El Festival Cannes parece haberse retrotraído este año hasta la Quinta Regla de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola, cuando afirmaba que “en tiempos de desolación nunca hacer mudanza, más estar firme y constante en los propósitos y determinación”… Así puede entenderse que en un momento en que la asistencia al cine está tan cuestionada debido, básicamente, a la popularización de las plataformas tras la pandemia, se haya lanzado a un programa como el de la 76 edición, tan repleto de grandes nombres. Es como si el primer certamen del mundo quisiera mandar un mensaje de sosiego: no os preocupéis que mientras creadores como los que hemos incluido este año continúen haciendo películas, el futuro del cine está asegurado. Pero no solo el más personal, el de autor, porque también tenemos títulos como nada menos que la quinta entrega de ‘Indiana Jones’ para venir al rescate de las taquillas. Tranquilos.
Porque ya no es solo que que cinco ganadores de la Palma de
Oro vuelvan a competir este año, caso de Ken Loach (que la ha obtenido en dos
ocasiones), Nanni Moretti, Hirokazu Kore-eda, Nuri Bilge Ceylan y Wim Wenders,
sino que otros apellidos bien ilustres vienen al auxilio: Scorsese, Bellocchio,
Kaurismaki, Todd Haynes o un casi desaparecido Tran Anh Hung, entre muchos
otros. Junto a ellos, dos ilustres españoles, Víctor Erice, cuyo regreso a
nuestro cine con ‘Cerrar los ojos’ supone una noticia de primer orden; y Pedro
Almodóvar, que ha presentado en sesión única su mediometraje ‘Extraña forma de
vida’, financiado por la firma Yves Saint-Laurent, relato de una pasión
homosexual en un ambiente de “western”, con el que el autor manchego parece
resarcirse mínimamente de no rodar en su día ‘Brokeback Mountain’, de tema muy
similar.
Sin duda, estos cineastas, en su mayoría muy veteranos,
dentro de un arco de edad que encabezan los 83 años de Loach, son los “encargados”
de aportar un poco de serenidad a este momento tormentoso, de dudas e
interrogantes que se plantean ante la gran pantalla. No es que no haya también
jóvenes debutantes, sobre todo en las secciones paralelas a la Oficial y que
suelen servir como escalera de acceso a ella, pero de manera muy escasa en la
Competición, dentro de la que concurren 21 largometrajes. Con nota especialmente
alta para la presencia de directoras, con un tercio de ese total que lleva
firma femenina, en una especie de ejercicio de expiación que Cannes pretende
llevar a cabo.
Así pues, es a los “clásicos” y a las cineastas a quienes el
Festival encomienda su alma en 2023, por decirlo en esos términos religiosos
que venimos empleando. Aunque podría haberlo hecho mejor que con ‘Jeanne du
Barry’, un film inaugural nada satisfactorio que cuenta la historia de amor
entre la cortesana de ese nombre (interpretada por la propia directora,
Maiwenn) y un rey Luis XV con los irritantes trazos de Johnny Depp, actor que
tanto gusta a los responsables de determinados Festivales. “Lujo y esplendor”
versallescos, música tan nutrida como la figuración cortesana, y un tufo a reivindicación
de aquella Monarquía en decadencia y a la que no le faltaba mucho para que la
Revolución de 1789 la llevase a la guillotina.
Más digno de ser tenido en cuenta ha sido el comienzo de la
antes llamada Quincena de los Realizadores, ahora Quincena de Cineastas en pro
del lenguaje inclusivo, con ‘Le procès Goldman’, de Cédric Kahn. Un film
judicial puro y duro, con solo una secuencia inicial que no se celebre en el
espacio del tribunal donde se dirimía en 1976 el segundo proceso contra Pierre
Goldman, activista de izquierdas al que se acusaba –según él solo por
antisemitismo y xenofobia– de un doble crimen en el atraco a una farmacia.
Siempre quedaron dudas ante el veredicto final de inocencia, sobre todo cuando
Goldman murió pocos años después en misteriosas circunstancias.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 17 de mayo de 2023).
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