En una edición del Festival de Cannes dominada por cuestiones
éticas y con las ideas del suicidio y del desarraigo afectivo muy presentes,
media docena de películas han dominado hasta ahora la Sección Oficial. Tres de
ellas pertenecientes a cineastas suficientemente acreditados que –como dijimos
en nuestra crónica anterior– pueblan el principal escaparate del certamen: Las hojas muertas, de Aki Kaurismäki; Las hierbas secas, de Nuri Bilge
Ceylan, y Monster, de Hirokazu
Kore-eda. Por encima de ellas, en mi criterio, la obra hasta ahora más
importante de la Competición: The Zone
of Interest, del británico Jonathan Glazer, conocido sobre todo por sus
trabajos en vídeo, y que se basa en la novela del mismo título del fallecido en
estos días Martin Amis. Films a los que cabe añadir el francés Anatomie d’une chute, de Justine Triet,
y, en sentido negativo pese a la expectación despertada, May December, del gran autor de Carol y Lejos del cielo, Todd Haynes.
¿Por qué destaco en primer término The Zone of Interest? Porque se trata de una película que interpela directamente a la conciencia del espectador, que no puede asistir impasible contemplando la tranquila y ordenada vida familiar del comandante del campo de concentración de Auschwitz mientras, solo separados por un muro, se extermina a millares y millares de personas. O cómo se prepara con frialdad funcionarial un “transporte” de judíos húngaros para ser asesinados en las cámaras de gas. Justo esa “banalidad del mal” a la que se refirió Hannah Arendt al hablar del Holocausto nazi.
Lo mejor que también llegó de las diversas secciones en que
la Selección Oficial se ha multiplicado, arruinando la hasta ahora muy valiosa
muestra paralela Un Certain Regard. Así, bajo una u otra etiqueta, han venido,
por ejemplo, la ya clásica Killers of
the Flower Moon, película/serie donde Martin Scorsese demuestra hallarse en
plena forma al reflejar la criminalidad contra los indios Osage en los años 20
del pasado siglo mediante un esquema muy similar al de sus films sobre la Mafia
y con un Robert De Niro sobresaliente en su papel de todopoderoso “padrino”. Y
hemos asistido al anhelado regreso de Víctor Erice al largometraje con su Cerrar los ojos, profunda investigación
sobre un actor que se creía muerto tras abandonar un rodaje en marcha, y que
quizá sea el hombre carente de memoria que se encuentra en una residencia
andaluza. Sin olvidar, pese a su propuesta más propia del videojuego que de la
tradición anterior de la serie como cine de acción, a un Indiana Jones and the Dial of Destiny que seguro que va a
constituir una bendición para las taquillas.
Vaya un último párrafo a destacar la trasformación positiva
que está experimentando el cine documental, con títulos como Occupied City, del británico Steve
McQueen; Les filles d’Olfa, de la
tunecina Kaouther Ben Hania, o Little
Girl Blue, de la francesa Mona Achache, que se alejan del todo,
afortunadamente, del tradicional esquema de las cabezas parlantes.
(Publicado en "Turia" de Valencia, 26 de mayo de 2023).
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