie d’une chute’ por la crisis de una pareja de escritores que queda de manifiesto en el juicio contra la mujer, quizá responsable de la muerte de su marido, antes que realzar la perspectiva innovadora sobre la barbarie del exterminio nazi que lleva a cabo ‘The Zone of Interest’, apoyándose en la novela del fallecido en estos días Martin Amis.

Detrás de estos dos films, y del Premio a la Mejor Dirección a Tran Anh Hung por su habilidad casi coreográfica al reflejar los exquisitos menús de ‘La passion de Dodin Bouffant’, el Palmarés incluye de una u otra forma a los “nombres sagrados” de Cannes. Ya sea el Premio Especial del Jurado para la preciosa ‘Las hojas muertas’, de Aki Kaurismäki; o la inserción de ‘Monster’, de Hirokazu Kore-eda, aunque el premio es para un guion que en este caso no es suyo, sino de Yuji Sakamoto, quien usa el llamado “método Rashomon” para contar lo mismo desde tres puntos de vista diferentes, lo que siempre impresiona mucho a los jurados. Mientras que ‘Las hierbas secas’, de Nuri Bilge Ceylan, queda destacada por el trabajo de su protagonista femenina, la muy convincente Merve Dizdar en el papel de una mujer a la que un atentado terrorista ha segado una pierna; y ‘Perfect Days’, de Wim Wenders, mediante el Premio al Mejor Actor para Köji Yakusho como ese hombre callado y misterioso que limpia con acusado perfeccionismo los váteres públicos de Tokyo.

Elena Martín, tras recibir el Premio a la Mejor Película Europea de la Quincena de Cineastas

Fuera ya del Palmarés oficial, subrayemos que los dos documentales que han obtenido el Premio, especializado en ellos, L’oeil d’or, quedaron mencionados en la crónica del viernes dedicada a las nuevas orientaciones del género: la tunecina ‘Les filles d’Olfa’ y la marroquí ‘La madre de todas las mentiras’. Al tiempo que ‘How to Have Sex’, de Molly Manning Walker, lograba el Premio de la sección paralela Un Certain Regard, una película que iba a rodarse en Magaluf pero que no llegó a autorizarse para no consolidar la idea de este enclave mallorquín como sede del “turismo de borrachera”, por lo que se filmó en Malta. Y terminemos estas crónicas de Cannes 2023 con la nota satisfactoria de que Elena Martín haya obtenido, con su ‘Creatura’ el Premio a la Mejor Película Europea de la Quincena de Cineastas.

¡Hasta la 77 edición del primer Festival del mundo!


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 28 de mayo de 2023).


Un Festival es una ventana abierta al mundo


Suele hacérseles menos caso que a las películas de ficción, pero lo cierto es que los documentales van abriéndose paso cada vez más en los Festivales, Cannes incluido. Las diversas secciones del certamen los acogen, hasta conformar una verdadera ventana al mundo que nos rodea. Cada uno con un territorio distinto que explorar, pero con una característica común muy marcada: el deseo de huir del puro reportaje televisivo, aunque perfectamente digno en su contexto, y de las entrevistas a “cabezas parlantes” como estructura narrativa. Otras son las ambiciones y perspectivas que, por fortuna, ofrece el género documental.

"Les filles d'Olfa", de Kaouther Ben Hania 

Así, la Sección Oficial amparaba la presentación de ‘Les filles d’Olfa’, donde la tunecina Kaouther Ben Hania refleja la inserción de dos de sus hijas en las filas yihadistas mediante su sustitución por dos actrices que encarnan la historia familiar junto a las otras dos hermanas reales y la propia madre. O la francesa Mona Achache que reconstruye en ‘Little Girl Blue’ también la vida de su madre (interpretada por Marion Cotillard) y su abuela dentro de un mundo intelectual en el que juega un papel decisivo Juan Goytisolo. O la marroquí Asmae El Moudir al abordar en ‘La madre de todas las mentiras’ los sangrientos incidentes de 1981 en su país a través de las figuritas de barro que hace su padre.

Más allá de este ámbito femenino y familiar, en ‘Occupied City’ Steve McQueen desarrolla durante cuatro horas la memoria de un Amsterdam ocupado por los nazis simplemente con una voz en “off” que describe con frialdad lo que sucedió entonces en una serie de edificios, contrastándolo con la actual realidad de la ciudad. Y en ‘Juventud (La Primavera)’ Wang Bing efectúa un retrato de la sociedad china fijándose en una factoría textil a la que acuden a trabajar jóvenes de todas partes, en lo que – en tres horas y media– es tan solo una parte del proyecto total emprendido.

Mezclando con frecuencia documental y ficción, podría seguir citando títulos significativos que estamos viendo en Cannes, pero no continuaré para no cansar al respetable. Solo dejar constancia de esa fértil ventana que se abre al mundo y que en tantas ocasiones no sabemos aprovechar debidamente. También Wim Wenders podría unirse a la lista, con su ‘Anselm’, rodado en 3D sobre el famoso pintor alemán Anselm Kiefer. Pero, teniendo una doble participación en esta edición del Festival, nos centraremos en la que Wenders presenta a competición: ‘Perfect Days’, un relato bastante enigmático e incluso secreto, donde el autor alemán rinde tributo a la capital japonesa, que ya había abordado en 1985 con ‘Tokyo-Ga’, hasta convertir su película no en una “road movie”, sino en una ‘street movie’ por sus calles pobladas de humanidad.

"Perfect Days", de Wim Wenders

Por ellas circula incesantemente Hirayama, un limpiador de servicios sanitarios cuyo mutismo se corresponde con un trabajo que, sin duda, no corresponde a su clase social. ¿Por qué lo hace, y con tanta dedicación y exigencia perfeccionista? Queda a la interpretación del espectador, que se hace más preguntas que darse respuestas en este ‘Perfect Days’, homenaje al instante de vivir algo con intensidad, pero tan fugaz como la luz que penetra un momento entre las hojas de los árboles. Se trata de la más valiosa obra de ficción de Wenders en años, lo que quizá no sea demasiado decir, pero sí que su silencioso protagonista, Köji Yakusho, puede optar con suficientes méritos al Premio al Mejor Actor de esta edición de Cannes.

