En Cannes puede pasar de todo. Que lo que parece una
manifestación, no sea más que el reclamo publicitario de una productora. Que un
buen señor lleve a un par de cerditos de paseo, mientras gruñen como
condenados. Que bastantes personas miren a la gran pantalla situada en la
playa, pero sobre la que solo aparece una prueba técnica de rayas, puntos y
“test” sonoros… Lo que nunca sucederá es que, por más que diluvie sobre quienes
hacemos cola durante una hora para poder encontrar sitio en las salas, sus
puertas se abran ni un minuto antes de lo estrictamente reglamentado.
Evidentemente, los programadores de un certamen no se ponen
de acuerdo a la hora de decidir la temática o el grupo social de las películas
que componen cada jornada. Pero la indudable coincidencia ha motivado que, en
el primer día de la competición oficial y en la inauguración de la sección
paralela Un Certain Regard, las adolescentes –en un sentido amplio del término–
hayan sido protagonistas. Ya sea la chica de 17 años que se prostituye de
manera voluntaria en ‘Jeune&Jolie’, de François Ozon (quien ha utilizado
ese título de ‘Joven y Bonita’ que suena tan cursi, pero que responde al de las
ofertas eróticas en internet); el grupo de amigas, fascinadas por las marcas y
el lujo, que se dedica a robar casas de famosos en ‘The Bling Ring’ (nombre con
que las “bautizaron” en la realidad los medios de comunicación), de Sofia
Coppola; o la todavía niña de 12 años que, pese a su edad, piensa ya en casarse
y queda embarazada tras una violación, dentro de la descripción de la violencia
que destroza a una familia narrada por la mexicana ‘Heli’, de Amat Escalante.
Tres películas, por supuesto, muy diferentes entre sí, pero
que indican el interés de los/las cineastas hacia esta etapa de la vida,
tratando quizá también de atraer a un público potencial con historias cercanas
a él. Poco tiene que ver la clase media burguesa del film francés con las
“pijas” de Los Ángeles y la muy humilde que sobrevive en Guanajuato. E incluso
todavía menos los estilos, narrativa o estética de sus directores. Pero sí me
parece que detectan esa creciente atracción, extensible a otros muchos títulos
de los últimos años, por ese periodo tan difícil, indefinido y problemático
como es la adolescencia.
Con su deseo habitual de cuestionar al espectador en sus convicciones,
François Ozon nos sitúa ante una estudiante que es casi prostituta “vocacional”,
cuya motivación no viene dada por el dinero que logra con sus servicios de 300
o 500 euros, aunque lo guarde cuidadosamente pero sin un fin concreto, ni
tampoco por cualquier tipo de rebeldía social: de hecho, su único mínimo afecto
es hacia un cliente que podría ser su abuelo. Es esa gratuidad en el
comportamiento, y también un cierto regusto por el escándalo moral, el nivel
dominante en ‘Jeune&Jolie”, notablemente alejada de la valía con que Ozon
lograse, gracias a ‘Dans la maison’, la Concha de Oro en el último San
Sebastián.
Por su parte, Sofia Coppola vuelve a demostrar su acreditada
superficialidad en ‘The Bling Ring’, de la que solo escapó parcialmente en su
famosa ‘Lost in Translation’. Basada en un reportaje de “Vanity Fair” sobre el
hecho real mencionado, su película no va más allá de la crónica puntual, donde
la ropa y los objetos de lujo, la cocaína, el crack y la música de consumo (curiosamente,
apenas el sexo) conforman el horizonte de este grupo de chicas. Su directora
manifiesta haber buscado trazar un “cuento moral” sobre el consumismo y la
fascinación por la riqueza, pero para eso hace falta bastante más que la
complacencia de sus imágenes.
Sin duda, más duras son las de ‘Heli’, con algunas tan
terribles como la tortura a dos jóvenes que incluye quemar los genitales de uno
de ellos, al que se ahorca arrojándolo por un puente. Así empieza el film de
Escalante, desde donde se desarrolla un amplio “flashback” que traza sin
contemplaciones la violencia que domina diversas zonas de México.
Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 17 de mayo de 2013
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