"Un asunto de familia", de Hirokazu Kore-eda
Que Hirokazu Kore-eda centre su película en una familia, no
puede sorprender a quien conozca mínimamente la obra del gran cineasta japonés.
Que privilegie una filiación no basada en la sangre, sino en lazos afectivos,
sonará cercano a los que, por ejemplo, vieran en su día ‘De tal padre, tal
hijo’, ‘Nuestra hermana pequeña’ o más lejanamente ‘Nadie sabe’. En definitiva,
viene a decir siempre su autor, lo que importa realmente son las estrechas
relaciones que se establecen entre aquellos que comparten su vida juntos dentro
de una cierta armonía y con una comunidad de intereses sentimentales. ‘Un asunto de familia’ (o ‘Shoplifters’, su título en inglés), que se presenta dentro de la Competición Oficial de Cannes,
participa de estas constantes básicas, aunque con acentos particulares
y diferenciadores.
Acentos que tienen que ver con el tipo de comunidad familiar
que Kore-eda ha elegido en este caso: de clase baja trabajadora, aunque poco
por uno u otro motivo, que efectúa pequeños robos cotidianos y cohabita en un
espacio muy reducido, al que no dudan en integrar una niña que encuentran en la
calle y a la que deducen que sus padres maltratan. Pero hay más cosas ocultas
de las que parece, reveladas en el último tercio del film y que yo no voy a
tener el mal gusto de descubrirles. Baste con la frase leída que, según el
propio realizador, le sirvió de inspiración: “Solo el delito nos unió”, para
basándose en ella, “arrojar una luz diferente sobre una familia disfuncional”. Tras
el paréntesis que significó su película anterior, ‘El tercer asesinato’,
Kore-eda regresa ahora a ese territorio que domina, aunque de manera algo menos
convincente que en otras ocasiones, dejando en el aire ciertos interrogantes
sobre la trama que apetecería ver resueltos.
También de la familia habla, y mucho, el Papa Francisco en el
documental ‘Un hombre de palabra’, que le ha dedicado un confesional Wim
Wenders y que está coproducido por el propio Vaticano. Quizá el mejor resumen
de cuanto supone este trabajo lo ha escrito el periódico “Grazia” que se edita
diariamente en Cannes, al afirmar que “es probable que un documental norcoreano
sobre Kim Jong-un se distancie más del personaje que retrata de lo que lo hace
‘Un hombre de palabra’…”. Ello no significa que carezca de interés alguno, sobre
todo por las entrevistas en primer plano que vemos con el Pontífice. Para
expresar en ellas su criterio sobre lo divino y lo humano, desde la protección
de la naturaleza y la erradicación de la pobreza hasta la crisis de los
refugiados, el papel de la mujer o la pederastia entre los eclesiásticos,
pasando por una decidida defensa del sentido del humor, al que Francisco dice
encomendarse todas las mañanas. Le sobran a este documental hagiográfico,
mostrado en una Sesión Especial, los fragmentos en que el cineasta alemán reconstruye
momentos de la vida de San Francisco de Asis, mientras en su conjunto denota el
buen hacer de Wenders dentro del género, desde luego más consistente que en sus
últimos films de ficción.
De Italia llegaba también a la Competición ‘Lazzaro felice’.
Raro, extraño, seductor a ratos y desesperante en otros este tercer
largometraje de Alice Rohrwacher, que obtuviera con ‘Las maravillas’ el Gran
Premio del Jurado de Cannes en 2014. Lo bueno es que, desde el primero de
ellos, ‘Corpo celeste’, cabe observar los progresos de una cineasta de 37 años
a la que se le va viendo plasmar poco a poco sus búsquedas creativas. Integra
‘Lazzaro felice’ materiales de la tradición del cine de su país (el relato
campesino a lo Olmi, la picaresca de la comedia italiana, resabios de Pasolini)
para ir elaborando una personalidad propia, que se aleja nítidamente del
realismo para introducirse en una vertiente entre fantástica y poética.
Y anoten en sus agendas un título que merece mucho la pena:
‘Girl’, la “opera prima” del belga Lukas Dhont, que ha sido lo mejor visto
hasta ahora en la sección paralela Un Certain Regard. La lucha de un transexual
de 16 años contra un físico masculino que rechaza y, al tiempo, ejercitarlo duramente
para cumplir su vocación de bailarina, no solo conmueve e impresiona, sino que enlaza
con aquello que es más distintivo del arte contemporáneo, el protagonismo del
cuerpo humano.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 15 de mayo de 2018).
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