En el maratón de cine italiano que ha montado el Festival dentro de sus últimas jornadas, además de Bellocchio y Moretti, le toca el turno a Alice Rohrwacher con ‘La chimera’. Pero no voy a poderles hablar hoy ni de ella ni, lo que es peor, de ‘The Old Oak’, de Ken Loach, porque los horarios disparatados de este año impiden su visión antes del cierre de esta crónica. “Dommage”…, que dicen los franceses.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 26 de mayo de 2023).

 


Cuando Nanni Moretti se fusiona con Fellini

 

"Il sol dell'avvenire", de Nanni Moretti

El lector y posible espectador de ‘Il sol dell’avvenire’ debe saber que en ella va a encontrarse a un Nanni Moretti en estado puro, con toda la carga de protagonismo y personalismo que ello implica. Desde los ya lejanos tiempos de ‘Caro Diario’ y ‘Abril’, todavía en la década de los 90, no veíamos al cineasta italiano tan en primera fila, con sus reflexiones sobre la vida y el cine continuamente presentes. Aunque esta vez fusionando esas típicas formas suyas con un continuo homenaje a Fellini, no ya solo explícito con imágenes de ‘La dolce vita’ sino con el papel dado al circo, a personajes fuera de la norma o incluso a la música funambulesca de Nino Rota. Cabría decir, así, que ‘El sol del porvenir’ es una especie de ‘Ocho y medio’ con ribetes muy “morettianos”, trufado con recuerdos estilo ‘Amarcord’.

Curiosa esta deriva de un cineasta hacia otro con quien no parecía tener especiales concomitancias. Pero así es el autor de ‘La habitación del hijo’, Palma de Oro en 2001, aunque sí queden aquí constantes su rechazo hacia los films donde se celebra la violencia (“Os arrepentiréis algún día de lo que estáis haciendo, cuando ya no tenga remedio”, llega a decir a un realizador que va a terminar su ópera prima con una ejecución a sangre fría), las diferencias generacionales o el papel jugado en su país por el Partido Comunista, que llegó a contar con dos millones de afiliados.

Es precisamente en un momento decisivo de esta formación política cuando se sitúa la película que, en la ficción, Moretti está dirigiendo: su separación de la Unión Soviética, marcada por Togliatti con muchas dudas después de que invadiera en 1956 Hungría. La estancia de un circo de exiliados de ese país, al que ha invitado una sección local del PCI romano, va alternándose en la trama con otra separación, la deseada por la propia mujer del realizador, o la relación de su hija con un diplomático polaco mucho mayor que ella.

A la hora de narrar un momento de grave crisis en la izquierda italiana, Moretti/personaje se encuentra con que todo va derrumbándose alrededor, aunque –dentro de la mejor tradición comunista– no reniega de un optimismo que expresa en dos finales, uno complementario del otro: el de todo el equipo de rodaje bailando como peonzas (lo que incluso escenificaron en la entrada al Palacio del Festival) y el propiamente dicho que cierra el film. Es ‘Il sol dell’avvenire’ una película irregular, algo habitual en Moretti, con situaciones fallidas como las relativas al tramposo coproductor francés y el citado diplomático o la propia crisis matrimonial, al lado de secuencias francamente brillantes, cálidas y divertidas.

"La passion de Dodin Bouffant", de Tran Anh Hùng 

En una propuesta radicalmente distinta, un “resucitado” Tran Anh Hùng nos habla en ‘La passion de Dodin Bouffant’ de alta cocina, fogones cultivados, menús exquisitos y elaboración de platos sublimes. Y digo lo de “resucitado” porque, aunque tenga en su haber diversos títulos recientes, este cineasta vietnamita residente en Francia no había vuelto a repetir los éxitos de sus iniciales ‘El olor de la papaya verde’ y ‘Cyclo’, con la que llegó a obtener en Venecia el León de Oro de 1995. Su trabajo de ahora consiste básicamente en recoger, en una especie de fluida coreografía, cómo dos cocineros de especial talento, bien interpretados por Juliette Binoche y Benoît Magimel (a quien Albert Serra parece haber vuelto a poner en órbita después de ‘Pacifiction’), preparan con talento, mimo y gusto exquisito los más variados alimentos, riquísimos postres incluidos.

En eso consiste el ochenta por ciento de las dos horas y media del film, en el que lo más interesante es la identificación entre profesionalidad y pasión amorosa, sin la cual la primera se diluye, pero solo hasta que llega un buen recambio y surge la transmisión de maestros a aprendices. Visto por la selecta audiencia de la Gran Sala del Festival sin duda ‘La passion de Dodin Bouffant’ habrá sabido distinto a su contemplación en un pase de Prensa formado por periodistas que en muchas ocasiones durante el Festival solo comemos un bocadillo… y gracias.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 25 de mayo de 2023).


Bellocchio continúa desentrañando la Historia italiana


"Rapito", de Marco Bellocchio

Desde el secuestro y asesinato de Aldo Moro, que abordó en su magistral serie ‘Exterior noche’ (visible en Filmin), o los atentados mafiosos contra los jueces que les perseguían en ‘Il traditore’, Marco Bellocchio se retrotrae hasta 1858, cuando la Iglesia secuestró a numerosos niños judíos que habían recibido el bautismo por influencia de criados o familiares y ya consideraba hijos de Cristo para adoctrinarlos en la fe católica. El caso más resonante fue el de Edgardo Mortara en Bolonia durante el pontificado de Pío IX, que despertó no ya justas actitudes anticlericales sino la repulsa internacional.

Da gusto cuando en el cine una historia, y más aún la Historia con mayúsculas, es narrada con la solvencia y precisión que muestra Bellocchio en este ‘Rapito’ (‘Raptado’), su film más reciente cuando ya ha cumplido los 83 años. No resulta nada fácil reflejar una etapa tan convulsa de Italia, donde el poder secular fue progresivamente enfrentándose al eclesiástico, con un Vaticano que sentía el abismo bajo sus pies si perdía los privilegios del llamado “Papa Rey”. Gracias al dominio creativo demostrado tras una carrera que comenzase nada menos que en 1965, pero que en los últimos años todavía se ha visto acrecentado, Bellocchio sabe cómo hacer llegar un relato a los espectadores mediante un sólido guion y una puesta en escena potente, cómo dirigir bien a los actores, cómo hacer convincente una ambientación de época, cómo montar con eficacia narrativa… En pocas palabras, cómo hacer buen cine de verdad.

