Ojalá me equivoque, pero este Gobierno no va a bajar el IVA
del 21% a las entradas de cine. Se lo reducirán, como han anunciado, a las
publicaciones digitales; posiblemente a lo que ellos llaman “espectáculos en directo”, a los
pañales, a los potitos, a lo que sea, pero al cine, no. Es tal la inquina del
PP a sus gentes que, por más que declaren hipócritamente que “se bajará cuando la situación económica lo
permita”, no lo van a hacer. La protesta contra la guerra de Irak en la
gala de los Goya de hace ya más de una década (una guerra que acogieron con
entusiasmo y entre risas todos los parlamentarios del Partido Popular, sin
excepción), las manifestaciones públicas de cineastas y actores, ejerciendo un
derecho cívico, o la resonancia que alcanzó el largometraje colectivo ¡Hay motivo!, no lo perdonan ni lo van
a perdonar nunca. Así de “guerracivilista” es la mentalidad de muchos de sus políticos.
Así de intolerante y vengativa es la derecha de este país.
Participantes directos en las negociaciones entre el PP y
Ciudadanos a propósito de la última investidura, me han confirmado la negación
absoluta de los primeros a cualquier “rebaja” del IVA que grava las entradas a
las salas cinematográficas. Sí lograron los representantes del partido de
Albert Rivera que se pudiera aplicar en el futuro a otros sectores culturales, pero
para el cine era innegociable. Quizá lo más chusco de la reunión fue el
argumento esgrimido por los populares: que tal reducción (era al 10% lo que
proponía Ciudadanos, mayor incluso que en buena parte de los países europeos) a
quienes beneficiaría era a las multinacionales norteamericanas… ¡Lo nunca
visto, el PP convertido en muralla frente al capital de Hollywood!
Si realmente ese fuera su pensamiento, aplicarían solo el 21%
a las películas estadounidenses de esas multinacionales, reduciéndolo a las de
producción europea, incluida la española. Por no hablar del imprescindible
gravamen o tasa sobre los films doblados no comunitarios (les regalamos gratis
el idioma), cuya recaudación estuviera destinada al Fondo de Protección a
nuestra cinematografía, algo que no se pudo conseguir en la Ley de 2007, pese a
haber entonces un Gobierno socialista. Lograrlo ahora es casi un sueño, como lo
es el incremento sustancial de dicho Fondo, que en la Memoria Económica de la
Ley se situaba en cien millones de euros para 2010 y que actualmente no llega
ni a su mitad.
Puede argumentarse una y cien veces que el cine le da mucho
más al Estado (y, por tanto, a la sociedad española) que lo que recibe de él. Es
papel mojado cuando existe una cerrazón ideológica y política tan manifiesta.
Ni le bajarán el IVA, ni aumentarán el Fondo, ni harán nada de nada que pueda
favorecer mínimamente a nuestro cine. Ya se sabe que al enemigo, ni agua.
(Publicado en "Turia" de Valencia, diciembre de 2016).
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