Erice y Kaurismäki protagonizan una jornada de gran cine

 

Reunir en una misma jornada a Víctor Erice y Aki Kaurismäki es uno de esos privilegios que, pese a sus múltiples y crecientes incomodidades, solo este Festival puede permitirse. El regreso a la gran pantalla del autor de ‘El espíritu de la colmena’ treinta y un años después de ‘El sol del membrillo’ y una nueva muestra de la personalidad tan imitada pero inimitable del gran cineasta finlandés han coincidido; en el caso del español con ‘Cerrar los ojos’ dentro de la sección no competitiva Cannes Première y en el de su colega con ‘Las hojas muertas’ dentro del concurso oficial. Tanto da, porque lo fundamental es que hemos asistido a dos muestras del mejor cine.

"Cerrar los ojos", de Víctor Erice

Había mucha expectación por lo que Erice ofrecería en su resurrección al largometraje. El resultado se halla a la altura de su exigencia y su prestigio narrando paso a paso la investigación sobre un actor que desapareció en medio del rodaje de una película y cuyo director, ya retirado, trata de encontrar tras ser convocado para ello por un programa televisivo. ¿Es ese actor a quien se dio por muerto el hombre sin memoria que se halla acogido en una residencia de ancianos andaluza y que ha perdido totalmente la memoria? En ese enigma se centra ‘Cerrar los ojos’ a lo largo de cerca de tres horas, donde abundan las referencias cinéfilas, sobre todo a decepciones vividas por Erice, como su imposibilidad de adaptar ‘El embrujo de Shanghai’, de Juan Marsé, que acabó haciendo Fernando Trueba, o de rodar la segunda parte de ‘El Sur’, la ya situada en Andalucía.

Es como si en un film centrado en la vejez y en la muerte, su autor hubiese querido no solo contar una determinada historia, sino resumir, a sus casi 83 años, lo que ha sido y no ha sido su carrera. Con su reflexión sobre el poder revelador o enmascarador del cine, ‘Cerrar los ojos’ cuenta con una espléndida interpretación de Manolo Solo en el papel del director jubilado y con la intensidad de José Coronado en su parte final. Donde se concreta esa frase pronunciada por el médico que encarna Juan Margallo (precisamente quien fuese el guerrillero oculto de ‘El espíritu de la colmena’) en el sentido de que el ser humano no solo es memoria, sino también sentimiento y pasión, como los que se traslucen de las imágenes de Erice, que no ha venido a Cannes, al parecer decepcionado por no estar en la Sección Oficial.

"Las hojas muertas", de Aki Kaurismäki

También sentimiento y pasión viven intensamente la pareja protagonista de ‘Las hojas muertas’, pero de la manera soterrada, silenciosa, casi pasiva, tan característica de su autor. Porque Aki Kaurismäki muestra de nuevo, ¡y en solo 81 minutos!, su maestría a la hora de reflejar seres anónimos cuyos sentimientos llegan bien puros al espectador mediante un juego interpretativo, una luz, unos decorados, unas músicas siempre tristes que, pese a su aparente frialdad, nos van embargando de emoción en el trayecto de esta mujer, este hombre… Y este perro callejero que les acompaña en una final que supone un precioso homenaje a Chaplin, mientras suena la famosa canción de Jacques Prévert y Joseph Kosma que da título al film.

Porque si en ‘Cerrar los ojos’ hay referencias cinéfilas, muchas más todavía en este caso, jugando con carteles de ‘Breve encuentro’ o ‘Rocco y sus hermanos’ o con divertidas alusiones a Bresson y Godard, entre tantos otros. El peculiar mundo de Kaurismäki, ese estilo calmo que se mueve entre el humor de Jacques Tati y las miniaturas orientales, acaba por imponerse una vez más; ya no nos sorprende pero nos sentimos de nuevo plenamente felices de encontrarnos con él.

Si el cineasta finlandés resulta tan cálido como el hielo que acaba quemando, no hay que confundirlo con la frialdad típicamente austriaca que destila ‘Club Zero’, de Jessica Hausner. El relato de una profesora de dietética que convence a un pequeño grupo de alumnos de un colegio de élite para que cada vez coman menos y solo de viandas muy selectivas, acaba convirtiéndose en una especie de parábola sobre las sectas y el fanatismo. Aunque la realizadora parece acabar apostando por un mundo espiritual donde cuatro adolescentes y su guía transitan felices por un paisaje cuya belleza crepuscular solo puede pertenecer al soñado Paraíso…


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 23 de mayo de 2023).

 

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