Claridad comunicativa que no se da precisamente, sino todo lo contrario, en el caso de Wes Anderson, que con ‘Asteroid City’ vuelve a proponernos un ejercicio autoral vacuo y gratuito, sin apenas gracia. Le llegó a funcionar en algunas ocasiones, sobre todo en ‘El Gran Hotel Budapest’, de hace casi diez años, pero desde entonces su fórmula va a peor. Reconozco que por la elección de personajes bastante bobos, el tono de su foto e incluso la presencia de numerosos intérpretes famosos que corren a rodar a su lado, viendo una sola imagen de sus películas sabemos que es de Anderson. Pero tal “mérito” no compensa esta banal propuesta de ‘Asteroid City’, situada en 1955 como podría ser en cualquier otro momento y cuyos exteriores se rodaron en los aledaños de Chinchón y Colmenar de Oreja, absolutamente irreconocibles. Sé que el cineasta norteamericano tiene seguidores muy fieles y devotos; puede deducirse de las líneas anteriores que no me he contado ni me cuento entre ellos.

"Kubi", de Takeshi Kitano

Pero si difícil es saber lo que Anderson ha querido decir, tal dificultad llega al máximo con el Takeshi Kitano de ‘Kubi’. Había apuestas a la salida de su proyección para ver quién la ganaba contando a los demás lo que acababan de ver… Ni siquiera releyendo despacio el “press-book” que acompaña al film y que hace hincapié en lo famoso e importante que fue el “Honno-Ji Incident”, acaecido ayer mismo, el 21 de junio de 1582, podíamos ir más allá de haber contemplado continuos enfrentamientos entre clanes, facciones, traidores, héroes y mártires que se enfrentan con el afán de lograr no se sabe bien si el poder tribal o la unificación de Japón. Otros espectadores se dedicaban a hacer cuentas de los centenares de cabezas cortadas que registran las imágenes o a imitar los sucesivos pasos de un harakiri que el film muestra de forma tan pedagógica. Mientras que los más exquisitos confirmaban su sospecha de que el nivel de homosexualidad entre los aguerridos samuráis era mucho más que frecuente.

Asegura Kitano que con ‘Kubi’ ha querido hacer un homenaje al maestro Akira Kurosawa. ¡Qué lejos queda de ello! Y qué lejos de aquel cineasta que ganase el León de Oro en Venecia por ‘Hana-bi’ en 1997 y a quien el Festival de Valladolid dedicase al año siguiente la primera retrospectiva completa (incluyendo sus valiosas pinturas) que se hacía en el mundo sobre su obra.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 24 de mayo de 2023).


La banalidad del mal, en primer plano

 

En una edición del Festival de Cannes dominada por cuestiones éticas y con las ideas del suicidio y del desarraigo afectivo muy presentes, media docena de películas han dominado hasta ahora la Sección Oficial. Tres de ellas pertenecientes a cineastas suficientemente acreditados que –como dijimos en nuestra crónica anterior– pueblan el principal escaparate del certamen: Las hojas muertas, de Aki Kaurismäki; Las hierbas secas, de Nuri Bilge Ceylan, y Monster, de Hirokazu Kore-eda. Por encima de ellas, en mi criterio, la obra hasta ahora más importante de la Competición: The Zone of Interest, del británico Jonathan Glazer, conocido sobre todo por sus trabajos en vídeo, y que se basa en la novela del mismo título del fallecido en estos días Martin Amis. Films a los que cabe añadir el francés Anatomie d’une chute, de Justine Triet, y, en sentido negativo pese a la expectación despertada, May December, del gran autor de Carol y Lejos del cielo, Todd Haynes.

¿Por qué destaco en primer término The Zone of Interest? Porque se trata de una película que interpela directamente a la conciencia del espectador, que no puede asistir impasible contemplando la tranquila y ordenada vida familiar del comandante del campo de concentración de Auschwitz mientras, solo separados por un muro, se extermina a millares y millares de personas. O cómo se prepara con frialdad funcionarial un “transporte” de judíos húngaros para ser asesinados en las cámaras de gas. Justo esa “banalidad del mal” a la que se refirió Hannah Arendt al hablar del Holocausto nazi.

"Las hojas muertas", de Aki Kaurismäki

Reconozco que, ante relatos así, que responden a una tremenda realidad, los relatos individuales palidecen un tanto. Pese a tener una historia de amor tan tierna, emotiva y cálida en su frialdad como la de Las hojas muertas, donde Kaurismäki muestra lo mejor de su estilo en un enfoque muy cinéfilo y donde, junto a otros cineastas, la sombra de Chaplin planea con especial fuerza. O, en el caso del Bilge Ceylan de Las hierbas secas, de reforzar su maestría a la hora de filmar las conversaciones de sus personajes: un profesor destinado a una aislada y gélida zona de la Turquía profunda, con una mujer a la que un terrorista suicida segó una pierna, y el vecino de habitación del maestro, también atraído por la misma mujer. Y en cuanto al Monster de Kore-eda lo que, bajo una apariencia de similitud, tiene de variación respecto a la obra anterior de su autor, que –con un guion ajeno– se lanza a una estructura tipo Rashomon para narrar un episodio de posible “bullying” desde tres perspectivas diferentes.

A la hora de intentar determinar lo que es verdad y es mentira, Justine Triet ha elegido en Anatomie d’une chute la vía del juicio contra una mujer que quizá haya matado voluntaria o involuntariamente a su marido, escritor frustrado frente al éxito de ella como novelista, que en apariencia se suicidó. Habrá que ver por dónde transitan los muy importantes cineastas que todavía no han salido a escena cuando escribo esta crónica: nada menos que Loach, Bellocchio, Moretti, Wenders, Anderson, Tran Anh Hung, Catherine Breillat o Alicia Rohrwacher, de todos los cuales se espera lo mejor.

