Ponencia presentada en el IV Seminario sobre la Industria Audiovisual, celebrado en Madrid, el 31 de mayo de 2016:
En el tema
que abarca esta ponencia, el tópico establecido (que no quiere decir que no responda a la verdad) nos dice que casi 500 millones de personas hablan español, por
lo que, en teoría, para nuestro cine estaría abierto un panorama espléndido, un
enorme espectro de posibles espectadores.
"Ocho apellidos catalanes", en las listas de éxitos comerciales de España, México y Argentina
Pero, llevándolo a la realidad de los mercados
cinematográficos, este dato hay que relativizarlo mucho. Porque esos mercados
latinoamericanos en los que el cine español podría situarse en una situación de
privilegio se hallan colonizados en un 90% por la producción norteamericana,
unos 20 puntos por encima de lo que sucede en Europa, y resulta extremadamente
difícil introducir obras que no provengan de los grandes Estudios de Hollywood.
Es cierto que hay una cierta evolución en los últimos años, con comedias muy
localistas que se sitúan a la cabeza de los éxitos: ahora mismo, en México el
primer puesto corresponde a un film nacional como “¿Qué culpa tiene el niño?”, mientras
que en Argentina el de mayor recaudación es la de “Me casé con un boludo”, cuya
origen queda claro por su propio nombre. Incluso “8 apellidos catalanes”
(titulada “Spanish Affair 2”) se halla entre las películas más taquilleras de
ambos países en 2016, igual que lo estuvo en su momento “8 apellidos vascos”,
conocida, como pueden deducir, con el título internacional de “Spanish Affair”.
Por otra parte, la progresiva realidad sociopolítica de
naciones como Chile o Colombia e incluso la evolución de otro vector del
posible consumo de nuestro cine, la de la población hispana de Estados Unidos
hacia la clase media, marcan también para el futuro nuevas preferencias y
exigencias culturales de las que puede beneficiarse la industria española. Son
signos esperanzadores de que esa situación de colonialismo audiovisual
norteamericano se vaya suavizando en las comunidades hispanohablantes y no se
limite a excepciones como hasta ahora suponían los films de Almodóvar y poco
más.
También influye algo que podría parecer secundario, pero no
lo es: la cuestión de las diversas maneras de hablar el español, de los acentos
propios de cada país. La base lingüística es la misma, pero el idioma hablado
no es idéntico, y ello provoca que el español de España resulte envarado y
artificioso en muchas comunidades latinoamericanas, lo que afecta al cine en
una medida muy superior al de otras artes que no tienen los diálogos como una
base fundamental. Para amplias capas de la población, no es lo mismo admirar
una pintura, escuchar una música o incluso leer reposadamente un libro que ver
una película con un lenguaje que les resulta en buena parte extraño.
"Relatos salvajes", a la cabeza de las recaudaciones internacionales
Pero hay datos que resaltan como signos positivos. Por
primera vez, en 2014 y según datos de FAPAE, Latinoamérica superó a Europa en
la distribución de películas españolas, con un 45’8% del total frente al 37%
europeo. Así, tras Italia, México fue el país extranjero que más films
españoles exhibió (30), inmediatamente seguido por Colombia (25), Argentina
(22) y algo más atrás Chile (16), lo que supuso un 35’5% de recaudación global.
Por su parte, hay que pensar que, en estimaciones de EGEDA, las cinematografías
latinoamericanas suponen actualmente el 11% de la producción mundial, con 727
millones de espectadores y una recaudación global de 3.600 millones de dólares,
con títulos recientes de éxito como “Relatos salvajes”, “El clan”, “El club” o
“El abrazo de la serpiente”, cifras que aseguran la extensión del idioma
español, aunque ninguno de ellos sea de producción mayoritaria española o esté
dirigida por un cineasta de nuestro país.
Un baremo decisivo para conocer la salud de las relaciones
entre los cines iberoamericanos es el que viene determinado por la frecuencia
de coproducciones. Terreno en el que ha jugado un papel decisivo el Programa
Ibermedia, creado por iniciativa y empuje de José María Otero y de cuya
situación y problemas actuales van a hablar otras personas con mayores y
mejores conocimientos que yo.
Analizando los diez últimos años con los datos oficiales del
ICAA, hubo un hecho inédito en 2007: por vez primera, las coproducciones entre
el cine español y el latinoamericano superaron a las realizadas con países
europeos, con 31 frente a 27, cuando hasta entonces las cifras eran a la
inversa. Se repitió el fenómeno en 2008 (18 frente a 14), 2011 (24 frente a
23), 2012 (29 frente a 24) y 2013 (29 frente a 25). Para decaer bruscamente en
2014, con solo 16 coproducciones con Latinoamérica, cuatro menos que con Europa.
