"Revival" de Jardiel Poncela


Se multiplican las representaciones de obras de Jardiel Poncela por toda España, Valencia incluida. Estamos asistiendo a una especie de “revival” del comediógrafo madrileño (1901-1952). Piezas como “Eloísa está debajo de un almendro”, “Angelina o el honor de un brigadier”, “Un marido de ida y vuelta” o, en menor medida una de las más valiosas, “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, suben con cierta regularidad a los escenarios. Lo que permite evaluar hasta qué punto permanecen vigentes, cómo quizá su humorismo inmediato ha perdido fuelle, pero siguen interesando sobre todo por su carácter insólito y por ser muy representativas de una etapa concreta de nuestro teatro, ligada a la llamada “Otra Generación del 27”.


Es el momento idóneo para leer un libro como “Mauricio o una víctima del vicio y otros Celuloides rancios de Enrique Jardiel Poncela” (Bandaàparte Editores), escrito por Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, quienes ya hicieron una labor de investigación similar sobre Un bigote para dos, de Tono y Mihura, según reflejamos en su día en Turia. En esta ocasión, se centran en la película que Jardiel elaboró en 1940, manipulando una cinta muda de 1916, La cortina verde, realizada por Ricardo de Baños, a la que aportó diálogos y voz en “off” de cosecha propia, añadió secuencias y sumó todo tipo de recursos (repetición de movimientos en sentido contrario, ralentizaciones, cambios en la escala de planos) en busca de la risa del espectador. Dado que solo se conservan fragmentos de Mauricio o una víctima del vicio, Aguilar y Cabrerizo han tenido que basarse sobre todo en el guion original, que sí se halla en el Archivo General de la Administración. Y, a partir de él, elaborar su trabajo, tan efectivo y documentado como en el dedicado a Un bigote para dos, pero ampliándolo a otros aspectos de la trayectoria de Jardiel.

Así, seguimos su paso por Hollywood (cuando encontró “dos opciones a elegir: o tumbarse en la arena a contemplar las estrellas, o tumbarse en las ‘estrellas’ a contemplar la arena”…), la creación de los Celuloides rancios y los Celuloides cómicos a manera de lo que se estaba haciendo en Estados Unidos sonorizando viejas películas mudas, o su abierta y encendida hostilidad contra Mihura, al que consideraba un plagiario y un impostor. Todo ello acompañado de aquello que los autores del libro consideran “la esencia de lo jardielesco: el ‘irracionalismo’, lo inverosímil propugnado como auténtica esencia del humor nuevo”, donde existe “saturación de personajes, de situaciones, de lances imprevistos, de recursos cómicos verbales y visuales que devienen humorísticos mediante el exceso”.

Aleluyas de Jardiel Poncela como presentación de "Mauricio o una víctima del vicio"


Y también un dato erudito que aportan Aguilar y Cabrerizo: Mauricio o una víctima del vicio se estrenó en los cines Metropol y Novedades de Valencia el 25 de noviembre de 1940, tan solo veintidós días después que en Madrid.

(Publicado en "Turia" de Valencia, marzo de 2017).

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