Había gran expectación por ver ‘Le Redoutable’, de Michel
Hazanavicius, el director de ‘The Artist’. Pero el motivo no era tanto contemplar
su nueva película, como el personaje real al que se refiere: Jean-Luc Godard,
verdadero santón intocable para muchos cinéfilos. Quienes, antes de conocerla,
ya estaban con las espadas en alto dispuestos a clamar por la herejía que se
iba a cometer, porque mentarles a Godard es como mentar a la Virgen en Fátima…
Todo se complicó además con el desalojo de una gran parte del Palacio del
Festival, y más directamente en la zona donde se ubica la sala Debussy, justo
cuando iba a empezar la sesión de ‘Le Redoutable’ con centenares de periodistas
esperando en la entrada. No pasó nada, por fortuna, pero cuando se inició la
proyección –con cuarenta y cinco minutos de retraso– se palpaba la tensión
entre los asistentes.
"Le Redoutable", de Michel Hazanavicius
Concretamente, el film se centra en el Godard de 1968, el
momento del estreno de ‘La chinoise’, su fascinación por las ideas maoístas,
los hechos de mayo de ese año y la suspensión precisamente del Festival de
Cannes. También el año en que se casó con Anne Wiazemsky, protagonista de dicha
película y en cuyo libro autobiográfico, ‘Un an après’, se ha basado
Hazanavicius. Lo que se percibe nítidamente en la mirada lanzada sobre uno de
los autores básicos de la “Nouvelle Vague”: la mirada de quien, pasada la etapa
de fascinación intelectual, se separaría rápidamente de su mentor, harta de su
egolatría, su confusión mental y la despótica forma de tratar a sus semejantes.
No es, por tanto, un retrato complaciente de Godard el que, desde
la acertada óptica de la progresiva desilusión de su pareja, traza ‘Le
Redoutable’ (submarino botado poco antes y sobre el que un reportero resumió su
crónica con la frase “Así va la vida a bordo de Le Redoutable”, que el cineasta
repetía con frecuencia para referirse a su propia vida). Tampoco se ensaña, ni
mucho menos, Hazanavicius con su colega, otorgando a ciertas secuencias un aire
ligero, de cierto humor, o pretendiendo emularle en plan admirativo, que son
precisamente las más discutibles del film. Pero no creo que por cuestionar la personalidad
de su jefe de filas, los godardianos tengan que rasgarse las vestiduras ante lo
que consideran un desafuero.
"The Meyerowitz Stories", de Noah Baumbach
Mejor sentido del humor demuestra Noah Baumbach, nombre
destacado del cine independiente norteamericano, en ‘The Meyerowitz Stories’,
su octavo largometraje, entre los que ‘Frances Ha’ es el que alcanzó mayor
relevancia. Se trata de una comedia muy neoyorquina, que sobresale por sus
diálogos más que por sus situaciones y que recuerda en ocasiones cierta etapa
de Woody Allen. Sus protagonistas son la familia que da título al film, compuesta
por un padre ya muy mayor (escultor en decadencia, al que interpreta
genialmente Dustin Hoffman), sus tres hijos de dos esposas diferentes y una
nieta que estudia cine en la Universidad y a la que motiva especialmente “hacer
porno”. Jugosa y ágil en la forma de abordar los conflictos cotidianos entre
esos personajes familiares, sobre los que –a pesar de todo– gravita una
filiación que los mantiene en contacto, ‘The Meyerowitz Stories’ ha significado
un agradecible “relajo” dentro de una programación tan densa y casi siempre
dramática como la de Cannes. La pena es que, salvo que estén ustedes abonados a
Netflix, no podrán verla, porque no se va a exhibir en salas sino directamente,
e igual que ya mencionamos en el caso de la coreana ‘Okja’, en dicha plataforma
de pago, sobre lo que ha dado cumplida noticia “El Norte de Castilla”.
No en la competición, sino en la sección paralela Un Certain
Regard, también había despertado especial interés ‘Wind River’, “opera prima”
del guionista de ‘Comanchería’ y ‘Sicario’, Taylor Sheridan. Pero si muy
atractivos son su contexto geográfico (las nevadas montañas de Wyoming) y
humano (una reserva india), la película está plagada de lugares comunes, con un
guardabosques como protagonista que es típico de mucho cine “culto” norteamericano,
demostrando a cada paso una “filosofía de la vida” apabullante. Casi como la de
que siempre hizo gala Jean-Luc Godard.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 22 de mayo de 2017).
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