Hablábamos hace quince días del creciente número de actores y
actrices que se pasan a la dirección. Hay, paralelamente, otro fenómeno que no
deja de ser significativo: la cantidad de cineastas que desarrollan una labor
como escritores, casi siempre en el terreno de la novela. Unos, porque
consideran que su tiempo como realizadores ya ha caducado, prefiriendo la
tranquilidad de su mesa de trabajo al vértigo de un rodaje. Otros, porque no
consiguen poner en pie sus proyectos y se lanzan a explorar nuevas vías de
expresión. Varios, porque han simultaneado desde siempre sus películas y sus
libros, entendiéndolos como caminos complementarios. Igual que sucedía entre
los intérpretes, tampoco es una circunstancia nueva y hemos tenido incluso
autores “todo terreno”, como Fernán-Gómez o Neville. Pero, sin duda, el hecho de
los cineastas-escritores se ha acrecentado en los últimos años.
Manuel Gutiérrez Aragón
Desde que anunció su retirada de la dirección, es Manuel
Gutiérrez Aragón quien está llevando una labor literaria más continuada, ya con
tres novelas a sus espaldas: La vida
antes de marzo, Premio Herralde en 2009; Gloria mía y Cuando el frío llegue al corazón, que,
junto a sus trabajos de guion, le han alzado hasta la Real Academia Española.
Un caso similar es el de Josefina Molina, que además de su autobiografía Sentada en un rincón (que publicase la
Semana de Cine de Valladolid en 2000), se inclinó por la escritura con otros
tres títulos: Cuestión de azar, Los papeles de Bécquer y En el umbral de la
hoguera (una excelente aproximación a Teresa de Jesús por quien la llevase
a la televisión en una serie inolvidable), que acaba de reeditarse corregida y
aumentada por su autora.
Distintos son los casos de Gonzalo Suárez o David Trueba, ya
que desde el comienzo de sus trayectorias han alternado ambas facetas. Y ahora
mismo tienen dos volúmenes en las librerías: el primero, Con el cielo a cuestas, un muy sugerente relato medio surrealista
medio autobiográfico situado en el París de la década de los 50; el segundo, Blitz, que ya ha sido elogiado en estas
mismas páginas por Alfons Cervera. Entre esos autores “bifrontes”, cabe citar
asimismo a Vicente Molina Foix y Ray Loriga, aunque en ellos ha acabado por
dominar más el mundo de las letras que el de las imágenes.
Otros muchos nombres pueden añadirse a la lista de cineastas
que han publicado en fechas recientes: José Luis Cuerda (Si amaestras una cabra, llevas
mucho adelantado), Agustín Díaz Yanes (Simpatía
por el diablo), Fernando León (Aquí
yacen dragones), Julio Medem (Aspasia,
amante de Atenas), Álex de la Iglesia (Recuérdame
que te odie), Ventura Pons (54 dies i
escaig), Jordi Grau (Confidencias de
un director de cine descatalogado)…
¿Necesidad de expresarse de forma diferente o consecuencia de la tan difícil
situación que vive el cine español? De todo hay en la viña del Señor.
(Publicado en "Turia" de Valencia, mayo de 2015).
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