Es urgente que Podemos diseñe un programa para el mundo de la
cultura. Hasta ahora, se ha limitado a frases tan genéricas como la necesidad
de “la democratización de la cultura”, su “apuesta por una defensa de la cultura como un derecho reclamado desde la propia ciudadanía” o su
deseo de acabar con las barreras entre las llamadas “alta cultura” y “baja
cultura”. Sin más propuesta concreta que la de eliminar el actual “IVA
cultural” del 21%, hasta rebajarlo a un 4%. No basta, ni mucho menos.
Sé que en una organización tan joven se plantean otras
urgencias, políticas o sociales, a la hora de ir definiendo su perfil. Pero
precisamente por su carácter rompedor con lo anteriormente establecido, Podemos
tiene que seguir también un camino diferente en este terreno. Lo tradicional ha
sido dejar la cultura “para el final”, como un apéndice de cuanto se planteaba
en otros dominios que parecían más decisivos. Se trata de un error que no
habría de repetir la nueva organización, que –como en tantas otras cosas–
también debe distinguirse por una consideración distinta del hecho cultural,
que le conceda la valía y significación que requiere una democracia avanzada.
No hay cuestiones de primera y segunda importancia, sino un proyecto global donde
todo halle su encaje. Alguien dijo que “uno
de los problemas de la sociedad española es que había tenido antes dinero que
educación y cultura”; ahora, cuando hay menos dinero, o solo está en manos
de una minoría beneficiada por la falsa crisis, esa carencia todavía se acentúa
más y hay que atajarla de raíz. La educación y la cultura, términos
indisolublemente unidos, no pueden ser de nuevo las “marías” del proceso.
Me consta que Podemos viene estableciendo contacto con
personas de diversos sectores culturales para conocer sus opiniones e ir
trazando un “cuaderno de ruta”. Es un camino útil y necesario, pero que no debe
dilatarse demasiado ni perderse por bifurcaciones inútiles, porque también en
este campo los ciudadanos ya están deseosos y necesitados de un aire fresco y
renovador. Lejos de tonterías como la “marca España”, este país se caracteriza
por su impronta cultural, por el peso interno y externo de sus expresiones
creativas, y sería lamentable que Podemos no fuese consciente de la dimensión
que realmente poseen.
No se necesita partir de cero, porque hay experiencias muy valiosas
desde la Transición (ese periodo denostado por Podemos, con lo que no estoy de
acuerdo; sí con la crítica a su esclerosis). Aprovechándolas en todo cuanto
tuvieron de positivo, se precisa adecuarlas a los tiempos actuales mediante un
programa concreto e impulsado desde las bases de un movimiento que quiere ser
transversal. Que otros partidos tampoco tienen ese programa…; otro motivo más
para que Podemos se diferencie de ellos.
(Publicado en "Turia" de Valencia, enero de 2015).
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