"Cerrar los ojos", de Víctor Erice

Lo mejor que también llegó de las diversas secciones en que la Selección Oficial se ha multiplicado, arruinando la hasta ahora muy valiosa muestra paralela Un Certain Regard. Así, bajo una u otra etiqueta, han venido, por ejemplo, la ya clásica Killers of the Flower Moon, película/serie donde Martin Scorsese demuestra hallarse en plena forma al reflejar la criminalidad contra los indios Osage en los años 20 del pasado siglo mediante un esquema muy similar al de sus films sobre la Mafia y con un Robert De Niro sobresaliente en su papel de todopoderoso “padrino”. Y hemos asistido al anhelado regreso de Víctor Erice al largometraje con su Cerrar los ojos, profunda investigación sobre un actor que se creía muerto tras abandonar un rodaje en marcha, y que quizá sea el hombre carente de memoria que se encuentra en una residencia andaluza. Sin olvidar, pese a su propuesta más propia del videojuego que de la tradición anterior de la serie como cine de acción, a un Indiana Jones and the Dial of Destiny que seguro que va a constituir una bendición para las taquillas.

Vaya un último párrafo a destacar la trasformación positiva que está experimentando el cine documental, con títulos como Occupied City, del británico Steve McQueen; Les filles d’Olfa, de la tunecina Kaouther Ben Hania, o Little Girl Blue, de la francesa Mona Achache, que se alejan del todo, afortunadamente, del tradicional esquema de las cabezas parlantes.


(Publicado en "Turia" de Valencia, 26 de mayo de 2023).


Erice y Kaurismäki protagonizan una jornada de gran cine

 

Reunir en una misma jornada a Víctor Erice y Aki Kaurismäki es uno de esos privilegios que, pese a sus múltiples y crecientes incomodidades, solo este Festival puede permitirse. El regreso a la gran pantalla del autor de ‘El espíritu de la colmena’ treinta y un años después de ‘El sol del membrillo’ y una nueva muestra de la personalidad tan imitada pero inimitable del gran cineasta finlandés han coincidido; en el caso del español con ‘Cerrar los ojos’ dentro de la sección no competitiva Cannes Première y en el de su colega con ‘Las hojas muertas’ dentro del concurso oficial. Tanto da, porque lo fundamental es que hemos asistido a dos muestras del mejor cine.

"Cerrar los ojos", de Víctor Erice

Había mucha expectación por lo que Erice ofrecería en su resurrección al largometraje. El resultado se halla a la altura de su exigencia y su prestigio narrando paso a paso la investigación sobre un actor que desapareció en medio del rodaje de una película y cuyo director, ya retirado, trata de encontrar tras ser convocado para ello por un programa televisivo. ¿Es ese actor a quien se dio por muerto el hombre sin memoria que se halla acogido en una residencia de ancianos andaluza y que ha perdido totalmente la memoria? En ese enigma se centra ‘Cerrar los ojos’ a lo largo de cerca de tres horas, donde abundan las referencias cinéfilas, sobre todo a decepciones vividas por Erice, como su imposibilidad de adaptar ‘El embrujo de Shanghai’, de Juan Marsé, que acabó haciendo Fernando Trueba, o de rodar la segunda parte de ‘El Sur’, la ya situada en Andalucía.

Es como si en un film centrado en la vejez y en la muerte, su autor hubiese querido no solo contar una determinada historia, sino resumir, a sus casi 83 años, lo que ha sido y no ha sido su carrera. Con su reflexión sobre el poder revelador o enmascarador del cine, ‘Cerrar los ojos’ cuenta con una espléndida interpretación de Manolo Solo en el papel del director jubilado y con la intensidad de José Coronado en su parte final. Donde se concreta esa frase pronunciada por el médico que encarna Juan Margallo (precisamente quien fuese el guerrillero oculto de ‘El espíritu de la colmena’) en el sentido de que el ser humano no solo es memoria, sino también sentimiento y pasión, como los que se traslucen de las imágenes de Erice, que no ha venido a Cannes, al parecer decepcionado por no estar en la Sección Oficial.

"Las hojas muertas", de Aki Kaurismäki

También sentimiento y pasión viven intensamente la pareja protagonista de ‘Las hojas muertas’, pero de la manera soterrada, silenciosa, casi pasiva, tan característica de su autor. Porque Aki Kaurismäki muestra de nuevo, ¡y en solo 81 minutos!, su maestría a la hora de reflejar seres anónimos cuyos sentimientos llegan bien puros al espectador mediante un juego interpretativo, una luz, unos decorados, unas músicas siempre tristes que, pese a su aparente frialdad, nos van embargando de emoción en el trayecto de esta mujer, este hombre… Y este perro callejero que les acompaña en una final que supone un precioso homenaje a Chaplin, mientras suena la famosa canción de Jacques Prévert y Joseph Kosma que da título al film.

Porque si en ‘Cerrar los ojos’ hay referencias cinéfilas, muchas más todavía en este caso, jugando con carteles de ‘Breve encuentro’ o ‘Rocco y sus hermanos’ o con divertidas alusiones a Bresson y Godard, entre tantos otros. El peculiar mundo de Kaurismäki, ese estilo calmo que se mueve entre el humor de Jacques Tati y las miniaturas orientales, acaba por imponerse una vez más; ya no nos sorprende pero nos sentimos de nuevo plenamente felices de encontrarnos con él.

Si el cineasta finlandés resulta tan cálido como el hielo que acaba quemando, no hay que confundirlo con la frialdad típicamente austriaca que destila ‘Club Zero’, de Jessica Hausner. El relato de una profesora de dietética que convence a un pequeño grupo de alumnos de un colegio de élite para que cada vez coman menos y solo de viandas muy selectivas, acaba convirtiéndose en una especie de parábola sobre las sectas y el fanatismo. Aunque la realizadora parece acabar apostando por un mundo espiritual donde cuatro adolescentes y su guía transitan felices por un paisaje cuya belleza crepuscular solo puede pertenecer al soñado Paraíso…


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 23 de mayo de 2023).

 

Scorsese indaga de nuevo sobre las raíces de la violencia

 

Decían los viejos manuales de periodismo que noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro… Por tanto, que Martin Scorsese haga una buena película o una buena serie o un buen documental no es noticia, lo lleva haciendo toda su vida, que ya ha llegado a los 80 años. Nadie puede sorprenderse, en ese sentido, que ‘Killers of the Flower Moon’ sea una obra de la máxima valía, una lección de cine clásico a lo largo de sus casi tres horas y media de duración. Se trata más bien de una serie, que emitirá Apple TV, pero que también tendrá distribución previa en salas durante mes y medio por parte de Universal para que los cinéfilos puedan disfrutarla en pantalla grande.

