Texto de la presentación de "El extraño viaje" efectuada el 18 de noviembre de 2021 en el Cine del Círculo de Bellas Artes, en Madrid, dentro del ciclo que se dedicó a Fernando Fernán-Gómez, coordinado por Manuel Hidalgo.
Nada más lógico que, tras la presentación del libro “Berlanga
y Fernán-Gómez, en diálogo”, de Manuel Hidalgo, se proyecte “El
extraño viaje”, donde ese diálogo resultó bien fructífero: la película nació en
1964 de una idea de Berlanga que, a través de Pedro Beltrán, llegó a Fernán-Gómez
para que la dirigiera, lo que aceptó no sin cierto escepticismo, porque la
historia real no le parecía suficiente para completar un largometraje. Solo
cuando leyó el guion de Pedro Beltrán, que le encantó, quedó convencido de que
valía la pena hacer la película.
También es verdad que Fernán-Gómez estaba inmerso entonces en
un momento económico muy adverso. Según contaba a Enrique Brasó en 2002 para su
libro de Conversaciones con él, publicado por Espasa Calpe, el año previo a la
realización de “El extraño viaje” había sido fatal para sus ingresos. Aunque, según
matizaba, el hecho de que no hubiera llegado a estrenarse su anterior obra, la genial
“El mundo sigue”, no le significó ninguna pérdida material al haber sido bien
pagada por una distribuidora, Nueva Films, el déficit de sus ambiciosos
montajes teatrales o que algunos productores cinematográficos no le pagasen por
sus actuaciones en films de bajo presupuesto, le habían sumido casi en la
bancarrota, llegando a tener que pedir prestado a sus amigos, varios de ellos
de su propia compañía escénica.
Así que muy bienvenido fue el encargo para dirigir una
película, como le sucedería ese mismo año con un encargo opuesto al de “El
extraño viaje”, caso de “Los palomos”, basado en una popular pieza teatral de
Alfonso Paso. Dentro de sus vaivenes profesionales y al temor ancestral de que “dejara de llamar el teléfono para contratarme”,
Fernán-Gómez se responsabilizó de llevar a la pantalla aquel guion tan
peculiar. Y tanto fue su creciente entusiasmo por él que acabaría haciendo con
“El extraño viaje” uno de sus trabajos más valiosos y representativos. Aunque
tardara en estrenarse cinco años, hasta septiembre de 1969, cuando fue exhibida
en programa doble en el hoy desaparecido Cine Odeón, donde la vio el crítico
Jesús García de Dueñas, que escribió una famosa crítica en “Triunfo”, seguida
por las de jóvenes compañeros de otras publicaciones especializadas.
Trayectoria de prestigio creciente, que quedó corroborada cuando el Círculo de
Escritores Cinematográficos (cuyos premios suponían una alternativa a los
oficiales del Sindicato Nacional del Espectáculo) consideró “El extraño viaje”
como la mejor película española estrenada en 1969.
Volviendo al inicio del proyecto, parece –lo rememora José
Luis Castro de Paz en su volumen sobre Fernán-Gómez, editado por Cátedra en
2010– que se originó en una tertulia del Café Gijón en la que participaban
Berlanga, Manuel Ruiz Castillo, Pedro Beltrán y Francisco Molero. Durante la
charla, salió a colación el crimen de Mazarrón, un conocido suceso de 1956, con
el hallazgo de los cadáveres de dos hermanos en la playa de esta localidad
murciana y la sospecha de que había una tercera hermana que nunca apareció. El
caso nunca quedó resuelto, y cada cierto tiempo aparecían especulaciones más o
menos calenturientas que daban pábulo a la imaginación. Como la muy despierta
de Berlanga, que veía allí una película aunque no para él; y la todavía más inventiva
de Pedro Beltrán, que propuso a otro de los contertulios, el también guionista
Ruiz Castillo, escribir un tratamiento que luego Beltrán desarrollaría ya en
solitario. Mientras que el cuarto integrante de la tertulia, el productor
Francisco Molero, se encargaría de buscar la financiación si Fernán-Gómez
aceptaba ponerse tras la cámara. La respuesta fue afirmativa.
A la hora de plantearse la forma de narrar la historia,
Fernán-Gómez se acordó de una añeja obra de Carlos Arniches, “La casa de
Quirós”, verdadera tragedia rural que, estrenada en 1915, también tenía algunos
elementos de terror. Pero cuando se le planteaban posibles influencias del
esperpento, la tradición española de Goya, Valle-Inclán o Gutiérrez Solana, o
incluso de la astracanada, él siempre remitía al guion de Pedro Beltrán, y que
se había limitado a ponerlo en las imágenes que requería. Eso sí, eligiendo un
equipo técnico en el que destaca la maestría fotográfica de José F. Aguayo, aunque
Fernán-Gómez habría querido que la foto fuese en color; los minuciosos
decorados de Sigfrido Burmann o la música del recientemente fallecido Cristóbal
Halffter, recurriendo incluso al “Dies Irae” para una determinada secuencia. Y,
sobre todo, al dirigir de forma magistral a los actores, entre ellos a Carlos
Larrañaga (impuesto por la productora, tras fallarles Jaime de Mora y Aragón e
Ismael Merlo), Lina Canalejas, y de manera especial a los tres hermanos de la
familia Vidal, Venancio, Paquita e Ignacia, con el cineasta Jesús Franco, amigo
personal de Fernán-Gómez, en su primer trabajo interpretativo, para el que se
inspiró en Peter Lorre, actor con quien guarda un cierto parecido; Rafaela
Aparicio y Tota Alba, con un trabajo superlativo que no ha sido tan elogiado
como se merecía. Además de Sara Lezana como Angelita, verdadera muestra de
erotismo celtibérico, o María Luisa Ponte, en su habitual registro de airada
señora de derechas.
