No soporto ya más el tono lastimero de las gentes del cine
español. Otra cosa es la protesta, la reivindicación, la exigencia. Porque
tienen razones de sobra para hacerlas: el absoluto desprecio de este Gobierno
hacia la cultura, la brutal subida del IVA desde el 8 al 21% en el precio de
las entradas, el vertiginoso descenso del Fondo de Protección a la
Cinematografía (a 39 millones, cuando según la Memoria Económica de la Ley de
diciembre de 2007 tenía que llegar a los 100 millones), la no convocatoria de
numerosas ayudas, la paralizante indefinición en que en estos momentos se
debate el sector… Motivos existen más que suficientes para “levantarse en
armas”, para resistir y hablar bien alto y claro, pero no a base de lamentos plañideros
ni de gestos de que somos muy buenos para que nos concedan unas migajas.
Gracián ya dejó sentado que “la queja
trae descrédito”, y no lleva a ninguna parte seguir por ese camino, que solo
conduce a que el poder se muestre en ocasiones benevolente y disfrace de
palabras retóricas lo que no es más que vacío y desprecio respecto a quienes no
considera de los suyos.
Creo, por tanto, que hay que cambiar de discurso: oponer la
creatividad a la hostilidad; rebelarse haciendo aquello que no quisieran que hiciéramos;
mantener una actividad máxima, precisamente porque están tratando de que
desaparezca. El cine español ha pasado por etapas todavía peores que esta,
sobre todo la larguísima del franquismo con su censura omnipotente. Pero
nuestro cine sobrevivió y logró ir creciendo. Aprendamos de ello y sepamos
adecuarlo a los tiempos actuales. Si hay que rodar películas de bajo
presupuesto, se ruedan (ya se están rodando). Si hay que inventar nuevos métodos
de financiación, se inventan (ya se están inventando). Si ante el cierre de
distribuidoras y pantallas, hay que ensayar sistemas distintos de
comercialización, se ensayan (ya se están ensayando). Todo menos quedarse
esperando las limosnas oficiales o televisivas, todo menos limitarse a poner
gesto de disgusto o de fastidio. Hagamos, aunque sea en condiciones muy
difíciles. No podrán con el cine español: la creatividad, la imaginación, la
lucidez, siempre serán más fuertes que ellos en su mediocridad e inopia. No se
trata de ningún triunfalismo voluntarista; la Historia demuestra que es así.
Ya se ha dicho muchas veces que “el pesimismo es reaccionario”, que acaba siendo una forma de escaparse
de la realidad que conduce a la inacción y a la parálisis. Optemos por lo
contrario, por la vitalidad y la creencia en sí mismos, aunque todo esté en
contra, por más que el ambiente nos invite a la dejadez y al abandono. Han de
surgir voces nuevas, propuestas diferentes, soluciones alternativas y llenas de
vigor. De lo contrario, parafraseando el título de una conocida novela, “nos
matarán lamentándonos”.
Publicado en "Turia" de Valencia, mayo de 2013
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