Haberlas, haylas


Tradicionalmente, diciembre es el mes elegido para el estreno de las películas llamadas “familiares”. No es extraño, porque tras la vacaciones navideñas los críos se ponen insoportables metidos en casa y ya no basta con ir a ver las iluminaciones o a visitar a los Reyes Magos. Mejor sentarles, hasta donde puedan estar quietos, ante una gran pantalla y lograr que durante hora y media o dos dejen de dar la lata a progenitores y demás parientes.

"El poder del perro", de Jane Campion

Pero dentro de ese panorama tan limitado hay en estos momentos una serie de títulos que merecen muy mucho la pena. Sin entrar en los terrenos de mis compañeros críticos de Turia, me atrevo a recomendarles cuatro que forman una especie de póker por su calidad. Me refiero, ante todo, a El poder del perro, la excelente obra de Jane Campion, basada en la novela que Thomas Savage escribiese en 1967 y que, después de pasar entonces sin demasiada pena ni gloria, ha conocido un “revival” a partir del éxito de Brokeback Mountain en 2005. Producida por Netflix, la película simultanea desde el 1 de este mes su proyección en cines y su emisión por la plataforma, pero yo les recomiendo encarecidamente que la vean en una sala, por los motivos ya muy repetidos y, en este caso, por la presencia de unos impresionantes paisajes que fotografía con maestría Ari Wegner y cuya presencia va mucho más allá de una simple ambientación. Ganador en Venecia del León de Plata a la Mejor Dirección, el potente retorno de Jane Campion al cine después de doce años demuestra por qué, en su salmo 22:20, la Biblia solicitaba al Altísimo “Libra mi alma de la espada y mi única vida del poder del perro”

También producida por Netflix, que se viene convirtiendo en el gran Estudio mundial, y disponible en ella a partir del próximo día 15, además de estarlo ya en cines, encontramos Fue la mano de Dios, donde Paolo Sorrentino se entrega a los placeres de la autobiografía. Aunque sea a base de homenajear al Maradona del Nápoles de su infancia, figura que no causa precisamente mi simpatía. Sí la despierta la Lady Di de Spencer, en la que Pablo Larraín vuelve a centrarse en la figura de una mujer del más alto nivel encerrada en un contexto asfixiante, como hizo con la viuda de Kennedy en Jackie. Y si no la vieron aún, cacen en algún lugar Petite Maman, de Céline Sciamma, un torrente de sensibilidad y poesía por la mejor realizadora francesa actual.

"El amor en su lugar", de Rodrigo Cortés

Aunque hay todavía más: ese estupendo El amor en su lugar, de Rodrigo Cortés, que Javier Berganza valoraba al máximo en estas mismas páginas y que ha quedado muy injustamente reducido en los Goya a dos nominaciones “menores”. O La casa Gucci, para la que el octogenario pero infatigable Ridley Scott ha puesto en pie un mundo de sofisticación y desvarío social. Aparte de las inevitables infantiles y como decían de las “bruxas galegas”, buenas películas “haberlas, haylas”.


(Publicado en "Turia" de Valencia, diciembre de 2021).


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