"Killers of the Flower Moon", de Martin Scorsese

A largo de esa larga carrera que lo ha convertido en mito viviente entre los cineastas, Scorsese ha indagado incesantemente en la violencia que se halla en el sustrato de la vida norteamericana desde que existe como nación. Ahora lo hace refiriéndose a los indios Osages, que de la máxima pobreza pasaron a la riqueza cuando el petróleo empezó a emerger de sus tierras en los años 20 del pasado siglo. Familias enteras se convirtieron en potentados económicos que pronto fueron objeto de la codicia de numerosos hombres blancos, que se casaban por puro interés con mujeres a las que heredaban… después de ser asesinadas o adquirían de manera fraudulenta sus acciones.

Ante esta realidad, ‘Killers of the Flower Moon’ adopta el mismo esquema narrativo que su director ha aplicado en numerosas ocasiones al mundo de la mafia, incluso con un todopoderoso “padrino”, llamado Bill “King” Hale, al que interpreta perfectamente un Robert De Niro que parecía perdido en comedias de segunda fila. A su lado, en un trabajo de nada sencilla caracterización, Leonardo Di Caprio encarna al joven advenedizo que se va deslizando progresivamente por el precipicio del crimen.

Todo se mueve en el film/serie de Scorsese por los siempre anhelados ámbitos del “Great American Film”, también buscado incesantemente por la novela contemporánea. Está en camino de lograrlo, porque cada plano respira la sabiduría de quien todo conoce y todo domina en el universo de las imágenes. No es que Scorsese solo haya hecho buenas películas en su trayectoria de casi sesenta años, pero demuestra encontrarse en plena forma y ser capaz por ejemplo, cuando el relato está llegando a su fin, de ofrecer una secuencia tan deliciosa como la del programa de radio en directo donde se revela la resolución de la investigación emprendida por el FBI sobre esta brutal matanza de los Osages en Oklahoma.

'Anatomie d'une chute', de Justine Triet

Parece que los juicios están de moda en el cine, ya sean recreando la realidad (como en ‘Le procès Goldman’ que abrió la Quincena de Cineastas y de la que ya hablamos) o en la pura ficción, caso de ‘Anatomie d’une chute’, cuarto largometraje de la francesa Justine Triet. “Para interesarme por este oficio, necesito de la búsqueda formal, narrativa, plástica. Hacer una película más, contar solo una historia más, no me resulta suficiente”, ha declarado. Ambición que convierte en la incógnita de esa “caída” que menciona el nombre del film: ¿se trata del suicidio del hombre de la pareja, o la muerte ha sido causada por su mujer, de manera casual o voluntaria? Es lo que se dirime en el juicio mencionado, aunque, para mí, el interés real de ‘Anatomie d’une chute’ no radica en saber si la protagonista es o no culpable, sino en la disección de la crisis de una pareja de escritores, donde él no se ha acercado siquiera al nivel de éxito de ella. Lo que implica tensiones múltiples de humillación y envidias ante un niño que descubre en el juicio la mentira cotidiana de sus padres.

Esa potente indagación y, más aún, la gran interpretación de Sandra Hüller (que igualmente destaca en ‘The Zone of Interest’ y quien sigue en el recuerdo como protagonista de aquella divertida ‘Toni Erdmann’, de Maren Ade), harán que el sólido film de Justine Triet entre muy probablemente en el Palmarés final de este Cannes 2023.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 22 de mayo de 2023)




Bilge Ceylan, maestro en filmar las palabras

 

Si hay un director que filma bien las conversaciones entre sus personajes, es sin duda Nuri Bilge Ceylan. Lo hacía también su confesado maestro Ingmar Bergman, y él vuelve a insistir en su última película, ‘Las hierbas secas’. De nuevo una “Conversation Piece”, que dicen los anglosajones, le sitúa en el reflejo de los pliegues de la vida humana, en las incesantes contradicciones en que todos nos movemos, en el juego dialéctico mediante el que nos descubrimos u ocultamos. Nada que no domine el excelente cineasta turco, que ya obtuvo en Cannes la Palma de Oro de 2014 con ‘Sueño de invierno’.

"Las hierbas secas", de Nuri Bilge Ceylan

Tras un comienzo un tanto dubitativo, en el que no se sabe muy bien por dónde se va a decantar la película, ‘Las hierbas secas’ se despliega en una segunda parte realmente potente dentro de esa línea creativa antes citada. Lo que en principio parecía una nueva historia de profesor destinado a un pequeño y aislado núcleo rural, con el habitual enfrentamiento entre tradición y modernidad, tampoco se inclina hacia la alumna que asegura estar enamorada de su maestro. No, es la relación de este con una mujer a la que un terrorista suicida le ha segado una pierna, y a la que también pretende su compañero de habitación, lo que alcanza en la trama un nivel de máxima intensidad, donde cada detalle cuenta en una especie de triángulo amoroso. Aquello que no se cuenta acaba siendo más decisivo que lo que viene dado envuelto por un bosque de palabras en esta sobresaliente película de Bilge Ceylan, que cuenta con una espléndida fotografía tanto en interiores intimistas como en gélidos y nevados exteriores.

Mucho menos convincente, hasta suponer una fuerte decepción, es ‘May December’, la nueva obra de Todd Haynes, sobre todo recordando aquella inolvidable ‘Carol’ que entusiasmó hace ocho años y con la que Rooney Mara logró un Premio a la Mejor Actriz que debió ir a manos de Cate Blanchett. La oferta era prometedora al máximo: el contacto que se establece entre una actriz y el personaje que va a interpretar, una mujer que dos décadas atrás se hizo famosa por el escándalo de haberse enamorado y mantenido relaciones sexuales con un menor de 13 años. Interpretadas por Natalie Portman (también productora) y Julianne Moore, con la sensibilidad demostrada por Haynes no solo en ‘Carol’, sino también en títulos como ‘Lejos del cielo’ o la serie ‘Mildred Pierce’, todo sonaba a música celestial.

Pero ‘May December’ no pasa de la superficialidad, le falta intensidad en las secuencias de entre ellas dos que más deberían tenerla, y acaba transitando por terrenos muy previsibles. Lastrada también por la pésima interpretación de Charles Melton en el papel protagonista masculino, ya adulto, el film podría haber sido una especie de ‘Persona’ –Bergman, de nuevo–, pero se queda más cerca de ‘Quién te cantará’, de Carlos Vermut, en la simbiosis casi vampírica entre actriz y personaje real.

