Hace unas semanas, con motivo de la exposición dedicada a los
30 años de la Filmoteca Valenciana, nuestro compañero Abelardo Muñoz hablaba de
la excelente tradición de cartelistas cinematográficos valencianos, encabezados
por el gran Josep Renau. Pues bien, ahora en Madrid y hasta el 18 de marzo,
puede contemplarse una amplia muestra de la obra de otro magnífico cartelista:
Jano (Francisco Fernández-Zarza Pérez), cuya vida transcurrió entre 1922 y
1992, dedicada la mayor parte de ella a hacernos atractivas las películas, ya
fuera desde las paredes y las páginas de los periódicos o en los prometedores
programas de mano que se entregaban en las taquillas.
Salvo para las generaciones de espectadores más jóvenes, los
carteles de Jano están inscritos en la retina y la memoria de quienes no lo
somos tanto. E incluso se revalorizan y adquieren una nueva dimensión al
contemplarlos conjuntamente en esta muestra organizada por Filmoteca Española
en su sala de exposiciones, felizmente abierta después de una larga etapa en la
que ha permanecido inactiva y que, en 2006, ya había desarrollado una
iniciativa similar con otro estupendo autor, Mac.
Es justo que así sea. Porque, volviendo a Jano, buena parte
de sus carteles suponen un ejemplo de inspiración y fuerza creativa para llevar
al público hasta las salas. Aunque muchas veces tenía el pie forzado del
“poster” original cuando se trataba de films extranjeros, o debía reproducir
con fidelidad las fotos que le mandaban las distribuidoras, casi siempre supo dar
a sus imágenes un plus de originalidad. Como señala Víctor Zarza (hijo del
artista, su principal estudioso y comisario de la exposición junto a Elena
Cervera), Jano destacó sobre todo por “sus
grandes dotes para el retrato y la caricatura”, de precisa fidelidad en el
primer caso y de sentido del humor en el segundo. Pero aportando siempre unas
dosis personales de penetración en lo que la película narraba y de ironía en lo
caricaturesco.
Al tiempo que iba aprovechando al máximo los avances técnicos
en la impresión –no era lo mismo trabajar por litografía que por “offset”–, se
iba acoplando a los estilos dominantes en las diversas épocas, desde la década
de los 40 a la de los 70, por las que transcurrió su fértil trayectoria.
Carteles sutiles como el de La quimera
del oro, con la figura de Charlot en cuerpo entero; o el de La verbena de La Paloma, estilizando al
máximo su trama con signos típicos del “chulapismo” madrileño, denotan, por
ejemplo, la enorme versatilidad de un autor que destacaba habitualmente por el
impacto y expresividad en primer grado de sus creaciones.
¿Por qué no traer esta tan atractiva exposición de Jano a Valencia? Dadas las excelentes relaciones entre la Filmoteca Española (que ahora dirigen Ana Gallego y Carlos Reviriego) y la Valenciana, no creo que hubiera mayor problema y sería todo un éxito.
(Publicado en "Turia" de Valencia, febrero de 2018).
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