(Texto de la presentación de Goran Paskaljevic que, en su presencia y previamente a la proyección de "Al nacer el día", tuvo lugar en la sede -el madrileño Cine Doré- de la Filmoteca Española el 20 de febrero de 2014).
· Es
el único director que ha ganado tres veces la Espiga de Oro del Festival de
Valladolid, con La otra América en
1995, Optimistas en 2006 y Lunas de miel en 2009. Por encima
incluso de Ingmar Bergman, que ganó también tres veces, por con dos Espigas y
un Lábaro de Oro, este en la etapa en que el Festival era Semana de Cine
Religioso y de Valores Humanos. También en Valladolid se hizo en 1996 la
primera retrospectiva completa de su obra hasta ese momento. Lo cito por la
cercanía respecto a dicho Festival, pero las películas de Paskaljevic han
recibido premios en muchos otros Festivales del mundo.
· Entre
los dieciséis largometrajes que ha realizado Paskalvejic, desde Un vigilante de playa en invierno en
1976, hasta este Al nacer el día que
veremos hoy, creo que hay que diferenciar varias etapas. La primera muy
influenciada por la “Nova Vina”, la Nueva Ola checoslovaca (él estudió en la
FAMU de Praga), e incluso el neorrealismo, movimiento del que él era gran
admirador. Paso a paso, va configurando –a través de films como El perro que amaba los trenes, …Y los días
pasan sobre la Tierra, Tratamiento especial, El engañoso verano del 68, El
ángel de la guarda, Tiempo de milagros, Tango argentino o La otra América–
una filmografía con rasgos propios y que se ha caracterizado como “la
tragicomedia humana”. Es decir, con una fusión de elementos trágicos y
cómicos sobre personajes que nos resultaban creíbles y cercanos, personajes
muchas veces marginales, “parias de la fortuna”, perdedores que sufrían unos
embates que les superaban muchas veces y les impedían integrarse realmente en
la sociedad en la que vivían. Pero tratado todo ello con un fuerte sentido del
humor y un hálito de esperanza que les permitía a esos personajes algún tipo de
salida. Lo que, además de ser un rasgo característico de la obra de
Paskaljevic, se halla profundamente arraigado en las diversas modalidades de la
cultura de su país.
·
El
punto de giro llega en 1998, cuando Paskaljevic realiza El polvorín, también llamada Cabaret
Balkan, inicio de su “Trilogía serbia”, proseguida con El sueño de una noche de invierno y Optimistas. En medio ha sucedido nada
menos que la Guerra de los Balcanes y la violenta explosión de un ultranacionalismo
que había estado contenido durante el largo periodo del Mariscal Tito. Son
películas que hablan de la devastación física y moral de un país, la
exYugoslavia, y del irracional deseo de expansión y dominio por parte de Serbia,
iniciado durante el periodo del presidente Milosevic. Paskaljevic vive exiliado
de su país entre 1992 y 1998, cuando regresa para hacer El polvorín, y es considerado oficialmente como un “traidor a la patria” o, cuando menos “altamente sospechoso”.
· Paskaljevic,
como quizá no podía ser menos, ha cambiado muy profundamente. Ya no es el
esperanzado humanista de la etapa anterior, ni su humor es el mismo, ahora
teñido de acidez e incluso crueldad. Se diría que ha hecho suya la frase de
Voltaire en “Cándido” (libro en el que se basan las cinco historias de Optimistas): “Optimismo es la locura de insistir en que somos todos buenos, cuando
todos somos miserables”… Ahora ya no se trata de componer más o menos
amables panorámicas sobre pobres seres humanos, sino de denunciar hasta qué
punto pueden ser llevados a la barbarie y a la irracionalidad como individuos y
como colectivo. El mismo Paskaljevic ha dicho que sus películas se han vuelto “más políticas”, pero no por voluntad
propia sino porque es la política, la guerra, la confrontación, lo que ha
irrumpido en las vidas de millones de personas.
· Ese
Paskaljevic “distinto” también se había podido observar en Cómo Harry se convirtió en
árbol, rodada en Irlanda en medio de la “Trilogía serbia”. Y se
percibiría nítidamente en Lunas de miel:
vale la pena hacer una comparación entre La
otra América y Lunas de miel, y
se comprobará en qué medida tan decisiva ha variado el punto de vista de
Paskaljevic sobre un tema básico en nuestro mundo como es la emigración.
Mientras en la primera los emigrantes en Nueva York llegaban a un cierto grado
de felicidad cotidiana basada en la solidaridad entre ellos, en Lunas de miel no existen posibilidades
de solución para dos parejas que buscan emigrar a la “tierra prometida” de la
Europa Occidental, en Italia y Austria exactamente.
·
Hasta
llegar a este Al nacer el día que
vamos a ver, sobre la que será el propio Goran quien les hable y mantendremos
un coloquio posterior. Baste decir por mi parte que creo que Paskaljevic llega
en ella a una cierta serenidad de madurez, a un cierto equilibrio donde la
memoria personal e histórica juegan un papel esencial y donde también su autor
se adentra en un nítido clasicismo estilístico.
·
Termino
aquí, dando las gracias a Chema Prado por haberme invitado a hablar en
esta sesión, de la misma manera que a todos ustedes por su tan nutrida
asistencia, que llena la Filmoteca. Y, muy particularmente, a José María y
Miguel Morales, los máximos responsables de Wanda Visión, gracias a
quienes la obra de Goran Paskaljevic es no solo conocida en España, sino que
incluso han coproducido varios de sus últimos films. Les agradezco mucho su
atención.
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