Al repasar el excelente informe de la consultora MRC sobre
los resultados del cine iberoamericano el pasado año, llama poderosamente la
atención la taquilla obtenida por un film brasileño, Nada a perder. Sus 13 millones y medio de espectadores en 19 países
triplican los resultados de la segunda película en el “ranking”, la mexicana Ya veremos, y cuadruplican los de la
española Campeones. ¿Cómo se explica
tan desmesurado éxito? Porque es una cinta de propaganda de la Iglesia
Universal del Reino de Dios, extendida en 172 países y que cuenta solo en
Brasil con unos 8 millones de feligreses.
Dirigida por Alexandre Avancini, realizador de populares
culebrones y que en cine ya llevase a la pantalla grande la triunfante serie
sobre Moisés y los Diez Mandamientos,
este Nada a perder narra la vida de
Edir Macedo entre las décadas de los 60 y los 90, en medio de las cuales
fundase en 1977 la citada Iglesia, que sigue las doctrinas de los llamados
“pentecostales”, aunque con matices propios derivados de la tradiciones
brasileiras. Macedo es un personaje enormemente confuso y controvertido, que ya
ha pasado por la cárcel, y entre las múltiples acusaciones que pesan contra él
figuran la del blanqueo de dinero, los acuerdos con narcotraficantes y un
desmesurado enriquecimiento personal. El programa televisivo “Pare de sufrir”
supuso la plataforma de lanzamiento para una comunidad que muchos no dudan en
calificar como secta con todos sus atributos.
No es un documental Nada
a perder, sino una ficción con actores, aunque en su tramo final aparezca
el propio Macedo adoctrinando a los espectadores. Un público “cautivo” porque,
según las crónicas periodísticas, la Iglesia Universal del Reino de Dios se
dedicó a comprar aforos completos de las salas de cine para luego regalar las
entradas y lograr así ese éxito de taquilla que citábamos. Ya está en marcha la
secuela del film, para la que se esperan similares resultados a los del
original (multiplicados al haber sido adquirido por Netflix), dado que la
expansión de la tal Iglesia no para de crecer.
"Nada a perder", de Alexandre Avancini
¿Será este un buen método para superar el descenso de
espectadores en las salas? Ojalá que no y que no empiecen a proliferar
películas de las mil y una confesiones que pululan por el mundo. Entre nosotros
ya se intentó con la figura de Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, pero
no dio resultado. Quizá porque el público español ya se siente “vacunado” por
aquellos films del nacionalcatolicismo que nos dejaron secuelas tan indelebles.
(Publicado en "Turia" de Valencia, julio de 2019).
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