Para muchos seguidores de Camilo José Cela, su presencia en
las pantallas cinematográficas se limita a su aparición en La colmena, de Mario Camus, interpretando a Matías Martí, un
“inventor de palabras” que se reúne con otros colegas en el café La Delicia
durante la inmediata posguerra española. Como muestra de su actividad, regala a
los contertulios su neologismo “bizcotur”, que define como “dícese de aquel
que, sobre ser bizco y mal encarado, mira con aviesa intención. Puede usarse
también como sustantivo”… Un personaje que, por cierto, no pertenece a la
novela original de Cela en que el film se basa, sino a otra obra suya, El gallego y su cuadrilla, que José Luis
Dibildos –productor, guionista y verdadero “factótum” de la película– rescató
para esta adaptación.
Camilo José Cela, como el físico Loves de "El sótano", de Jaime de Mayora (1949).
Sin embargo, la vocación de actor de Cela venía de muy lejos,
de los años 40, cuando solía unir esta labor con su trabajo en aquellos guiones
en los que colaboraba, muchas veces solo como dialoguista. Sobre todo, en el
caso de El sótano, realizada en 1949
por Jaime de Mayora, y donde el escritor interpretaba uno de los papeles
principales: el del racionalista físico Loves que, mientras jugaba con el padre
Ramón (Jesús Tordesillas) interminables partidas de ajedrez en el refugio donde
se guarecían de los bombardeos aéreos sobre una ciudad anónima, debatía con él
sobre la mismísima condición humana desde sus ópticas opuestas. Incluso Cela
estuvo a punto de encarnar al protagonista, el periodista Juan Bell, que
conduce todo el relato, pero finalmente este personaje quedó en manos de
Eduardo Fajardo.
Película “maldita” donde los haya, de intenciones claramente
pacifistas en un contexto que no lo favorecía, El sótano supone la mayor implicación personal de Cela con el cine.
Trató en ella de ayudar a su amigo Jaime de Mayora, un falangista “hedillista”
que tuvo que exiliarse temporalmente en Alemania a raíz de la caída en desgracia
de esta tendencia dentro del Movimiento franquista. Cuando regresó a España,
traía consigo un guion que Cela revisó cuidadosamente, en especial sus
diálogos, y aceptó que se lanzase publicitariamente el film con su nombre como
principal reclamo, merced a la popularidad adquirida tras la publicación en
1942 de La familia de Pascual Duarte. De nada sirvió, El sótano fue un rotundo fracaso comercial y Jaime de Mayora
únicamente dirigió otra película, Noche
de tormenta, que tampoco tuvo
éxito, y el nombre de este cineasta donostiarra quedó en el olvido.
Realmente, es por amistad como Cela colabora en diversos
títulos de estos años. Así sucedió también con Pío Ballesteros en dos
ocasiones: en los diálogos de Consultaré
a Mr. Brown (1946), film hoy perdido que supuso el primer contacto directo
del novelista con el cine; y como actor en el papel de un adusto ayudante de
cátedra con el que una alumna intenta ligar, en Facultad de Letras
(1950), penoso ejemplo de exaltación del estudiante vago y caradura. Y algo similar
con otros amigos de la época, Luis María Delgado y Fernando Fernán-Gómez (en su
trabajo inicial tras la cámara), quienes en 1953 codirigieron Manicomio, una valiosa película donde
Cela interpretaba a un loco que se creía un burro y daba coces durante medio
minuto ante el estupor de la concurrencia. Por su parte, José María Elorrieta estuvo
en el origen del proyecto de El cerco del
diablo (1952), aunque no llegó a dirigir ninguno de los cuatro episodios
que compusieron un film en cuyo guion colaboró el escritor pero que también está
perdido en la actualidad, como lamentablemente sucede con tantos otros títulos
de nuestro cine.
Fueron esos años, los transcurridos entre la mitad de la
década de los 40 y los primeros 50, cuando la atracción de Cela por el cine se
hizo más patente, en esa doble faceta de guionista y actor. Como confesaría en
varias ocasiones, llegó a dudar entonces si debía enfocar su carrera hacia la
literatura o hacia el cine, aunque ya había vivido el enorme impacto causado
por La familia de Pascual Duarte y se hallaba en plena escritura
de La colmena, publicada finalmente
en Argentina en 1951. Incluso, a finales de esos años 40, Cela se planteó
seriamente la posibilidad de dirigir la adaptación de su primera novela,
después de que Rafael Gil no lograse llevarla a término; o la de realizar una
película sobre “la soterrada y cautelosa sublevación de los extras en un rodaje,
que no aflora a la superficie porque hay que comer todos los días”, o la de adaptar
nada menos que La educación sentimental,
de Gustave Flaubert.
