Tienen mala fama los productores, al menos para bastante
gente. La añeja imagen de señor con yate, chalé, puro y querida sigue
perviviendo en buena parte de la memoria colectiva. Nada que ver con la realidad
actual, cuando los productores son ante todo “ingenieros financieros”, buceadores
de dinero allá de donde pueda aflorar, sea en forma de derechos de antena de
las televisiones, desgravaciones fiscales, patrocinios o ayudas estatales y
autonómicas. Pero escasamente con recursos propios; en todo caso, adelantando
unas cantidades que se cobrarán más tarde. Salvo excepciones muy contadas, no
son tipos ricos que juegan a dar papeles protagonistas a las “starlettes” de
turno. Entre otras cosas, porque ya no hay “starlettes”…
Fernando Bovaira
Y merece el máximo respeto alguien como Fernando Bovaira, al
que Cinema Jove le concede este año su premio Luna de València en
reconocimiento, sobre todo, a las oportunidades que ha dado a nuevos cineastas
a la largo de su carrera. Porque quien ha sustentado la trayectoria de
Alejandro Amenábar (desde Abre los ojos
y Los Otros hasta Ágora y Regresión, pasando por Mar
adentro), quien ha estado detrás de José Luis Cuerda en La lengua de las mariposas, de Juan
Carlos Fresnadillo en Intacto, de
Julio Medem en Los amantes del Círculo
Polar y Lucía y el sexo, de
Manuel Martín Cuenca en Caníbal o de
una serie de la importancia de Crematorio
(de Rafael Chirbes también quiso adaptar “La buena letra”), merece un lugar
de alta consideración dentro del cine y la televisión de nuestro país. Es Bovaira
un promotor de obras de importancia, un impulsor de iniciativas, que de ambas
maneras puede caracterizarse a un productor, en una labor no fácil de definir. “A veces no sé explicar ni a mis hijos en
qué consiste mi trabajo”, ha confesado este castellonense de 1963, que
considera haberse dado cuenta durante su formación en Estados Unidos de “no tener capacidad creativa”, esa misma
que muchos productores reclaman.
Como “un hombre
tranquilo” lo ha retratado José Luis Moreno, dirigente del IVAC, para
añadir que “trabajar con él siempre ha
sido muy fácil”. Mientras que a Jorge Sánchez-Cabezudo, el director de la
citada Crematorio, le parece “la persona más analítica que he conocido”.
Buenas aproximaciones a alguien que gusta de ejercer un cierto eclecticismo en
sus opciones, por lo que no desdeña lanzarse también a un par de Zipi-Zapes,
una comedia como La tribu, realizada
por Fernando Colomo, un drama de la negrura con que Alejandro González Iñárritu
narró Biutiful, o series populares
tipo Cuerpo de élite. Inmerso en
empresas audiovisuales del Grupo Prisa (Canal+, Sogecable, Sogecine) desde su
llegada a Madrid en 1989, la ejecutoria de Fernando Bovaira se ha independizado
a partir de que hace once años crease MOD Producciones, junto a Simón de
Santiago y Pablo Alfaro, con similar ambición de calidad en sus planteamientos.
Esperemos que Mientras dure la guerra,
de nuevo con Amenábar, enfocando el enfrentamiento entre Unamuno y Millán-Astray;
y El día de mañana, serie de Mariano
Barroso sobre la novela homónima de Ignacio Martínez de Pisón, ambas para
Movistar+, continúen por ese camino de exigencia. Igualmente deseable para Tornar a casa, “opera prima” de Roberto Bueso, rodada en Valencia y
alrededores.
No podía esperarse otra cosa de quien tiene entre sus títulos
favoritos películas de la significación
de Historias de Filadelfia, Encadenados, Vértigo, La aventura o Jules et Jim, obras maestras aunque tan
diferentes entre sí. Quizá por eso a Bovaira el cine actual le parece “mimético” y le echa en falta “sustancia”, porque “antes, los cineastas venían con un bagaje más literario, más denso”.
De ahí su interés por las adaptaciones de libros preexistentes, al tiempo que también
extrema su celo sobre los guiones originales.
Amenábar y Bovaira, con el Oscar de 2005 por "Mar adentro"
No, no entran muchos por docena en el cine y la televisión
españoles como Fernando Bovaira. Su Oscar por Mar adentro en 2005 y sus varios Goyas así lo atestiguan.
Particularmente, he discrepado de él sobre algunos aspectos de legislación
cinematográfica, en especial respecto a la Orden Ministerial de 2009, que –en
mi opinión– no era acorde a la Ley del Cine de dos años antes. Pero, por encima
de ello, cuenta con el respeto y aprecio de toda la industria, incluso de sus
propios compañeros productores, lo que no resulta fácil de conseguir. Hasta
alguno de sus colegas, como Emma Lustres (Vaca Films), no ha dudado en afirmar
que “de mayor me gustaría ser como él”…
Enhorabuena por el merecido Premio de Cinema Jove.
(Publicado en el Extra dedicado a Cinema Jove por "Turia" de Valencia, junio de 2018).
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