"Robot Dreams", de Pablo Berger

Llegó la segunda presencia española en Cannes: el largometraje de animación ‘Robot Dreams’, en el que Pablo Berger ha empleado cinco años de su trabajo hasta lograr una película singular, a contracorriente de los productos animados más comerciales. Se plantea el film el desafío de situarse en las antípodas de estos: imagen en 2 dimensiones, dibujo lineal muy sencillo, colores planos, gran despliegue de fondos ambientales de un Nueva York de una época ya pretérita… Para más “inri”, sin un solo diálogo ni tampoco seres humanos, aunque los animales y robots que pueblan las imágenes sí adoptan formas antropomórficas. En definitiva, un gran empeño del autor de aquella ‘Blancanieves’ que tanto sorprendió en su día, porque Pablo Berger siempre se halla dispuesto a transitar por caminos no trillados.

Y para que les cuente que valió, ¡y cómo!, la pena esperar hora y media bajo la lluvia para comprobar después en las tres y media de ‘Killers of the Flower Moon’ que, a sus ochenta años, Martin Scorsese sigue en plena forma, tendrán que esperar a mi crónica de mañana. Sorry!


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 21 de mayo de 2023).


Jonathan Glazer muestra la otra cara del Holocausto

 

"The Zone of Interest", de Jonathan Glazer

Una familia burguesa se baña en un bonito río, sin duda para mitigar el calor veraniego. Se diría, por la ropa y los bañadores, que estamos a comienzos de los años 40. La familia vuelve tranquilamente por un bosque hasta su casa, una mansión ya algo antigua pero espaciosa y rodeada por un amplio jardín muy cuidado. Todo parece de la más absoluta normalidad. Pero, ¿qué es lo que vemos al borde de ese jardín? Sin duda, es un sólido muro que lo separa con firmeza de algo que hay al otro lado. Pero es que, además, si nos fijamos, hay una alta torre de vigilancia. Y de tiempo en tiempo, una densa columna de humo sale de una gran chimenea oscureciendo el cielo… Sí, estamos en los aledaños del campo de concentración de Auschwitz, y más concretamente en la residencia del comandante del centro de exterminio, que se aloja allí con su mujer y sus hijos.

Profundamente perturbadora desde una aparente frialdad, ‘The Zone of Interest’, cuarto largometraje del cineasta británico Jonathan Glazer y al que pertenecen esas imágenes iniciales, está llamada a ser una de las películas del Festival de este año, sin duda la que más hasta el momento. Porque contemplar la vida cotidiana de quienes, sin el más mínimo reparo ético o moral, se hallan a escasos metros de miles de personas a las que mandan al crematorio todos los días, determina en el espectador un verdadero ejercicio de repulsión hacia tal inhumanidad. Los problemas de esta familia de represores son los de cualquiera de su nivel económico, que si tratar de mejorar en la carrera profesional, disfrutar de las relaciones con los más cercanos, arreglar las flores y, en general, toda la casa, nada inhabitual.

Lo diferente está al otro lado de los muros, el campo donde se extermina a millares de personas, a las que el film nunca muestra, en un ejercicio de brutalidad planificada hasta el más mínimo detalle y ejecutada con la sobriedad funcionarial que ya conocemos, desde Hannah Arendt, como “la banalidad del mal”. Planificación que, al abordar la nueva deportación de judíos húngaros, también queda patente en la reunión al máximo nivel de la parte final de ‘The Zone of Interest’, basada en la novela de Martin Amis que entre nosotros fuese editado por Anagrama en 2015.

"Rosalie", de Stéphanie di Giusto

Signo muy distinto tiene ‘Rosalie’, la buena sorpresa de la sección paralela Un Certain Regard de la que ayer les prometí hablar en esta crónica. La no fácil vida de lo que comúnmente se conocía como una “mujer barbuda”, pero cuyo pelo se extendía a otras varias zonas de su cuerpo, es narrada en la película con sensibilidad y buen pulso en la segunda película de la directora francesa Stéphanie di Giusto. Se desarrolla el film en un aldea a la que en 1870 llega esta mujer, muy bien interpretada por Nadia Tereszkiewicz, por un matrimonio de conveniencia con un soldado que sufre graves secuelas tras ser herido en la guerra. La forma en que ese personaje femenino, Rosalie, va ganándose al pueblo, salvo alguna excepción malévola, hasta convertir la pobre taberna de su marido en un lugar de encuentro para los vecinos, determina el encanto de una película que, quitando alguna debilidad de guion y ciertos subrayados primerizos, posee un delicado y peculiar atractivo.

Otra mujer que no se acomoda a lo que los demás piensan de ella protagoniza ‘Creatura’, también un segundo largometraje, en este caso de la actriz y directora Elena Martín, que se diera a conocer hace cinco años con su ‘Júlia ist’ y que –al margen del mediometraje de Almodóvar– supone la primera participación española en esta edición de Cannes, concretamente en la ahora llamada Quincena de Cineastas. Bien recibida en su pase matinal, ‘Creatura’ nos habla de la intensa sexualidad de una mujer que no es entendida, cuando niña y adolescente, por sus padres ni más adelante por su pareja, con la que nunca llega a hacer el amor satisfactoriamente, lo que le causa un continuo estrés que desde la infancia se manifiesta en erupciones cutáneas por diversas partes del cuerpo. ‘Creatura’ supone un considerable ejercicio de introspección sobre un personaje femenino, realizado desde la doble intensa faceta de Elena Martín delante y detrás de la cámara.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 20 de mayo de 2023).


Indiana Jones, a ritmo de videojuego

 

En el cine clásico del género, las secuencias de acción aparecían cada cierto tiempo, motivadas por el desarrollo de la trama. Posiblemente debido a la influencia del cine de animación más comercial e infantilizado, pasaron a ser mucho más frecuentes. Hasta que ahora cualquier película de este estilo adopta el ritmo de los videojuegos, con una vertiginosa e incesante acción que pretende dejar sin respiro al espectador. Es justo lo que sucede con ‘Indiana Jones and the Dial of Destiny’, quinta entrega de la franquicia que Steven Spielberg y George Lucas han pasado a un menos valioso James Mangold, cuyo principal trabajo hasta ahora era ‘Logan’ en 2017.

