"Whitney", de Kevin MacDonald
La conflictiva vida y la trágica muerte de la cantante
Whitney Houston han resurgido en las pantallas de Cannes. Mediante un
largometraje documental de Kevin MacDonald que recorre toda su existencia a
través de entrevistas con familiares, amigos y colaboradores, mezcladas con una
nutrida recolección de imágenes de archivo, asistimos a una trayectoria marcada
por los estragos de la fama y de la droga. Quien fuera conocida como “La Voz”,
la artista más laureada de todos los tiempos, nada menos que 415 galardones, encerraba
una intimidad (marcada por los abusos sexuales sufridos durante la infancia) que dejó pocos resquicios a la felicidad. Con un pico de máxima
fama a comienzos de los 90, cuando cantó a su estilo el himno nacional norteamericano
en el intermedio de la Super Bowl e hizo mundialmente célebre el tema ‘I Will
Always Love You’ de la película ‘El guardaespaldas’ (que también protagonizó
junto a Kevin Costner), y una decadencia que el film recoge al mostrar, sobre
todo, su penosa interpretación de esa misma canción en una gira que buscaba
relanzar su carrera, Whitney Houston –fallecida en 2012, con tan solo 48 años–
supuso todo un hito en la música popular contemporánea.
Kevin MacDonald sabe recoger en ‘Whitney’ estas distintas
vertientes de la cantante, de manera muy cercana a como hizo tres años atrás
Asif Kapadia con ‘Amy’, sobre otra intérprete de fatal desenlace como Amy Winehouse.
Ambos acercamientos se centran en un objetivo parejo: ahondar en la persona que
hay detrás del personaje, en un notorio esfuerzo documental por situarnos en la
trastienda del mito, en todo aquello que no aparece en el escenario pero que
determina la vida de quienes se suben a él envueltos por el halo, finalmente
trágico, del triunfo.
A la realidad también acude el cineasta italiano Matteo
Garrone en su ‘Dogman’, que ha presentado a competición de un Festival en el
que está acostumbrado a llevarse buenas recompensas, como hiciera con los
Grandes Premios del Jurado en 2008 y 2012 por, respectivamente, ‘Gomorra’ y
‘Reality’. Una realidad que generó en 1988 un tremebundo hecho, conocido como
el caso de “Il Canaro”, pero que no les describiré para no fastidiarles la
película. Baste decir que se halla más cercana al primero de los títulos
citados, aunque aquí ya no estemos en la Nápoles mafiosa de Roberto Saviano,
sino en un pequeño pueblo (su localización y retrato es uno de los mejores
logros del film) donde un peluquero de perros y un brutal y forzudo gigantón
van a solventar sus “diferencias”, no precisamente de manera civilizada. Dice
Mateo Garrone que ‘Dogman’ se le ocurrió desde una imagen, “la de algunos
perros, encerrado en una jaula, que asisten como testigos a la explosión de la
bestialidad humana”. Visión a partir de la cual mostrar a un personaje que,
“después de una vida de humillaciones, tiene la ilusión de liberarse de ella, y
con él su barrio e incluso quizá el mundo”. A tan alta pretensión la película
no llega, quedándose en un relato ultrarrealista donde valdría modificar la
máxima latina para asegurar que “el hombre es un perro para el hombre”...
Apunten el nombre de Marcello Fonte como posible Premio al Mejor Actor.
"Burning", de Lee Chang-dong
Todo lo contrario a ese hiperrealismo es el que ofrece el
cineasta coreano Lee Chang-dong en su ‘Burning’, presentada asimismo a concurso
por alguien cuyos films han sido también doblemente premiados en Cannes: a la
actriz Jeon Do-yeon de ‘Secret Sunshine’ (2007) y al guion de la excelente
‘Poesía’ (2010). Se basa ahora en un relato breve de Murakami, titulado ‘Las
granjas quemadas’, para trazar una película bañada por la ambigüedad, la
indefinición y los huecos narrativos. “Para mí, el mundo es un misterio”, dirá
en un momento su protagonista, un repartidor aspirante a escritor. Otro tanto
le sucede al espectador, que duda con frecuencia sobre la manera adecuada para
discernir el terreno en el que contemplar el film, especialmente debido al
tercer vértice de un peculiar triángulo amoroso del que, por voluntad de sus
creadores, no conocemos apenas sus pretensiones ni sus finalidades. No se trata
de reivindicar tramas demasiado directas ni explicativas, pero, junto a su
indudable entidad creativa, sería deseable una mayor precisión de la que exhibe
‘Burning’. Quizá es que nos tengamos que acostumbrar a un tipo de cine oriental
que, paso a paso, va dominando Festivales como el de Cannes.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 18 de mayo de 2018).
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