La banalidad del mal, en primer plano

 

En una edición del Festival de Cannes dominada por cuestiones éticas y con las ideas del suicidio y del desarraigo afectivo muy presentes, media docena de películas han dominado hasta ahora la Sección Oficial. Tres de ellas pertenecientes a cineastas suficientemente acreditados que –como dijimos en nuestra crónica anterior– pueblan el principal escaparate del certamen: Las hojas muertas, de Aki Kaurismäki; Las hierbas secas, de Nuri Bilge Ceylan, y Monster, de Hirokazu Kore-eda. Por encima de ellas, en mi criterio, la obra hasta ahora más importante de la Competición: The Zone of Interest, del británico Jonathan Glazer, conocido sobre todo por sus trabajos en vídeo, y que se basa en la novela del mismo título del fallecido en estos días Martin Amis. Films a los que cabe añadir el francés Anatomie d’une chute, de Justine Triet, y, en sentido negativo pese a la expectación despertada, May December, del gran autor de Carol y Lejos del cielo, Todd Haynes.

¿Por qué destaco en primer término The Zone of Interest? Porque se trata de una película que interpela directamente a la conciencia del espectador, que no puede asistir impasible contemplando la tranquila y ordenada vida familiar del comandante del campo de concentración de Auschwitz mientras, solo separados por un muro, se extermina a millares y millares de personas. O cómo se prepara con frialdad funcionarial un “transporte” de judíos húngaros para ser asesinados en las cámaras de gas. Justo esa “banalidad del mal” a la que se refirió Hannah Arendt al hablar del Holocausto nazi.

"Las hojas muertas", de Aki Kaurismäki

Reconozco que, ante relatos así, que responden a una tremenda realidad, los relatos individuales palidecen un tanto. Pese a tener una historia de amor tan tierna, emotiva y cálida en su frialdad como la de Las hojas muertas, donde Kaurismäki muestra lo mejor de su estilo en un enfoque muy cinéfilo y donde, junto a otros cineastas, la sombra de Chaplin planea con especial fuerza. O, en el caso del Bilge Ceylan de Las hierbas secas, de reforzar su maestría a la hora de filmar las conversaciones de sus personajes: un profesor destinado a una aislada y gélida zona de la Turquía profunda, con una mujer a la que un terrorista suicida segó una pierna, y el vecino de habitación del maestro, también atraído por la misma mujer. Y en cuanto al Monster de Kore-eda lo que, bajo una apariencia de similitud, tiene de variación respecto a la obra anterior de su autor, que –con un guion ajeno– se lanza a una estructura tipo Rashomon para narrar un episodio de posible “bullying” desde tres perspectivas diferentes.

A la hora de intentar determinar lo que es verdad y es mentira, Justine Triet ha elegido en Anatomie d’une chute la vía del juicio contra una mujer que quizá haya matado voluntaria o involuntariamente a su marido, escritor frustrado frente al éxito de ella como novelista, que en apariencia se suicidó. Habrá que ver por dónde transitan los muy importantes cineastas que todavía no han salido a escena cuando escribo esta crónica: nada menos que Loach, Bellocchio, Moretti, Wenders, Anderson, Tran Anh Hung, Catherine Breillat o Alicia Rohrwacher, de todos los cuales se espera lo mejor.

"Cerrar los ojos", de Víctor Erice

Lo mejor que también llegó de las diversas secciones en que la Selección Oficial se ha multiplicado, arruinando la hasta ahora muy valiosa muestra paralela Un Certain Regard. Así, bajo una u otra etiqueta, han venido, por ejemplo, la ya clásica Killers of the Flower Moon, película/serie donde Martin Scorsese demuestra hallarse en plena forma al reflejar la criminalidad contra los indios Osage en los años 20 del pasado siglo mediante un esquema muy similar al de sus films sobre la Mafia y con un Robert De Niro sobresaliente en su papel de todopoderoso “padrino”. Y hemos asistido al anhelado regreso de Víctor Erice al largometraje con su Cerrar los ojos, profunda investigación sobre un actor que se creía muerto tras abandonar un rodaje en marcha, y que quizá sea el hombre carente de memoria que se encuentra en una residencia andaluza. Sin olvidar, pese a su propuesta más propia del videojuego que de la tradición anterior de la serie como cine de acción, a un Indiana Jones and the Dial of Destiny que seguro que va a constituir una bendición para las taquillas.

Vaya un último párrafo a destacar la trasformación positiva que está experimentando el cine documental, con títulos como Occupied City, del británico Steve McQueen; Les filles d’Olfa, de la tunecina Kaouther Ben Hania, o Little Girl Blue, de la francesa Mona Achache, que se alejan del todo, afortunadamente, del tradicional esquema de las cabezas parlantes.


(Publicado en "Turia" de Valencia, 26 de mayo de 2023).


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