"Indiana Jones and the Dial of Destiny", de James Mangold 

No se detiene un minuto la nueva aventura del arqueólogo más famoso del cine. Y es ese no descansar el principal lastre de esta búsqueda del disco o cuadrante de Arquímedes, capaz de retrotraernos en el tiempo, y que su creador dejó partido en dos para que no cayera en malas manos. Claro que al principio parece que el objeto anhelado es la lanza de Longinos, la que hirió el costado de Cristo y que Hitler deseaba poseer por encima de cualquier otro tesoro, quizá por haberse quedado sin aquella Arca Perdida que también le arrebató Indiana Jones. Pero no nos liemos, porque no es precisamente contar bien una historia lo que de verdad interesa a los responsables de esta dicen que última entrega.

Lo suyo es dar a aquello mucha marcha, con una especie de prólogo de veinte minutos donde vemos a un Harrison Ford con el rostro rejuvenecido digitalmente (aunque está bien logrado, da un poco de grima, la verdad) volviendo a luchar con los nazis en 1944. Y, en ese sentido vertiginoso, destaca con fuerza una persecución entre dos “toc-tocs” por las calles de Tánger, ya en el 1969 en el que sucede la mayor parte de la película, entre celebraciones del éxito espacial por la llegada del hombre a la Luna. Las secuencias semifinales –las más sugerentes e inventivas– y un cierre sentimentaloide me los callaré para no fastidiar a los espectadores que sin duda irán en masa a ver este nuevo ‘Indiana Jones’ y amortizarán de sobra su presupuesto de cerca de 300 millones de dólares.

Avisemos prudentemente de que la inclemente música de John Williams, con diversas variantes de sus pasajes más conocidos para la serie, puede causar serios dolores de cabeza y de que no esperen ver demasiado a Antonio Banderas en el film, ya que tiene un papel casi episódico de pescador español experto en inmersiones. Los infinitos títulos finales, sin la esperable sorpresa de agradecimiento, confirman que los miles de profesionales que han intervenido en la película, sobre todo en el aspecto digital, casi no caben ni siquiera en el Bernabéu… Hay exito de taquilla asegurado.

"Black Flies", de Jean-Stéphane Sauvaire

No creo que, para nada, lo obtenga ‘Black Flies’, del realizador francés afincado en Estados Unidos Jean-Stéphane Sauvaire y protagonizada por Sean Penn, ya que sus imágenes no son precisamente agradables. Los dramáticos servicios que tiene que efectuar una pareja de enfermeros que llevan una ambulancia por zonas pobres de Nueva York, revela aspectos muy negros de una metrópolis tan variopinta y conflictiva como esta. El típico esquema, utilizado sobre todo por el cine policiaco, de relación laboral y amistad final de hombre experto que comparte una difícil labor con otro que acaba de llegar al oficio, queda aquí ligeramente matizado por la difícil psicología de ambos y la sensibilidad del más joven, que coprotagoniza Tye Sheridan. Personaje al que afecta cada vez más el encontrarse con terribles casos, en los que –se nos dice– las moscas siempre localizan a los muertos antes que nadie. De ahí el título de una película a la que sobra efectismo y grandilocuencia, razón por la que creo que ha sido mal recibida en Cannes.

Y déjenme avanzarles una estupenda sorpresa, proveniente de la sección paralela Un Certain Regard: ‘Rosalie’, de la francesa Stephanie di Giusto. Como, con su implacable látigo, Indiana Jones se ha apoderado de la mayoría del espacio de esta crónica, se lo cuento mañana.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 19 de mayo de 2023).


Cannes se fija en las relaciones maternofiliales

 

Aunque con corrientes de fondo, las películas de Hirokazu Kore-eda han sido siempre transparentes, diáfanas, de narración sencilla y a menudo emotiva. No es el caso de su última obra, ‘Monster’, más cerebral y donde utiliza el recurso que en su día popularizó un colega suyo, Akira Kurosawa: el llamado método ‘Rashomon’, donde un mismo hecho es contemplado desde perspectivas diferentes (cuatro en aquel caso, tres ahora), de tal forma que una determinada realidad surja de esas diversas miradas y experiencias. Así sucede en este ‘Monster’ de Kore-eda que llega cuando todavía tenemos muy reciente su ‘Broker’ del pasado año, con la que el coreano Song Kang-ho obtuvo el Premio al Mejor Actor.

"Monster", de Hirokazu Kore-eda

Quizá las diferencias provengan de que en este caso el gran cineasta japonés no parte de un guion propio, sino de Yuh Sakamoto, aunque por supuesto no faltan los personajes infantiles o adolescentes ni las familias más o menos estructuradas, algo consustancial a su obra. Pero en este caso, a partir del posible acoso de un escolar por parte de su profesor, narrado desde el subjetivismo de la madre del crío, del citado profesor de instituto y del propio niño, son otras las cuestiones casi filosóficas que preocupan al autor de ‘Un asunto de familia’, justa Palma de Oro para Kore-eda en 2018. Cuestiones que se refieren a la posibilidad de llegar a la verdad, del poder de las apariencias que no siempre responden a lo sucedido, de la capacidad de engaño y autoengaño que puede darse en el ser humano…

Temas de primera magnitud que van desarrollándose a lo largo de las tres partes del film, aunque imbricadas en ocasiones unas con otras, con especial valía en el caso de la madre viuda que intenta saber a toda costa el motivo de que a su hijo le haya acusado su maestro de haber cambiado su cabeza por “otra de cerdo”, lo que ha traumatizado al pequeño, hasta la amistad de este hacia un pequeño compañero que es víctima de “bullying”. Con él emprenderá una luminosa relación de amistad en la parte final de ‘Monster’ que supone su mejor atractivo y da sentido global a la película.

