Por un día, los franceses parecen menos atentos a los fastos
de Cannes que al escándalo de los trenes, que me figuro que ya conocen: el
encargo, fabricación y compra de una serie de vagones que son ¡más anchos! de
lo que permiten los andenes de las estaciones. En España tenemos aeropuertos
sin aviones o carreteras sin coches, pero esto todavía no lo hemos visto,
aunque nunca hay que perder la esperanza… Pero vayamos a lo nuestro, que es una
jornada del Festival cuya Sección ha confrontado a dos generaciones muy
alejadas de cineastas: la que, nacido en 1936, representa Ken Loach, con
‘Jimmy’s Hall’; y la de Xavier Dolan, que vino al mundo en 1989 y que ha traído
‘Mommy’. Medio siglo los separa, con todo lo que ello determina, pero han
coincidido en el signo del buen cine.
"Jimmy's Hall", de Ken Loach
Con guion de su habitual Paul Laverty, ‘Jimmy’s Hall’
continúa en cierta forma la propuesta de ‘El viento que agita la cebada’,
gracias a la cual Loach obtuvo la Palma de Oro en 2006. No solo por
desarrollarse también en Irlanda y situarse una década después de la anterior,
sino porque nace de las consecuencias derivadas de la independencia del país, y
concretamente del enorme poder adquirido por la Iglesia católica y los
terratenientes. Contra ambos se erige Jimmy Gralton, un hombre de izquierdas
que tuvo que huir del país a Estados Unidos y que regresa a él después de diez
años. Lo hace para cuidar la granja de su madre, pero pronto se ve animado por
sus convecinos a que reabra la sala con diversas actividades culturales que ya
“animó” entonces, con el añadido de su fascinación por el jazz y los bailes de
moda en Norteamerica. No es un propósito demasiado revolucionario, pero “con la
Iglesia hemos topado”… Ahí comienzan los problemas de Jimmy –un personaje que
existió en la realidad–, extendidos también a otros conflictos más decisivos.
Es ‘Jimmy’s Hall’ un Ken Loach por los cuatro costados, con
sus opciones ideológicas bien vivas, su apuesta por las clases populares, su
rotundo anticlericalismo y ese estilo sencillo y envolvente, donde no faltan ni
el sentimiento amoroso ni el humor. El gran cineasta británico demuestra que
está en buena forma, que sigue deseando contarnos historias que le afectan y
que nos afectan. Algo que en un autor de cerca de ochenta años es muy de
agradecer.
"Mommy", de Xavier Dolan
En sentido opuesto, Xavier Dolan pasa por ser el “enfant
terrible” del cine canadiense, lo que no resulta extraño en alguien que empezó
su carrera con una película titulada ‘Yo he matado a mi madre’… Pese a su
juventud, Dolan ya ha recorrido toda la escala del Festival de Cannes, pasando
por las paralelas Quincena de Realizadores y Un Certain Regard, antes de llegar
con todos los honores a la Sección Oficial. Y lo hace bien, con un film potente
y de “tonos altos” (sobreactuación de los intérpretes, diálogos a voces
bastante a menudo, juegos con el formato de la imagen y el color) que revela
personalidad. Homenaje a su madre, quizá por compensarle el disgusto que se
debió de llevar con aquella “opera prima”, ‘Mommy’ se centra en la relación de
un adolescente conflictivo con su progenitora y la vecina de enfrente. Hablada,
o gritada, en un francés “québécoise” que precisa de subtítulos para que los
propios franceses lo entiendan, el ya quinto largometraje de Dolan merece que
se le siga la pista con atención.
Terminaba la escasa presencia española en Cannes (a la que,
aparte de películas, habría que sumar la elección de la joven productora
andaluza Marta Velasco, de Áralan Films, dentro del grupo “Producers on the
Move” de la European Film Promotion), con uno de los cortometrajes que componen
‘Les ponts de Sarajevo’, fuera de concurso. Son trece
episodios, de entre 6 y 8 minutos, que llegan a la actualidad desde el
asesinato del archiduque Fernando en 1914, que dio origen a la I Guerra Mundial,
y la de la ex Yugoslavia en los noventa, siempre con Sarajevo como punto de
referencia. Recha retrata a un muchacho que no vivió la crueldad de ese
conflicto bélico, pero que refiere con admiración el arrojo de su padre por
salvar al menos un libro de la destrucción de la biblioteca de la ciudad. Si
este corto “sabe a poco”, es precisamente por su sensible acercamiento a un
personaje real, que ahora vive con su padre en Cataluña.
(Publicado en "El Norte de Castilla" de Valladolid, 23 de mayo de 2014).
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