Con motivo del Curso dedicado durante la primera semana de julio de 2019 a Gonzalo Suárez en El Escorial, dentro de los organizados por la Universidad Complutense y dirigido por Manuel Hidalgo, "El Cultural" (suplemento de "El Mundo", en su versión digital) solicitó a una serie de ponentes de dicho Curso que escribiera cada uno un breve texto sobre una película del cineasta asturiano. Esta fue nuestra elección:
Sé que no soy muy original al considerar “Remando al viento”
como la mejor película de Gonzalo Suárez. Numerosos premios en su haber desde
la Concha de Plata de San Sebastián en 1988, críticas siempre entusiastas, más
de un año de exhibición continuada en los Renoir de Madrid… Todo el mundo se
rindió a la valía de una película que ya se ha convertido en un clásico del
cine español. Nada que descubrir, por tanto, que otros no hayan hecho antes que
yo. Pero sí me gustaría explicar un poco el porqué de esta preferencia.
En especial, porque pienso que “Remando al viento” resume lo
más decisivo de la personalidad creativa de su autor, esa colusión entre
ficción y realidad que domina toda su filmografía, con un “punto de encuentro”
donde una y otra confluyen constantemente. “Las
películas son el espectro de los sueños y recuerdos, pero se extraen, como los
minerales, de la realidad”, escribiría Suárez. Es decir, que se necesitan
mutuamente para dar origen, como en este caso, a seres imaginarios de la manera
en que Mary Shelley hizo con su Frankenstein, a cuyo origen y rebelión
asistimos en el film.
Pero es que junto a ese tronco básico de la dialéctica entre
realidad y ficción, surgen en “Remando al viento” varias de las otras
características típicas del cineasta: la decisiva importancia que adquieren los
sueños para unos personajes sometidos a fuertes tensiones vitales; el
inabarcable poder de la imaginación a la hora de componer unas imágenes en
busca del equilibrio y la belleza, o una cierta corriente romántica que subyace
a menudo en los films de Suárez. Así, “Remando al viento” se erige como una
“summa” de su filmografía y por ello, pese a no ser original, la considero su
película clave.
Gonzalo Suárez
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