"Le retour", de Catherine Corsini

También son las relaciones maternofiliales, tan a menudo difíciles y problemáticas, las que centran ‘Le retour’, de Catherine Corsini, pero bajo unas premisas de muchísimo menor calado. La historia de la cuidadora de niños que vuelve a Córcega, donde se había casado y vivido, para seguir con la familia “progre” para la que trabaja en París, pero ahora en compañía de sus bastante insoportables hijas adolescentes, no va más allá de un relato naturalista envuelto en reencuentros bastante forzados, bonitas playas, bailes, ligues y demás dosis veraniegas. También, como en ‘Monster’, la madre es viuda y no se entiende nada bien con sus hijas, en principio con la pequeña de 15 años, hasta que se distancia también de la de 17 cuando mantiene una relación lésbica y conoce a una abuela que su progenitora le había ocultado. Pero ya se sabe que madre no hay más que una, que la familia está por encima de todo y que el verano acaba pasando con la fugacidad de una nube pasajera…

Curiosamente, ‘Le retour’ había sido seleccionada con tiempo por Cannes, pero luego el Festival le retiró la invitación a causa de los rumores de que sus protagonistas femeninas, dos chicas menores negras igual que su madre, habían sufrido acoso durante el rodaje para ser obligadas a filmar sus escenas eróticas. El Consejo de Administración del certamen retuvo su invitación hasta “saber más sobre esta situación” pero, basándose sobre todo en los testimonios de las jóvenes actrices, acabó por invitarla de nuevo. Y ‘Le retour’ no solo regresó a Córcega sino con todos los honores a la Competición oficial del Festival. Tampoco creo que los hermanos Lumière se hubieran revuelto en su tumba de no haberlo hecho.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 18 de mayo de 2023).

 

Cannes apuesta sobre seguro

 

Cartel y alfombra roja de la 76 edición del Festival de Cannes

Contar con nada menos que cinco ganadores de la Palma de Oro entre los cineastas cuyos veintiún largometrajes entran en competición dentro de la Sección Oficial, indica que la actual edición del Festival de Cannes juega sobre seguro. Efectivamente, Ken Loach (por partida doble), Wim Wenders, Nanni Moretti, Nuri Bilge Ceylan e Hirokazu Kore-eda ya han obtenido el máximo galardón de Cannes, lo que no les impide concursar ahora de nuevo. Si a ellos unimos otros nombres anteriormente premiados, como Marco Bellocchio, Aki Kaurismäki, Todd Haynes, Tran Anh Hung o Alice Rohrwacher, comprobaremos hasta qué punto el Festival se apoya en grandes autores para su 67 edición. Con un Jurado internacional encabezado por un Ruben Östlund también ganador de la Palma en dos ocasiones, la última el mismísimo año pasado con El triángulo de la tristeza, y en el que figura asimismo otra triunfadora, la francesa Julia Ducournau, que obtuviese en el Cannes veraniego de 2021 la injusta recompensa dorada por su Titane.

En tiempos de tantas dudas sobre el porvenir del cine en las salas, el primer Festival del mundo parece, por tanto, querer aportar serenidad con el apoyo de auténticos referentes de su trayectoria. Realizadores veteranos, desde los 87 años de Loach hasta los 66 de Kaurismaki, a los que habría que añadir algunos que figuran en muestras paralelas dentro de la Selección Oficial, como Martín Scorsese y sus 80 años, los mismos de Harrison Ford, con las películas quizá más esperadas del certamen (Killers of the Flower Moon, de casi tres horas y media de duración, y la quinta entrega de Indiana Jones) o Takeshi Kitano, con 76. Hay sí, algunos debutantes, pero por lo general en las secciones paralelas, Un Certain Regard, la Quincena de Cineastas –que, para ser más inclusivos, ha cambiado de nombre desde el anterior Quincena de Realizadores– y la Semana de la Crítica. También resulta destacable que en la Competición Oficial haya siete directoras, signo de los tiempos que por fortuna corren, lo que significa hasta un tercio de dicha sección.

Igualmente, son dos nombres de la veteranía de Víctor Erice y Pedro Almodóvar, con tan solo una década de diferencia de edad entre ellos, de 83 a 73, los encargados de representar a nuestro país entre los elegidos por el Comité de Selección, aunque ambos fuera de concurso. Sin duda, el tan esperado regreso de Erice con Cerrar los ojos supone un acontecimiento para el cine español e incluso internacional. Mientras que Almodóvar muestra un mediometraje de 31 minutos, Extraña forma de vida, financiado por la división cinematográfica de la firma Yves Saint-Laurent, donde muestra una historia de amor “gay” en un ambiente de “western”, al estilo de Brokeback Mountain. La escasa gente joven de nuestro cine la hallamos en la Quincena gracias a la directora y actriz Elena Martín, con su Creatura; y los cortos Aunque es de noche, de Guillermo García López, en la Sección Oficial de este formato; Contadores, de Irati Gorostidi, en la Semana de la Crítica, y la práctica de la Escuela de Cine de Catalunya (ESCAC) Trenc d’Alba, de Anna Llargués, en La Cinef, muestra dedicada a los centros de enseñanza.

"Jeanne Du Barry", de Maïwenn 

Toda esta ingente marea de películas, cineastas, “estrellas” y demás parafernalia cannesina ha comenzado, mal, con Jeanne Du Barry, de Maïwenn, directora y actriz famosa en Francia y “mimada” por Cannes, donde se han mostrado varios de sus seis trabajos tras la cámara, pero escasamente conocida fuera de sus fronteras. Sorprende ver aquí una obra tan antigua como esta, en todos los sentidos de la palabra, desde su inspiración ideológica hasta su propuesta estética, pasando por una interpretación dominada por la nada atractiva pareja que forman la citada Maïwenn y Johnny Depp como el penúltimo rey de la decadente Monarquía gala. La historia de amor entre Luis XV y la cortesana que da título al film y que pronto sería su favorita, envuelta en mucho “lujo y esplendor” y una incesante música grandilocuente, solo interesa por detalles de los usos y costumbres de una estúpida y esclerotizada Corte que quedaría felizmente barrida por la Revolución de 1789.

La elección de Jeanne Du Barry para abrir la edición de 2023, tras una protocolaria ceremonia inaugural que contenía la entrega de la Palma de Oro de Honor a Michael Douglas, consuma la preferencia hacia títulos franceses nada convincentes para esa apertura oficial que en otras épocas estuvo casi reservada al film más reciente de Woody Allen. Tiempos felices aquellos…

Michael Douglas, con su Palma de Oro de Honor


(Publicado en "Turia" de Valencia, 19 de mayo de 2023).