"Il sol dell'avvenire", de Nanni Moretti
El lector y posible espectador de ‘Il sol dell’avvenire’ debe
saber que en ella va a encontrarse a un Nanni Moretti en estado puro, con toda
la carga de protagonismo y personalismo que ello implica. Desde los ya lejanos
tiempos de ‘Caro Diario’ y ‘Abril’, todavía en la década de los 90, no veíamos
al cineasta italiano tan en primera fila, con sus reflexiones sobre la vida y
el cine continuamente presentes. Aunque esta vez fusionando esas típicas formas
suyas con un continuo homenaje a Fellini, no ya solo explícito con imágenes de
‘La dolce vita’ sino con el papel dado al circo, a personajes fuera de la norma
o incluso a la música funambulesca de Nino Rota. Cabría decir, así, que ‘El sol
del porvenir’ es una especie de ‘Ocho y medio’ con ribetes muy “morettianos”,
trufado con recuerdos estilo ‘Amarcord’.
Curiosa esta deriva de un cineasta hacia otro con quien no
parecía tener especiales concomitancias. Pero así es el autor de ‘La habitación
del hijo’, Palma de Oro en 2001, aunque sí queden aquí constantes su rechazo
hacia los films donde se celebra la violencia (“Os arrepentiréis algún día de
lo que estáis haciendo, cuando ya no tenga remedio”, llega a decir a un
realizador que va a terminar su ópera prima con una ejecución a sangre fría),
las diferencias generacionales o el papel jugado en su país por el Partido
Comunista, que llegó a contar con dos millones de afiliados.
Es precisamente en un momento decisivo de esta formación
política cuando se sitúa la película que, en la ficción, Moretti está
dirigiendo: su separación de la Unión Soviética, marcada por Togliatti con
muchas dudas después de que invadiera en 1956 Hungría. La estancia de un circo
de exiliados de ese país, al que ha invitado una sección local del PCI romano,
va alternándose en la trama con otra separación, la deseada por la propia mujer
del realizador, o la relación de su hija con un diplomático polaco mucho mayor
que ella.
A la hora de narrar un momento de grave crisis en la
izquierda italiana, Moretti/personaje se encuentra con que todo va
derrumbándose alrededor, aunque –dentro de la mejor tradición comunista– no
reniega de un optimismo que expresa en dos finales, uno complementario del otro:
el de todo el equipo de rodaje bailando como peonzas (lo que incluso escenificaron
en la entrada al Palacio del Festival) y el propiamente dicho que cierra el
film. Es ‘Il sol dell’avvenire’ una película irregular, algo habitual en
Moretti, con situaciones fallidas como las relativas al tramposo coproductor
francés y el citado diplomático o la propia crisis matrimonial, al lado de
secuencias francamente brillantes, cálidas y divertidas.
En eso consiste el ochenta por ciento de las dos horas y
media del film, en el que lo más interesante es la identificación entre
profesionalidad y pasión amorosa, sin la cual la primera se diluye, pero solo hasta
que llega un buen recambio y surge la transmisión de maestros a aprendices.
Visto por la selecta audiencia de la Gran Sala del Festival sin duda ‘La
passion de Dodin Bouffant’ habrá sabido distinto a su contemplación en un pase
de Prensa formado por periodistas que en muchas ocasiones durante el Festival
solo comemos un bocadillo… y gracias.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 25 de mayo de 2023).
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