Memoria de luz



Con este nombre se ha “rebautizado” la exposición que en Valencia se llamó Material de somnis. 30 anys de Filmoteca valenciana, dedicada a hacer visibles sus fondos, y que ahora presenta en Madrid el Instituto Cervantes hasta el 3 de junio. De aquella muestra, celebrada en el Centre Cultural La Nau, ya se dio cumplida referencia en las páginas de Turia, pero vale la pena detenerse en su “renacimiento” justo al lado de La Cibeles.


No se trata exactamente de la misma exposición debido a las diferentes características de una y otra salas, pero en lo esencial ha permanecido idéntica, comisariada en ambos casos por Nieves López-Menchero. Y lo esencial es un recorrido por parte de los numerosos “tesoros” que conserva la cinemateca autonómica y que ha llevado a subtitular la muestra como Historia del cine español en la Filmoteca valenciana: espléndidos carteles de distintas épocas, especialmente brillantes los pertenecientes al periodo mudo y republicano, varios de ellos firmados por Josep Renau, que luego prolongó su labor en México; preciosos bocetos de decorados, debidos a Francisco Canet y Gori Muñoz; revistas especializadas, donde el “Nuestro Cinema” de Juan Piqueras ocupa, lógicamente, lugar de honor; programas de mano, en ocasiones muy imaginativos; material publicitario diverso; tres grandes proyectores de épocas sucesivas… Y un apartado que considero de valía especial, el que recoge documentos tan importantes como el contrato de Bienvenido Mister Marshall o cartas autógrafas de Buñuel, Max Aub, Bardem, Juan Goytisolo o Román Gubern, con Ricardo Muñoz Suay (“factótum” inicial de esta Filmoteca, ahora dirigida por José Luis Moreno) como habitual remitente o destinatario. Así, por ejemplo, nos enteramos de avatares de Viridiana y de la productora UNINCI o de que la primera película que Fidel Castro quería que se hiciera en la Cuba revolucionaria, deseaba que la realizase Bardem. Testimonios de primera mano que hasta ahora no se hallaban precisamente al alcance de todos.


Pasear por esta Memoria de luz posee también un interés suplementario para los cinéfilos madrileños o que residan en la capital: percibir que, contra lo que suele citarse, no han sido solo Madrid o Barcelona los centros neurálgicos del cine español, entender que ha existido y existe una industria en Valencia que comprende desde productoras relevantes –baste citar el caso de Cifesa– hasta personalidades no tan conocidas por estos pagos (como Maximiliano Thous o el citado Gori Muñoz, a quienes se les dedican espacios propios), pasando por unas antaño florecientes artes gráficas. Mientras que, de nuevo, nos queda la pregunta que se repite cada vez que contemplamos una muestra histórica de estas características: ¿qué y cómo habría sido el cine español sin nuestra maldita Guerra Civil? Una ucronía que ya no tiene, lamentablemente, respuesta.

(Publicado en "Turia" de Valencia, abril de 2018).

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