No prosperaron esas ideas, como tampoco la de conformar una
productora de la que él sería uno de los socios fundadores. Ni mucho menos la
de poner en pie el muy surrealista guion, titulado Prometeo, que había escrito quizá más como ejercicio personal que
con posibilidades reales de que se convirtiera en imágenes. A partir de 1953,
justo cuando publica una de sus mejores novelas, Mrs. Caldwell habla con su
hijo, Cela abandona ya sus veleidades cinematográficas (aparte de una muy
divertida participación como él mismo en La
insólita y gloriosa historia del cipote de Archidona, de Ramón Fernández, y
su ya citada presencia en La colmena).
Se terminaban aquellas aspiraciones que habían comenzado con los diálogos de Consultaré a Mr. Brown en 1946, el mismo
año de ser nombrado –tras su conocida etapa de censor literario para poder
sobrevivir en Madrid– jefe del Negociado de Cine-Clubes en la Subsecretaría de
Educación Popular. Inclinado ya definitivamente hacia la literatura, Cela emprendería
una carrera que culminará con el Premio Nobel de 1989.
En el rodaje de "La colmena" (1976): Mario Pardo, Francisco Rabal y Camilo José Cela.
Otra cosa son las adaptaciones de sus obras: dos, excelentes,
se han llevado a cabo sobre sus principales novelas, las citadas La familia de Pascual Duarte y La colmena. Fallido el proyecto en varias ocasiones, hasta con
directores extranjeros como el mexicano Benito Alazraki o el italiano Marco
Bellocchio, finalmente Ricardo Franco logró llevar al cine en 1976 la primera
de ellas (acortando el título), con producción de Elías Querejeta, quien
intervino también en el guion junto a Emilio Martínez Lázaro y el propio
Franco. En el 29 Festival de Cannes, donde Pascual
Duarte tuvo una polémica acogida por la muerte real de dos animales, una
perra y una mula, en las imágenes, el Premio al Mejor Actor fue para José Luis
Gómez, que debutaba aquí delante de la cámara en un papel inicialmente pensado
para Alfredo Landa. Mientras que la segunda adaptación, La colmena, obtenía el Oso de Oro en el Festival de Berlín de 1983,
“ex-aequo” con el film británico Ascendancy,
después de haber logrado un fuerte éxito en nuestro país. Hablando precisamente
de estas dos adaptaciones, Cela manifestaría que “con que no se traicione el
espíritu de la novela, yo me conformo. Y he tenido suerte, por ejemplo, en La colmena,
desde el director, Mario Camus, a todos los actores”. En cuanto a Pascual Duarte, “me gustó menos. Creo
que es inferior a La colmena como
película, quizá porque se desvió más de la estructura de la obra literaria”.
También dos adaptaciones se han realizado con acierto de sus
libros de viaje, en ambos casos para televisión: Viaje a la Alcarria, de Antonio Giménez-Rico (1975), dentro del
espacio Los Libros, y Del Miño al Bidasoa, serie de cuatro
capítulos dirigida por José Briz (1990), una y otra destinadas a la Segunda
Cadena de TVE. A ellas debe sumarse el notable cortometraje documental Regreso a la Alcarria, de Tomás Cimadevilla, que fue nominado dentro de su
categoría en la última edición de los Goya. Y sobre el escritor y su entorno se
ha estrenado recientemente en la Casa del Lector, de Madrid, el documental de 127 minutos El recuerdo más cercano,
promovido por la propia Fundación Charo y Camilo José Cela, un auténtico mosaico
testimonial de vivencias.
En definitiva, esta es la historia de un escritor que pudo
ser cineasta. No lo llegó a ser, pero siempre sintió una especial fascinación
por el cine, y el cine le correspondió bebiendo de sus mejores obras. Aunque
todavía quedan muchas por adaptar…*
*Quienes deseen profundizar en las
relaciones entre Cela y el cine, pueden consultar el volumen colectivo Las imágenes y el inventor de palabras.
Camilo José Cela en el cine español, con edición de José Luis Castro de Paz
y Jaime Pena, publicado por el Festival de Ourense en 2001 y del que he
extraído diversos datos.
(Publicado en "Academia", revista de la Academia del Cine Español, nº 220, julio/agosto 2016).
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