Cannes se mueve entre dos polos opuestos


El arranque del Festival de Cannes lo reflejan los principales diarios franceses con amplio despliegue en sus portadas. Pero desde ellas, y partiendo de una alta valoración del certamen, ya se percibe una doble consideración de su contenido. Así, por ejemplo, mientras “Liberation” titula “C’est party” (“Se inicia”), pero convirtiendo la i final correcta de “parti” en una y para asimilarlo a una fiesta en inglés, el periódico local “Nice-Matin” no duda en referirse a él como “Cannes, mon amour”, aunque enseguida plantea que “el Festival fastidia tanto como fascina. Las fiestas, el champán que se desborda, y el dinero omnipresentes provocan hoy más rechazo que adhesión. La crisis ha pasado por aquí, y el contraste resulta fuerte entre las dificultades diarias y este desfile de ‘smokings’ y lentejuelas”. Es la doble comprensión de un acontecimiento mediático que salta las fronteras galas y que, junto a lugar de trabajo, de mercadeo e incluso de diversión, lo ha convertido en el primer Festival del mundo.

 "Mad Max: Fury Road", de George Miller

Como parece lógico, tal carácter “bifronte” se traslada también a la programación. En la de este Jueves de Pentecostés, no laborable en Francia, ha quedado patente de manera diáfana. Amanecíamos, a las 8 y media de la mañana, con toda la parafernalia de ‘Mad Max: Fury Road’ (fuera de concurso), cuarta entrega de la saga que se hizo famosa en 1979, y con ella su protagonista, Mel Gibson, y que tuvo secuelas en 1981 y 1985. Desde entonces han pasado tres décadas, se ha cambiado de actor (ahora, el insípido Tom Hardy, que palidece al lado de Charlize Theron) pero no de director, con un George Miller que demuestra su fuerte vitalidad a los ya setenta años.

Más de cien millones de dólares de presupuesto mientras que la inicial valió solo 350.000, todo un equipo para dibujar plano a plano el “story board”, despliegue masivo de coches convertidos en estrafalarios artilugios y escenografía impactante sobre todo en su comienzo, efectos digitales a mansalva, ‘Mad Max: Fury Road’ es lo que cabía imaginar, un carrusel de persecuciones y batallas por el desierto que ocupan no menos del ochenta por cierto de la película, un circense “más difícil todavía” envuelto por un sonido invasor. Siempre que veo una película como esta me acuerdo de don Antonio Machado que, en los años treinta, negaba al cine su condición de arte por su “excesivo movimiento”

Pasar de la locura audiovisual de ‘Mad Max’ a la melodía íntima y reservada susurrada por ‘An’, de la excelente cineasta japonesa Naomi Kawase, supone todo un ejercicio para el crítico y el simple cinéfilo, porque no puede haber dos mundos más opuestos. La leve historia de un hombre que elabora tortitas de pasta de judías pintas (esa “An” del título original, utilizada para los dorayakis), la anciana que ha sufrido lepra y le ayuda decisivamente a utilizar la receta adecuada y una adolescente que desea emanciparse, conforman el trío protagonista de un relato excesivamente moroso, pero que abunda en la temática habitual de su autora: el valor de la experiencia, el profundo significado de la naturaleza, la deseable continuidad entre las generaciones o la injusticia de determinadas formas de marginación. Bastante menos convincente que su anterior film, ‘Aguas profundas’, que presentase aquí en la pasada edición, ‘An’ ha inaugurado la sección paralela Un Certain Regard, que este año acoge a un par de realizadores que estuvieron antes en la Oficial.

"Il Racconto dei Racconti", de Mateo Garrone


Ya en la Competición, baste con decir una cosa sobre ‘Il Racconto dei Racconti’: una obra del siglo XVII, de Giambattista Basile, más conocida como “El Pentamerón” y famosa sobre todo por su dominio del lenguaje popular napolitano, no se puede hacer en inglés y con actores tan dispares como Salma Hayek, Vincent Cassel o Toby Jones. Se diría que volvemos a los tiempos del “europudding”, cuando se trataba de mezclar distintos ingredientes –en un inglés que intentaba ser unificador– para asegurarse las subvenciones de diversos países y las ventas internacionales. Aquel “modelo” pasó para bien, y Mateo Garrone (director de la excelente ´Gomorra’) lo resucita ahora con escaso sentido de la fantasía, algo que sí se hallaba muy presente en el libro original.

(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 15 de mayo de 2015).

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