Las "tesis" de Amenábar



Lleno a rebosar en el auditorio de la Academia de Cine para asistir a un encuentro con Alejandro Amenábar con motivo del 20º Aniversario de los siete Goyas, entre ellos el de Mejor Película, logrados por Tesis, su “opera prima”. Público sobre todo joven, procedente de la Facultad de Ciencias de la Información (donde precisamente él estudió) y de diversas escuelas de cine. Escaso número de académicos en un coloquio muy vivo, repleto de preguntas y que superó ampliamente la hora de duración.

Esa mayoritaria parte joven de los asistentes quería saber lo que les tocaba más de cerca: cómo con solo 24 años y un único bagaje de dos cortos, había conseguido realizar su primer largometraje. Algo suficientemente conocido y que se resume en el interés que en José Luis Cuerda había despertado el segundo de esos cortos, Himenóptero, hasta el punto de lanzarse a producir Tesis. Murmullos de admiración y “sana envidia” entre los actuales alumnos, que sueñan un día sí y otro también con encontrar un “padrino” similar. Mientras que el público menos joven planteaba a Amenábar qué diferencias encontraba entre el cine español de los 90, en que él se inició, y el de ahora mismo. “No ha cambiado nada demasiado esencial –fue su respuesta–, sigue faltando industria y solidez económica. En el plano positivo, sí hay una mayor diversidad de géneros que entonces y un excelente plantel de profesionales”.

Alejandro Amenábar, en 1997, con su Goya por "Tesis"

Tres son los ejes en que el autor de Los Otros cree que pivota la valía de una película: el interés de su historia, la determinación de lo que se quiere contar con ella y la labor con y de los intérpretes. Unido todo ello por “una pasión” que considera básica, donde la racionalidad personal sea puesta a prueba por la irracionalidad de, por ejemplo, los elementos oníricos (“me sorprenden los sueños; en varias ocasiones se me han ocurrido secuencias en estado de semivigilia”, confesó). Preocupado por el hecho irreversible de la muerte, lo que es palpable en el conjunto de su filmografía, Amenábar situó como punto opuesto en cuanto a exaltación profesional el logro en 2005 del Oscar a la Mejor Película en habla no inglesa por Mar adentro, último largometraje español en conseguir no solo tal galardón sino incluso en llegar a las nominaciones.


En la actualidad, ya no un “niño prodigio” sino con 44 años, Amenábar está escribiendo un guion con Alejandro Hernández, “aunque todavía no se ha producido ese ‘click’ que nos haga pensar que tenemos una buena historia, lo que, cuando surja, nos facilitará su desarrollo y la construcción de los diálogos”. Dos guiones más se hallan en los cajones de su mesa, uno “casi irrealizable, porque se necesitarían 150 millones de dólares, y otro que tarde o temprano acabaré poniendo en pie”. Entre ellos se mueve un cineasta que se define, ante todo, como “un apasionado contador de historias”.

(Publicado en "Turia" de Valencia, febrero de 2017).

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