Me entrevistan para un “podcast” sobre Nadiuska, la musa
erótica de la España de los 70. En principio, no entiendo bien por qué me
llaman para hablar de ella, pero hay una razón básica: hace ya muchos años, en abril
de 1975, publiqué en “Triunfo” un artículo titulado “La era Nadiuska”, a raíz
de que coincidiesen en cartelera ¡cuatro películas! que la tenían como
protagonista. Se trataba de Perversión,
Un lujo a su alcance, Una abuelita de antes de la guerra y Polvo eres…, un cuarteto decisivo –según
puede deducirse– en la historia del cine español. Y escribí entonces, de manera
pelín ampulosa, que “Nadiuska es símbolo
de un cine que quiere satisfacer el ansia de evasión de una burguesía
triunfalista pero reprimida, satisfecha pero con miedo, anclada en una sociedad
que querría inmóvil pero temerosa del cambio que se avecina y que, ante todo,
quiere soñar con un país que no tiene y con una mujer o unos medios de placer
que tampoco son los suyos”.
Piénsese que estábamos a pocos meses de la muerte de Franco,
en plena etapa del “destape”, del que Nadiuska era reina absoluta. Su estatura
de 1,80 metros, sus ojos felinos, el porte europeo que había traído desde su
Alemania natal, deslumbraron a unos espectadores sometidos a una represión
erótica de décadas. Ella era “una mujer
diferente” y así se le rendía culto en este tipo de cine, que venía a
servir de espita de salida de la olla a presión en que se iba convirtiendo todo
el país. Como aseguraba el título de una de las películas antes citadas, Nadiuska
se transformaba durante hora y media en “el
lujo al alcance” de un público ávido de estímulos sexuales que no
encontraba precisamente en su entorno.
No solo fue ella, también Sandra Mozarowsky, Susana Estrada,
Agata Lys, Bárbara Rey, Azucena Hernández y tantas otras, verdaderos juguetes
rotos de una sociedad que se divertía con estas actrices “de usar y tirar”. La
mayoría intentó salir de ese cine de fácil consumo, pero sin llegar a lograrlo:
Agata Lys trabajó en Los santos
inocentes, Bárbara Rey en La
escopeta nacional, la propia Nadiuska y Sandra Mozarowsky en Beatriz, adaptación de dos relatos de
Valle-Inclán. Pero apenas pasaron de ahí. Y lo realmente impresionante es la
forma en que la fatalidad actuó sobre sus vidas.
Todavía hoy Nadiuska, a la que en 1999 se le diagnosticó
esquizofrenia, está recluida en un hospital de caridad; Bárbara Rey sufrió durante
años maltrato por parte de su marido, Ángel Cristo; Azucena Hernández quedó tetrapléjica
por un accidente de coche; y, en el caso más trágico, Sandra Mozarowsky murió a
los 18 años tras caer desde una terraza, nunca se aclaró si por voluntad propia
o si alguien le empujó a hacerlo cuando, incluso, parece que estaba embarazada
de un regio personaje. Pocas veces se ha visto tanta crueldad como la que el
destino deparó a estas “musas del destape”.
(Publicado en "Turia" de Valencia, noviembre de 2021).
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