Al entrar en la segunda semana del Festival, conviene hacer
un cierto balance. Cuatro han sido las películas que han destacado hasta ahora
en la Competición: ‘Carol’, favorita de la crítica internacional; ‘Mia madre’,
favorita de la crítica francesa; la húngara ‘El hijo de Saúl’, verdadera
revelación del certamen, y ‘Mi hermana pequeña’, del japonés Hirokazu Kore-eda,
además de ‘Irrational Man’, del gran Woody Allen, entre las de fuera de
concurso. Con estos títulos, y algunos otros de menor calado, el certamen se ha
mantenido en una valiosa línea de calidad, ya que se estima que con que haya un
título importante cada jornada resulta suficiente, lo que se viene cumpliendo
en esta 68 edición.
También hay más gente que nunca en las salas y por las
calles. Piénsese que la población permanente de Cannes es de unos 75.000
habitantes, cantidad que al menos se triplica en estos días. Por encima de los
30.000 acreditados y de los 4.500 periodistas asistentes, con un crecimiento
exponencial de los medios digitales, contribuyen a ese incremento, hasta
hacerlo sofocante en muchas ocasiones, sobre todo por las largas colas imprescindibles
para ver cualquier película. Pero también se triplican los precios de bares,
restaurantes y, sobre todo, hoteles: probablemente, el récord lo detente la
Penthouse Suite del Majestic, que vale la friolera de 39.000 euros por noche…
Charlize Theron, en la alfombra roja
Aumenta, asimismo, la fascinación ante la alfombra roja del
Palacio del Festival, donde se han prohibido los “selfies” para no retrasar la
entrada en la sala, y a la que acuden en cada sesión centenares de personas
subidas a escaleras, sillas o cualquier artilugio que les permita ver algo
después de horas de espera. Sin duda, han sido Charlize Theron, con un
espectacular traje amarillo que desafiaba cualquier superstición sobre el tema,
y una superelegante Cate Blanchett las “reinas” de la
alfombra roja, que los periodistas solo pisamos a las ocho de la mañana y sin nadie
que nos aplauda… Hasta tal punto llega la fascinación por esta “subida al
cielo” que en la remodelación de la estación ferroviaria de Cannes se ha
reproducido la escalera y la alfombra del Palacio para disfrute de unos
turistas que no paran de hacerse fotos en ella.
"La loi du marché", de Stéphane Brizé
Dentro de este contexto, y con el carácter “bifronte” del
Festival que señalamos en una crónica anterior, su programación se hace también
eco de la crisis vivida y por vivir en Europa. Lo ha hecho en la Sección
Oficial una modesta película francesa, ‘La loi du marché’ (‘La ley del
mercado’), de Stéphane Brizé, cuyo personaje principal es un parado de larga
duración que finalmente encuentra un empleo como vigilante en un supermercado,
lo que llevará a vivir situaciones que le provocan todo un conflicto moral. Muy
bien protagonizada por Vincent Lindon, con una estructura a base de secuencias
aisladas pero significativas y un buen uso de las elipsis, ‘La loi du marché’
es un más que estimable trabajo sobre una realidad social perfectamente reconocible, que
afecta a millones de europeos.
Y, de manera totalmente distinta, la crisis se halla asimismo
presente en la Quincena de Realizadores mediante ‘As mil e uma noites’, la
peculiar visión de los cuentos de Sherezade que ha hecho Miguel Gomes para
aplicarla al “recortado” Portugal de los últimos años. A lo largo de más de
seis horas y con estilo semidocumental, su autor, que destacase hace tres años
con ‘Tabú’, plantea ahora una serie de historias que intentan –unas con bastante
mayor fortuna que otras– ser reveladoras de cuanto está sucediendo en el país
vecino.
El amplio sector crítico que admira a Gomes es casi idéntico al
que reverencia al tailandés Apichatpong Weerasethakul (“llamadme Joe”…, dijo al recibir en 2010 su sorprendente Palma de
Oro por ‘Tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas’). Ha vuelto, pero a la
sección paralela Un Certain Regard, con ‘Cemetery of Splendour’, más sencilla y
sobre todo más comprensible y luminosa que sus obras anteriores, gracias quizá
a la brillante paleta de colores del director de fotografía mexicano Diego
García. Dice “Joe” que su película puede ser percibida “como un sueño del que se despierta o como una realidad que se parece a
un sueño”. No le vamos a llevar la contraria.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 19 de mayo de 2015).
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