Creo sinceramente que el 23 de mayo de 1994 fue un “día
negro” para la Historia del Cine. Es la fecha en que un Jurado presidido por
Clint Eastwood cometió el disparate de otorgar la Palma de Oro de Cannes a
‘Pulp Fiction’, segundo largometraje de Quentin Tarantino. Este la recibió con
un famoso corte de mangas dirigido a los muchos espectadores que protestaban la
decisión, conscientes de lo que se les venía encima. Y llegó tanto la
continuación de la fastidiosa filmografía “tarantiniana” como la de –todavía
peor– sus imitadores, jaleados uno y otros por un creciente pelotón de “fans”
que les reían sus gracias. La violencia convertida en espectáculo y factor de
irrisión, la gratuidad de las soluciones dramáticas, la sobreactuación de los actores,
el rendido homenaje a las películas de serie B o Z…, todo lo que caracteriza al
cine de Tarantino se ha ido popularizando hasta convertirse en una franquicia de
éxito.
"Once Upon a Time... in Hollywood", de Quentin Tarantino
También ha influido decisivamente su sentido de la promoción
y del “marketing”. Lo estamos viviendo en Cannes, donde se ha instalado la
locura por conocer ‘Once Upon a Time… in Hollywood’, la esperadísima película
convertida, antes de verla, en el acontecimiento de esta edición del Festival.
Colas de más de dos horas para entrar en las salas donde se proyectaba (por
cierto, en copia en 35 mm, exigencia de su autor), peticiones de entradas por
doquier, masiva asistencia a su rueda de Prensa, todo un circo festivalero. Se
ha jugado, con evidente éxito, a que muy poco o nada se supiera del film,
incluido a última hora en la Competición, y contando con el gran reclamo de sus
protagonistas Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, en un “duelo” interpretativo que se
ha vendido como “único e histórico”. Realmente, que Tarantino tiene tirón no
puede negarlo nadie.
En una carta abierta, dirigida especialmente a los
periodistas, el cineasta ha rogado que no se revelasen aspectos de la trama que
“impidieran a los futuros espectadores vivir la misma experiencia ante el
film”. No lo haremos, la verdad porque no hay mucho que revelar: se han debido
de gastar tantos millones de dólares en sus dos “estrellas” y en la meticulosa
ambientación del Los Angeles de 1969, que no ha quedado dinero para el guion…
Así, ‘Érase una vez… en Hollywood’ consiste en una simple serie de escenas
aisladas sobre la amistad entre una figura popular de las series televisivas
del Oeste y su doble para las escenas de acción arriesgadas.
Personajes que aparecen y desaparecen de la trama según le
apetece a su autor, sin lógica narrativa y sin apenas logros en ese terreno
humorístico que tanto divierte a sus fieles y, eso sí, con mucha imitación del
cine y la televisión más cutres. Junto a alguna secuencia brillante (que no voy
a negar que existan a veces en sus películas), y al igual que ya hiciera en la
que probablemente sea su obra más respetable, ‘Malditos bastardos’, Tarantino
juega a cambiar al final lo que pasó en realidad por lo que él inventa para que
ojalá hubiese sucedido. Pero esperar 161 minutos a que eso llegue parece un
poco demasiado: ‘Érase una vez… en Hollywood’ es un claro y rotundo fracaso.
"Parásito", de Bong Joon-ho
Por fortuna, no se puede ni debe decir lo mismo de ‘Parásito’,
del cineasta coreano Bong Joon-ho, una potente mezcla de parábola sobre la
lucha de clases, esperpento casi surrealista y humor negro. La forma en que una
familia pobre (padre, madre, hijo e hija) acaba introduciéndose en la vida de
otra muy rica, logrando emplearse sucesivamente en su casa como profesor de
inglés, psicóloga, chófer y gobernanta, da lugar a un ejercicio en el alambre
entre la sátira, la crueldad y la frecuente sorpresa en pantalla.
A veces, ‘Parasito’ nos trae a la memoria aquel valioso film
de Francesc Betriu titulado ‘Los fieles sirvientes’, donde asistíamos a una
inversión entre los papeles de amos y criados; a veces, nos lleva casi al
terreno del “fantástico”, con galerías secretas que recorren los sótanos de los
más pudientes, albergando a seres fantasmales. Avalado por títulos como ‘Memories
of Murder’, ‘The Host’ y ‘Okja’ (que compitió en Cannes hace dos años, cuando aún
existían buenas relaciones del Festival con Netflix, que la produjo), Bong Joon-ho
ha mostrado su fuerte personalidad dentro de una Sección Oficial de
considerable nivel.
(Publicado en "El Norte de Castilla", 23 de mayo de 2019).
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