Se está poniendo de moda la reposición de películas clásicas
en las salas comerciales. Bienvenido sea, siempre que la selección resulte
adecuada y no se limite, como suele pasar, al cine norteamericano. Solo puede
ser motivo de satisfacción que, aprovechando las facilidades que aporta el
digital y en versiones a menudo restauradas, la gente joven y no tan joven tome
contacto con títulos fundamentales y no lo haga en las pequeñas pantallas del
televisor o el ordenador. Todavía perviven en la memoria aquellos cines del
Barrio Latino parisino donde generaciones enteras conocieron multitud de obras básicas
que marcarían sus preferencias en el futuro.
Cartel original de "Las vacaciones de Monsieur Hulot"
Se une ahora a esta tendencia Las vacaciones de Monsieur Hulot, que Jacques Tati realizase en
1953 y que significaría la primera de las cuatro veces en que interpretase al inmortal
personaje, con mención especial para Mi
tío. Se ha presentado –restaurada– dentro de la muestra “Tu cita con el
cine francés”, organizada por Unifrance la pasada semana en Madrid. Pero desde
el próximo 7 de agosto se proyectará en salas comerciales de diversas ciudades
españolas. Y vale mucho la pena, porque el peculiar humor de Tati sigue vivo,
con ese sentido tranquilo y casi “pasivo” de la narración que únicamente a él
le pertenece, lo mismo que la milimétrica elaboración de los “gags” que tanto
le caracterizan. La presencia de Monsieur Hulot en el Hotel de la Plage de una
costa anterior a la invasión turística, supone todo un involuntario revulsivo
en las conductas de quienes disfrutan el veraneo. Hay que verlo, como se va a
poder hacer ahora, para disfrutarlo a fondo.
Tati ha influido decisivamente en numerosos cineastas
posteriores, sobre todo en Aki Kaurismäki, Otar Iosseliani, Roy Andersson, ciertos títulos de
Jerry Lewis o todo un sector de la producción rumana de hoy. Es interesante
constatar que son los autores franceses previos a la “Nouvelle Vague” (Bresson,
Renoir, Tati, Becker) los que más están gravitando sobre las nuevas tendencias fílmicas,
por encima de los propios Godard y Truffaut y demás compañeros de su grupo
generacional, quienes también les admiraban, por cierto. Como si la Historia se
encargase de poner a cada cual en su lugar, no con ánimo de anular a nadie sino
de rendir justicia a las distintas camadas de autores.
Esperemos que este retorno de los clásicos no sea una simple
“nube de verano” que aproveche la carencia de películas nuevas con fuerte
gancho que se da en estos meses estivales, hasta cerca ya de septiembre. Porque
la forma de que arraiguen es manteniendo una programación continuada, e incluso
unas salas en que los espectadores sepan que se van a encontrar con ellos de
manera habitual. Lo que se llama, en definitiva, buscar, hallar y mantener un
público, primera regla de oro de la exhibición cinematográfica.
(Publicado en "Turia" de Valencia, junio de 2015).
No hay comentarios:
Publicar un comentario