De hecho, Fernán-Gómez planteaba “El extraño viaje” como una
mezcla de elementos dramáticos, “uno de
cuyos ingredientes era el misterio, el terror. Otro ingrediente era el ambiente
rural, de pueblo nuestro, de aquí cerca. Otro ingrediente, muy importante, era
el erotismo, pero también un erotismo nuestro. Y el último, la guinda, podríamos
decir, era un poquito de zarzuela. La mezcla no solo era desusada, sino que
podía resultar explosiva”. Y lo fue, como lo sería doce años después
“¡Bruja, más que bruja”, que retoma diversos elementos de “El extraño viaje”.
En este caso, mediante una estructura narrativa peculiar, con una hora de
relato lineal y media hora a base de “flash-backs” que explican lo sucedido en
el tiempo anterior. Señalada a menudo como defectuosa incluso por algunos
exégetas del film, Fernán-Gómez aceptaba esas críticas, aunque también
subrayaba su convencimiento de que varios de los momentos “más brillantes” de la película se hallaban en esa media hora
final. Según le señalaba a Manuel Hidalgo en el libro que publicó el Festival
de Huelva en 1981, no se atrevió a tocar apenas el guion porque “como me resultaba insólito que la
productora y distribuidora (Ízaro Films) hubiera elegido esta película, yo no sabía exactamente por qué, tenía
un miedo tremendo a modificar cualquier cosa. No sabía si iba a cambiar
precisamente lo que les había gustado. Pensé que era mejor no meneallo y no
levantar la liebre. Siempre creí que se rodó porque alguien tenía que leer en
su día el guion y no lo hizo”…
Sentido del humor aparte, es sin duda “El extraño viaje” una
película insólita, sobre todo para el momento en que se realizó, dentro de una
década, la de los 60, donde la censura franquista seguía tan castradora, pese a
que la creciente marea turística motivaba algún tipo de relajación moral sobre
la impuesta por el nacionalcatolicismo. Pónganse las imágenes del film a la luz
de esta moral ultramontana y se comprobará hasta qué punto eran revulsivas y
marcaban un cierto punto de ruptura, igual que la anterior obra de
Fernán-Gómez, “El mundo sigue”, aunque en un registro temático y estilístico
opuesto al de “El extraño viaje”.
Y así a ambas les pasó lo que les pasó: “El mundo sigue” ni
siquiera logró estrenarse comercialmente y, como queda señalado, “El extraño
viaje” tardó cinco años en hacerlo y de mala manera. Además de la mala
calificación administrativa, 2ª A, nacida de su no coincidencia con la política
marcada por José María García Escudero desde la Dirección General de Cine,
favorable a los nuevos realizadores que salían de la Escuela Oficial de
Cinematografía, ¿por qué tal abandono por parte de quienes habían invertido
dinero en coproducir y distribuir “El extraño viaje”, la citada Ízaro Films de
la familia Reyzabal? Pues, recordaba Fernán-Gómez, que no la estrenaron porque “la mayoría de las secuencias pasan de
noche, y todo el mundo sabe que las películas de noche nunca son comerciales”,
pese a que ejemplos de lo opuesto los hay a cientos, entre ellos “El tercer
hombre” o “Blade Runner”, por poner solo dos bien significativos.
Cuando, en su entrevista sobre el film, Manuel Hidalgo le
planteaba si “El extraño viaje” podría identificarse con “su línea de cine más personal o querida”, el cineasta afirmaba que
“lo de más querida quizás esté más cerca de
la verdad que lo de más personal, porque la película contiene una serie de
elementos que pertenecen sin duda a Pedro Beltrán (una continua insistencia
en sus palabras, como hemos visto) y
otros que tienen una raíz muy clara de Berlanga. Una línea más personal mía
quizá no fuese tan áspera como lo es en muchos momentos ‘El extraño viaje’. Y
no digo áspera en contra, sino a favor”. Cine más personal al que no le
afectó positivamente el posterior éxito de prestigio de “El mundo sigue” y “El
extraño viaje”, ya que, tras los intermedios televisivos de “Juan Soldado”, de
1973, y la serie “El Pícaro”, al año siguiente, pasaría más de una década hasta
la llegada de “¡Bruja, más que bruja!”. Y más de dos hasta una última etapa en
que Fernán-Gómez sí tuvo posibilidad de un mayor dominio sobre su obra y en la
que realza muy especialmente “El viaje a ninguna parte”, de 1986.
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