La crítica internacional respalda a Almodóvar


"Dolor y gloria", de Pedro Almodóvar


Once de los quince críticos franceses convocados por la revista profesional ‘Le Film Français’ para ofrecer sus votaciones dan la máxima calificación a ‘Dolor y gloria’, simbolizada en el dibujo de una Palmita de Oro. De forma paralela, aunque con algo menos de entusiasmo, ‘Screen’, otra de las publicaciones diarias que se reparten en el Festival, le da una puntuación conjunta de 3,4 sobre 4, decidida por diez críticos de diferentes países, muy por encima de la película siguiente valorada, con 2,8. Lo que resume a la perfección la excelente acogida que ha encontrado el film de Almodóvar en Cannes, similar a la que en su día obtuvieron ‘Todo sobre mi madre’ y ‘Volver’, con una larguísima ovación en su pase oficial y un fuerte aplauso en el de Prensa, siempre menos expansivo. Pese a ser favoritas y recibir premios, aquellas se quedaron sin la Palma de Oro; esperemos que los triunfantes augurios actuales que explotan por doquier en este primer tramo del certamen, no se queden también en el limbo del palmarés.

Monopolizando la jornada, se abría con ‘Dolor y gloria’ una presencia española que, de nuevo, resulta muy escasa para ser la tercera o cuarta (depende de cómo termine el Brexit…) cinematografía europea. Nada más que Almodóvar en la Sección Oficial, y dos títulos en la paralela Un Certain Regard: ‘Liberté’, de Albert Serra, y ‘O que arde’, tercer largometraje del gallego Óliver Laxe, quien con el anterior, ‘Mimosas’, obtuvo el Premio de la Semana de la Crítica en 2016. Además, en la Quincena de Realizadores el corto ‘Je te tiens’, de Sergio Caballero, protagonizado por Ángela Molina, y la coproducción del largo ‘Canción sin nombre’, de la peruana Melina León.

Un par de proyectos en la Cinéfondation del Festival, entre ellos el de Carla Simón, ‘Alcarràs’, tras el éxito de ‘Verano 1993’, cierran una participación que no es como para tirar cohetes. Para Cannes, solo valen los cineastas españoles que ahora ha llevado a su Selección Oficial, Almodóvar, Serra y Laxe, nombres a los que hay que unir a Jaime Rosales, que el pasado año estuvo en la Quincena con ‘Petra’. Por desconocimiento, falta de atención o poco interés, el resto de nuestro cine no existe para Cannes. Tampoco apenas para Venecia o Berlín: como ya he dicho en otras ocasiones, no somos ni lo suficientemente exóticos ni lo suficientemente imprescindibles.

Debo confesarles que, aunque haya recibido tan bien ‘Dolor y gloria’ y los franceses acordasen  –después del César que le otorgaron– adoptar también a Penélope Cruz como algo propio, les confesaré que hoy le tengo “ciertas ganas” al Festival. Sobre todo porque, llevado de su tradicional “clasismo”, ha decidido que ciertas publicaciones de Madrid y Barcelona, como las de otras grandes capitales, vean los dos films de la Competición antes que el resto de diarios de todo el mundo que estamos aquí acreditados. Lo que les permite publicar sus críticas con un día de anterioridad respecto a la mayoría, que quedamos como unos perezosos que no vamos a los pases adecuados y obligamos a nuestros lectores a esperar veinticuatro horas para conocer nuestras opiniones respecto a las mismas películas… Se ha escrito una carta colectiva, respaldada por la Fipresci (la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), protestando por la situación, pero me temo que, al menos por esta edición, no va a surtir efecto.

La guardería del Festival de Cannes

Y hablando ya de las interioridades del Festival, que en muchas ocasiones son más apasionantes que las propias películas, ¿conocen ya la historia del bébé? Pues érase una vez una actriz, creo que británica, que fue a entrar con su bebé de cinco meses en el Palacio del Festival. El concienzudo cancerbero le pidió entonces la acreditación de su niño, porque si no solo podría dejarle pasar a ella. No, el bebé no estaba acreditado, había que hacerle la tarjeta correspondiente si quería pasar con su madre, lo que valía 300 euros y tardaba 48 horas en tramitarse… El escándalo que se formó fue tal que la Organización ha tenido que sacar una nota de disculpa, atribuyendo el hecho a un “exceso de celo” y asegurando que quiere mucho a los bebés, a los que este año ha puesto incluso una guardería (algo que, por cierto, la Semana de Valladolid inició en 1984). Así, señoras y señores, es el Festival de Cannes.

(Publicado en "El Norte de Castilla", 19 de mayo de 2019).

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