Boltaña es un pequeño pueblo de mil habitantes, situado en la
comarca de Sobrarbe, dentro del Pirineo Aragonés y a la sombra del Monte
Perdido. La localidad cercana más relevante es Aínsa, con un conjunto medieval de
valía histórico-artística y donde confluyen los ríos Ara y Cinca.
Pues bien, no se han equivocado ustedes y se han ido a una
sección de Geografía. No, están dentro del terreno cinematográfico que recorre
siempre “El Tema de Lara”. Porque en ese reducido núcleo de Boltaña se celebra
desde 2002 el Festival Internacional de Documental Etnográfico, que, por lo
tanto, ha llegado a la friolera de dieciséis ediciones bajo el título de
Espiello (Espejo, en lengua vernácula) y que ofrece una variada muestra dentro
del género, entendido de forma bastante flexible. Aparte de la Competición
Oficial, a la que concurrían este año 16 producciones de diferentes países,
entre las que resultó vencedora Atrápala
y corre, de la catalana residente en Berlín Roser Corella, sobre el secuestro
de mujeres en Kirguistán con fines matrimoniales, hay numerosas secciones
–quizá demasiadas– que completan la programación. Que también incluía un
Homenaje a la cineasta Patricia Ferreira por su destacada labor documental y un
reconocimiento a la Academia de Cine por su proyecto “Cine y Educación”,
actualmente ya terminado y pendiente de ser presentado.
Traigo a colación Espiello porque me parece un certamen
ejemplar por varios motivos. Hace falta mucho arrojo para celebrar un Festival
con este enfoque y en una población tan pequeña, como se precisa para llevarlo
a cabo con solo 35.000 euros, excelentemente aprovechados por el equipo
dirigido por Patricia Español y formado en su mayor parte por voluntarias y
voluntarios que se desviven por su trabajo y por atender a los profesionales
invitados. Y lo llevan a cabo con una atención y eficacia que para sí querrían
certámenes que disponen de mayores medios, más oropeles y se sitúan en grandes
centros urbanos. Aquí, en Boltaña, todo el pueblo se vuelca con su Festival, al
que consideran como algo propio y muy querido, ya sea trabajando para él o
llenando sus sesiones, a las que también acuden espectadores de otras
localidades vecinas para disfrutar de algo tan específico como los documentales
etnográficos.
Entrada al Palacio de Congresos de Boltaña, donde se celebra el Festival
No es tampoco Espiello un caso aparte dentro de la geografía
española. Por fortuna, en numerosos lugares existen iniciativas que demuestran
la pasión por el cine más allá de barreras que cabría considerar como
infranqueables. Frente a un pesimismo tantas veces inmovilista, sigue habiendo
gentes que creen en la fascinación de las imágenes sobre una gran pantalla.
Boltaña lo demuestra con un acento especial, quizá el que le otorga la
Historia, bajo la mirada de ese su castillo del siglo XI al que se accede tras
ardua subida…
(Publicado en "Turia" de Valencia, mayo de 2018).
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