Lo primero que sorprende cuando se repasa la producción
bibliográfica sobre cine de los últimos meses, es la cantidad de libros que se
han editado con los más diversos motivos y desde muy distintos enfoques. Resulta
difícil hacer una selección pertinente, que –además de subjetiva– será
probablemente injusta porque dejará fuera a títulos que merecían estar dentro
de ella. Ya se sabe que, a menudo, los árboles no dejan ver el bosque…, y así
nos puede suceder al considerar un panorama donde el cine español y el
norteamericano son los principales objeto de estudio, sin olvidar que incluso
encontramos una “Historia del cine chino”, ambicioso empeño donde los haya, acometido
por Ricard Planas (Editorial Almuzara).
En lo que se refiere a nuestro país, continúa el notable
interés por el periodo bélico, las películas de posguerra y de qué manera el
franquismo las utilizó. Así sucede con “La guerra que no se debió perder. El 36
y el cine”, de Pepe Gutiérrez-Álvarez (Laertes); “Los rastros del imperio. El
ideario del Régimen en las películas de ficción del primer franquismo,
1939-1951”, de Jesús Pérez Núñez (Libros del Jata), o “Canciones en el cine
español”, de Laura Miranda (Shangrilá), referido al período de la autarquía,
entre 1939 y 1950, con un novedoso enfoque que analiza letras de melodías que
se hicieron muy populares.
Pero hablar de cine español es hacerlo, siempre y ante todo,
de Luis Buñuel. Y supone un acontecimiento la edición de su “Correspondencia escogida”,
a cargo de Jo Evans y Breixo Viejo (Cátedra), que agrupa casi un millar de
cartas escritas y recibidas por el maestro aragonés. Cuya dimensión excepcional
abordaría Carlos Fuentes en “Luis Buñuel o la mirada de la Medusa”, un ensayo
inconcluso e inédito hasta ahora, que publicó recientemente la Fundación Banco
Santander.
Otros cineastas españoles contemporáneos cuya obra se estudia
son Julio Diamante, “Compromiso ético y estético de un cineasta”, de Íñigo
Larrauri (Shangrilá); Helena Taberna, “La luz de un sueño”, de Carlos Roldán
(Filmoteca Vasca), y J.A. Bayona, “De ‘El orfanato’ a ‘Jurassic World’ en solo
una década”, de Laura Seoane y C.David Carrión (Berenice). Así como Rafael
Azcona, “El guionista como creador”, de Julia Sabina Gutiérrez (Sial
Pigmalión); el productor Eduardo Ducay, “La pasión de ver” (Prensas de la
Universidad de Zaragoza), en dos amplios tomos donde Alicia Salvador refleja su
vida, filmografía y escritos; el director artístico Félix Murcia, “La realidad
imaginada” (Akal), de Joaquín Cánovas y Gloria Camarero, o el actor José
Suárez, “El galán que pudo reinar”, cuya trayectoria analiza por primera vez
Arcadio Martínez (Círculo Rojo). Como también hacen Juan Carlos Palma con la
actriz Porfiria Sanchiz, “La tigresa escondida en la almohada” (Shangrilá), y Santiago
Aguilar y Felipe Cabrerizo respecto a Conchita Montes, en un volumen que ya
reseñamos en “El Tema de Lara”, lo mismo que sucede con “Las películas que vio
Franco”.
Ampliando el objetivo geográficamente, numerosas son las
obras que se refieren a películas en concreto, a menudo con motivo de un
aniversario: El mago de Oz, Scarface, La diligencia, Rebeca, Ladrón de bicicletas, Vida en sombras, Con faldas y a lo
loco, Tiburón…, y a figuras como
Nicholson, Tarantino, Leone, Cimino, Reiner, Widerberg o Miyazaki. Mención
especial merece “Kubrick en casa” (Anagrama), en la que Vicente Molina Foix
recuerda su relación durante veinte años con el director de 2001, cuyos diálogos de cinco películas
tradujo para su doblaje en español.
Los géneros tienen también su espacio, en varios volúmenes
sobre ciencia-ficción o –de nuevo entre nosotros– “El thriller español” de 1969
a 1983, analizado por José Luis López Sangüesa (Laertes). Mientras que un
enfoque historicista preside “El carlismo desde el cine”, de Andrea Ganchegui
(Gobierno de Navarra), y la muy valiosa compilación sobre “La prensa
cinematográfica en España, 1910-2010” (Shangrilá), efectuada de manera
enciclopédica por Jorge Nieto y José Enrique Monterde.
Dentro del nutrido apartado de los ensayos, destaquemos
cuatro, los dos primeros claramente relacionados entre sí: “Crisis de valores
en el cine posmoderno”, de Gérard Imbert (Cátedra); “La (re)volución social a
través del cine. Los argumentos cinematográficos en la crisis de la
modernidad”, de Esther Marín, editado por la institución valenciana Alfons el
Magnànim; “Ver para creer”, de Santos Zunzunegui e Imanol Zumalde, con el
subtítulo de “Avatares de la verdad cinematográfica” (Cátedra), y “Metraje
perdido. Un breviario de cine invisible” (Archivos Vola), donde Alberto Ávila
se pregunta por el enorme patrimonio fílmico que ya ha desaparecido y incluye –según
los especialistas– hasta el 90% de todo el cine mudo.
Finalmente, no pueden dejar de citarse reediciones de obras
de la importancia básica de la “Historia del Cine” de José Luis Sánchez
Noriega, revisada y ampliada (Alianza); “NO-DO. El tiempo y la memoria”, de
Rafael R. Tranche y Víctor Sánchez-Biosca (Cátedra/Filmoteca Española); “Cita
de ensueños”, el clásico de Benjamín Jarnés que la Universidad de Zaragoza ha
devuelto a la luz, o “El Cine” (Alianza), sobre textos del creador del Teatro de
la Crueldad, Antonin Artaud, a quien se debe la inolvidable frase de que “no puede uno trabajar en el cine sin
avergonzarse”…
(Publicado en "Turia" de Valencia, dentro del Extra sobre la 54 Fira del Llibre, abril de 2019).
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