No hay un arte que desprecie más a sus clásicos que el cine.
Mientras que en la pintura, la escultura, la literatura o la música se celebra
como un feliz acontecimiento el descubrir una obra que se creía perdida y la
restauración de otras dañadas por el tiempo, el cine actúa de manera opuesta. Y
eso que sus clásicos son todavía recientes al haber nacido hace poco más de 125
años, no arrastra siglos y siglos de antigüedad como sus compañeras artísticas.
Pero la parte puramente industrial del cine acaba dominando siempre sobre la
cultural y, por tanto, todo lo que no da dinero inmediato, mejor arrojarlo a
los leones. Menos mal que existen filmotecas en muchos países, porque si no
viviríamos solo de lo último en cartelera.
Con tan lamentable cortedad de miras, se ha perdido la
inmensa mayoría del cine mudo realizado en el mundo. Y nunca hay que olvidar
que más de uno y más de dos productores españoles decidieron que, una vez
explotadas sus películas comercialmente, los negativos no servían para nada y
mejor era venderlos para peines, broches u objetos de todo tipo en que el
celuloide pudiera transformarse… La mentalidad de puros mercaderes de muchos
individuos dedicados a la producción ha motivado este desdén, que tanto ha perjudicado
el adecuado conocimiento de la historia del cine.
"Las uvas de la ira", de John Ford (1940)
Pero no se crea que me refiero a hechos antiguos o
sobrepasados. Este artículo surge al conocer que Star, la plataforma que Disney
ha creado para básicamente albergar el catálogo de la Fox –adquirida hace poco
por ella–, solo incluye películas de esta mítica productora realizadas después
de 1975. Según informa Iván Vila en “El País”, tal decisión implica que
auténticas obras maestras como Las uvas
de la ira, Pasión de los fuertes,
Eva al desnudo o El buscavidas, y otras películas básicas
de Ford, Hitchcock, Lubitsch, Wilder, Kazan y tantos directores imprescindibles
más, queden fuera de las posibilidades de visionado del suscriptor. Un atentado
contra el disfrute de numerosos films que siguen perfectamente vivos, como se
demuestra cada vez que el público puede acceder a ellos.
No es una práctica solo de Disney: la Warner ha hecho algo
similar en Estados Unidos con HBO Max, que se limita a títulos suyos posteriores
a la década de los 80. Nos extrañábamos de que, en los cuestionarios de ingreso
a escuelas de cine españolas, muchos aspirantes a acceder a la profesión
contestasen que el director más antiguo que conocían era Spielberg… Ya se ve
que los ejecutivos de las grandes multinacionales de Hollywood no van más allá
y que, como dice la frase clásica, desprecian cuanto ignoran. Lo peor es que,
por el enorme incremento de las plataformas sobre todo por la pandemia, esa
ignorancia se traslada forzosamente a sus espectadores.
(Publicado en "Turia" de Valencia, abril de 2021).
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