27 minutos



Siempre he mantenido que un cortometraje es una película tan digna de consideración como un largo, solo que más breve. Me indigna cuando alguien dice “vamos a ver un corto y luego la película”, como si el primero fuese un objeto extraño y sin mayor relevancia. Es como si despreciáramos los cuentos de Chéjov, Maupassant o Clarín porque ocupan pocas páginas, aunque en tantísimas ocasiones sean más valiosos que un tomazo de novela. La frase hecha para otros menesteres de que “el tamaño no importa” viene como anillo al dedo para establecer tal principio.

"The Physics of Sorrow", de Theodore Ushev (2019)

Saco a colación este tema porque en la Semana de Cine de Valladolid acabamos de ver un corto de animación de 27 minutos que es una auténtica obra maestra, y que lógicamente ha logrado la Espiga de Oro en su categoría: The Physics of Sorrow (traducido como Física de la tristeza), del búlgaro residente en Canadá Theodore Ushev, basándose en un libro de su compatriota Gueorgui Gospodínov. Ocho años de su vida y quince mil diseños ha tenido que emplear Ushev para lograr esta media hora escasa, que asombra tanto por la fuerza y originalidad de sus imágenes como por la capacidad de sugerencia de su texto, donde la memoria individual y colectiva (“Yo somos nosotros” viene a ser el leitmotiv del film) ocupa un lugar de privilegio e incide de forma decisiva en el espectador. Párrafo aparte merece el empleo de la música, terreno en el que Ushev ha demostrado siempre su dominio, mezclando pasajes de Liszt, Schubert o Mendelssohn con temas como aquel “Tous les garçons et les filles” que cantase Françoise Hardy.

“En el cine de animación, lo más importante es el movimiento”, ha declarado el autor de este admirable The Physics of Sorrow, y lo deja visible en él fehacientemente. Con la técnica de la pintura encáustica, que consiste en utilizar una cera especial que amalgama los pigmentos empleados –algo que ya conocían y usaron los egipcios y los romanos, pero a lo que nunca se había recurrido así en la animación cinematográfica–, Ushev obtiene unos efectos plásticos realmente innovadores. Pero que corroboran la maestría que mostrase en trabajos previos, como Gloria Victoria (2013), donde rinde tributo al “Guernica” de Picasso, entre otras obras y pintores, al llevar a cabo un poderosísimo alegato contra la barbarie de las guerras; o el muy rítmico Sonámbulo (2015), inspirado por un romance de García Lorca.

"Blind Vaysha" (2016)

Haría bien el Festival de Valladolid en organizar en 2020 un ciclo con la obra completa de Theodore Ushev, de quien ya programase anteriormente el citado Gloria Victoria y el también espléndido Blind Vaysha. Sería además una buena manera de subrayar en su 65 Aniversario el profundo interés que el certamen siempre ha demostrado por el cine de animación.

(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2019).

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