Decía Jardiel Poncela que “intentar
definir el humorismo es como pretender pinchar una mariposa con el palo de un
telégrafo”. Pero, aparte de esta imposibilidad, lo cierto es que el humor
resulta necesario en los momentos más difíciles, como el que ahora vivimos.
Mucho más dura fue la posguerra española y, sin embargo, en ella surgió una
revista como “La Codorniz”, cuyo primer número se publicó el 8 de junio de 1941
–tiempo de hambre, persecución y exilio– y se mantuvo viva, con algunas
intermitencias casi siempre censoras, hasta el 29 de enero de 1978.
Ideada,
fundada y dirigida en sus tres primeros años por Miguel Mihura, a quien
precisamente Jardiel convirtió en su enemigo acérrimo, la revista vivió su
esplendor en la década de los 40 y los 50, cuando constituyó una especie de
alternativa a la Prensa oficial del franquismo. Aunque, todo sea dicho, sus
principales artífices habían apostado por el bando llamado “nacional” durante
la Guerra Civil, refugiados muchos de ellos en un San Sebastián plácido donde
conformaron “La Ametralladora”, precedente directo de “La Codorniz”.
Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, los máximos expertos
“codornicescos”, cuyos trabajos hemos ido reseñando en esta sección de Turia, han publicado “La Codorniz”. De
la revista a la pantalla (y viceversa)”, editado por Cátedra y Filmoteca
Española, un libro muy conveniente para días de confinamiento. Porque la
inmensa documentación que manejan los autores, su asombrosa erudición, logran
hacerlas compatibles con una escritura suelta y, como no podía ser menos,
divertida en su búsqueda de las relaciones que el título indica: hasta qué
punto el estilo de humor de la revista influyó en nuestro cine, y este en “La
Codorniz” y en quienes la elaboraban. Con una conclusión, después de casi
seiscientas páginas, un tanto decepcionada por parte de los autores del libro: “La comedia española de los años 40 y 50 no
se entendería sin ‘La Codorniz’, la revista que creó un mundo tan irreal como
perfectamente coherente. Un cometa insólito cuya cola rozó el cine español
durante un tiempo que se nos antoja
demasiado corto”.
Casi coincidente en el tiempo, y por parte de los propios
Aguilar y Cabrerizo además de la aportación fundamental de Gema Fernández-Hoya
(cuya tesis doctoral supone la base del volumen), Editorial Renacimiento ha
publicado “Tono, un humorista de la vanguardia”. Pseudónimo de Antonio de Lara,
él sería la otra figura decisiva del mejor período de “La Codorniz”, además de
contar con una valiosa obra propia, no suficientemente estudiada hasta este
libro. Gracias al que conocemos, por ejemplo, que, al vivir Tono en Valencia
desde los 4 a los 18 años, sus primeras colaboraciones fueron en dos revistas satíricas
tan vinculadas a la ciudad como “La Traca” y “El Guante Blanco”.
(Publicado en "Turia" de Valencia, abril de 2020).
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