Tendencia que parece haber mejorado el pasado año, con 25 para un total de 54
coproducciones con 25 países distintos (8 con Argentina), de acuerdo con las
cifras ofrecidas por el Anuario del Cine Español 2015, elaborado por MRC y
Barlovento Comunicación.
Ese preocupante declive (en el que, aparte de la crisis
económica ha tenido mucho que ver la casi imposibilidad de coproducciones
minoritarias con Latinoamérica a raíz de la Orden Ministerial de octubre de
2009) fue analizado el pasado mes de febrero en el primero de los Encuentros
Informativos Audiovisuales Iberoamericanos, organizado por la Casa de América y
EGEDA. Cabe percibir dicha preocupación en el resumen de las palabras del
cineasta uruguayo Álvaro Brechner, quien se mostró especialmente inquieto por las coproducciones entre España y los países latinoamericanos, que cada vez pierden más fuerza. Lamentó que España no forme parte del auge que está experimentando la industria cinematográfica del subcontinente: "Hace diez años producir en Latinoamérica era sinónimo ineludible de coproducir con España. En los últimos años eso se ha ido enflaqueciendo. España ha perdido el liderazgo por distintas razones, la crisis económica, la falta de recursos... Europa (otros países del Viejo Continente) se han acercado a la industria iberoamericana. Para los latinoamericanos, es ahora más fácil coproducir con otros países de Europa y con los países vecinos".
En
este sentido, cabe resaltar que, mientras España decrece en su colaboración, se
da una cada vez mayor frecuencia con la que productoras francesas, alemanas, italianas
o belgas coproducen con sus homólogas latinoamericanas. O también, por ejemplo,
se enmarcan en ello los acuerdos iniciados
por Chile con distintos países europeos, incluso
Croacia, en el reciente Festival de Cannes.
Una última parte de mi intervención quiere abordar, en una
suerte de Decálogo, diez medidas susceptibles de estrechar esa relación entre
el cine español y el latinoamericano, basada en el idioma común. Las expondré
en plan telegráfico y, si lo desean, podemos ampliarlas en el debate:
* Potenciar
y reforzar en todos los sentidos, especialmente el económico, el Programa
Ibermedia.
* Otro
tanto, en el aspecto legislativo y de política conjunta, dinamizar al máximo la
CAACI (Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica).
* Es
cierto que la creación de un Mercado Común Iberoamericano del Audiovisual sigue
suponiendo una utopía, pero hay que luchar por ella como si fuera realizable.
* Volver
a la política que, respecto a Latinoamérica, tuvo en tiempos Televisión
Española, casi abandonada actualmente.
* Intercambio
continuo de profesionales de uno y otro lado del Atlántico mediante simposios,
conferencias o debates. E incluso con profesionales ejerciendo labores
didácticas, como sucede con numerosos españoles en la Escuela de San Antonio de
los Baños, en Cuba.
* También
intercambio entre estudiantes en formación. Si se crea definitivamente un
Erasmus iberoamericano, sería la ocasión de que estudiantes de las Escuelas de
Cine de los diversos países hicieran cursos en las de otros países.
* Incremento
sustancial de la promoción del cine español en Latinoamérica. Fundamentalmente,
a través de un organismo mixto público-privado que, a la manera de Unifrance,
difundiera el cine español en todo el continente. Ese Organismo, previsto por
la Ley del Cine del 2007 en su Artículo 37, pero nunca creado, serviría como
imprescindible plataforma de lanzamiento de nuestra cinematografía.
* Unido
a dicho Organismo, creación de oficinas del cine español en Buenos Aires,
México D.F., Bogotá y Santiago de Chile.
* Celebración
de Semanas o Muestras representativas del cine español de cada temporada,
alternativamente en cada una de esas ciudades. Cabría incluir especialmente las
películas seleccionadas en los Premios Goya, Forqué y Platino, plataforma esta
última ideada para todo el ámbito iberoamericano pero que debería adelantar notablemente su cita anual.
Finalmente, recuperar el funcionamiento de la
Filmoteca de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo), que tan excelentes servicios rindió a las Embajadas españolas en
Latinoamérica (y a los Institutos Cervantes fuera de ella), sobre todo en la
etapa en que fue dirigida por Lola Millás, su fundadora.
¿Habrá voluntad política y medios económicos para todo ello o, al menos,
una parte de estas iniciativas? Esa es la verdadera cuestión de fondo que, más
temprano que tarde, habrá que abordar.
Muchas gracias por su atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario