La Semana de Cine de Valladolid ya ha anunciado su propósito
de ofrecer un homenaje en su próxima edición (22-29 de octubre) a Abbas
Kiarostami. Es lo lógico. Porque fue el Festival que dio a conocer su nombre en
España, cuando en 1993 le dedicó un amplio ciclo, contando con su presencia. Y
al año siguiente su Espiga de Oro fue para A
través de los olivos, lo mismo que sucedería en 2010 con Copia certificada. El nombre de
Kiarostami está indisolublemente unido al de Valladolid y ahora que se ha
producido su inesperado fallecimiento, no puede sino realzarlo mediante esa
retrospectiva que se ha apresurado a organizar.
Exposición "Las cuatro estaciones" en la Semana de Valladolid de 2001
Con su dulzura, su timidez, su hablar bajito y sus
sempiternas gafas oscuras, el cineasta iraní dejó una huella imborrable en
cuantos le conocimos con motivo de aquel ciclo (fue el año en que, con Azul, también vino Kieslowski),
relación que se mantuvo en momentos posteriores. Por ejemplo, al llevar a cabo en
2001 la muestra “Las cuatro estaciones”, en la que reunimos numerosas fotos
suyas, que, según comentó, “no son el
resultado de mi amor por la fotografía, sino del amor que siento hacia la
naturaleza”. Una naturaleza de cerca del Mar Caspio o hacia el Kurdistán
que, curiosamente, encontró muy similar a la de las tierras castellanas.
Pero volviendo al homenaje del 93, recuerdo que también hubo
un momento tenso. Un mediodía me comunicaron que Kiarostami quería verme con
urgencia, sin precisar el motivo. Cuando me senté a su lado, me dijo que la
razón de tanta premura se refería a su película Close-Up (Primer plano),
que precisamente tenía que presentar unas horas después. Había visto la
duración que de ella poníamos en el catálogo, 100 minutos, y eso le había
alarmado, hasta el punto de negarse a acudir a dicha presentación, lo que
resultaba insólito en alguien tan amable como él. Ante mi estupor, me lo
explicó: la Farabi Cinema Foundation, que nos había enviado las copias desde Irán,
había incluido la de Close-Up con 17
minutos más que la de su montaje definitivo (sin nosotros saberlo), por lo que
se negaba a que fuera proyectada. Aceptó tras una negociación muy larga y
compleja, mientras el pase se echaba encima, y con el compromiso de que el
Festival recibiera inmediatamente de la Fundación Farabi la promesa de que esa
copia sería destruida en cuanto regresase a Teherán. Se hizo de la manera que
él pedía y la situación se resolvió para satisfacción de todos.
"Close-Up", de Abbas Kiarostami (1990)
Así de cuidadoso era Kiarostami con su obra. El autor de films
tan importantes y definitorios como –además de los citados– ¿Dónde está la casa de mi amigo?, Y la vida continúa…, El sabor de las cerezas, El viento nos llevará o Ten, siempre
fue extremadamente meticuloso y preciso con su trabajo. En Valladolid, hace
casi 23 años, tuvimos ocasión de comprobarlo.
(Publicado en "Turia" de Valencia, julio de 2016).
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