"Cold War", de Pawel Pawlikowski
Tiene razón Carlos Boyero cuando afirma que Roma y Cold War son las dos películas del año. Y quizá de varios años… Sobre
la segunda ya hablé muy elogiosamente en Turia
desde Cannes (de hecho, fue para mí el mejor film de la competición),
destacando que “rodada en un espléndido
blanco y negro y con formato cuadrado, esta preciosa historia de amor en tiempos hostiles conmueve
por su sobriedad y apasionamiento, términos que en este caso no son
antitéticos”. Ahora, cuando ya se ha estrenado en las salas españolas, es
al crítico correspondiente de nuestra revista a quien le toca emitir su
valoración sobre esta nueva obra del polaco Pawel Pawlikowski, el autor de Ida.
"Roma", de Alfonso Cuarón
En cuanto a Roma,
acabo de verla en el Festival de San Sebastián, dentro de su sección Perlas, que
recoge films destacados en otros certámenes previos, y estoy entusiasmado. Debo
reconocer que hasta ahora no era demasiado “fan” de Alfonso Cuarón, pero su
último trabajo me ha convencido plenamente. Venía a Donostia con la aureola de
haber ganado el León de Oro en Venecia y ha justificado sin duda ese galardón.
Sobre todo, porque logra algo que quizá solo el cine pueda ofrecernos: la creíble
y convincente reconstrucción de un mundo que ya no existe. En este caso, el de
México capital de la década de los 70, donde vive una familia de clase media
adinerada que cuenta entre su servicio con una muchacha de origen indígena que
lleva todo el manejo de la casa, y en especial el trato con los hijos.
Confesadamente autobiográfica, Roma
(nombre de la zona capitalina donde se desarrolla la película) es un prodigio
cinematográfico de dos horas y cuarto, también en blanco y negro. Cálida,
emotiva, preciosa estéticamente con un estilo donde dominan los
planos-secuencia y los “travellings” laterales, posee ese algo casi indefinible
que caracteriza las grandes películas, las que siempre quedan en el recuerdo.
Pero Roma está financiada
por la plataforma digital Netflix, y de ahí viene el “problema”… Su política
comercial es estrenar solo en “streaming” sus producciones, salvo en el país de
origen, y no autorizar su proyección en salas de cine del resto del mundo. Algo
que cabe entender desde el punto de vista empresarial, al contar con una
cobertura de 190 millones de abonados en 130 países, a los que debe proporcionar
“manjares” exclusivos, pero que resulta lamentable para el buen espectador.
Supone un sacrilegio ver el film de Cuarón en un ordenador o un televisor, no
digamos en un móvil. Necesita imperiosamente de la gran pantalla, con la imagen
y sonido adecuados para disfrutar a fondo de ella, como lo hicimos en San
Sebastián. Allí se conoció que la distribuidora A Contracorriente está
intentado llegar a un acuerdo para que, al menos durante una temporada
limitada, Roma pueda verse en
nuestras salas antes o después de su paso por Netflix. Ojalá lo consiga.
(Publicado en "Turia" de Valencia, octubre de 2018).
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