La Palma de Oro que nunca debió ser

 

¿Será una pompa de jabón, un efecto pasajero, o el cine del futuro va a ser como esa Titane que Cannes acaba de coronar? ¿Triunfará gracias al impulso del primer Festival del mundo un film que bebe de la violencia extrema de muchos videojuegos, del “gore” como atracción de públicos jóvenes y de referencias como la obra de Gaspar Noé o, más lejanamente, el Crash de David Cronenberg? Habrá que ver en los próximos años si todo ha respondido a un impresionante despliegue de marketing, culminado con la Palma de Oro, o crea una tendencia, como cuando Pulp Fiction marcó el inicio del “tarantinismo” y de decenas de sus acólitos y discípulos. En caso de que Titane determine una corriente tan poderosa, yo me bajo de este barco.

Porque mi opción, y la de muchos otros, sigue siendo la del espléndido Jacques Audiard de Les Olympiades, el “reencontrado” Asghar Farhadi de Un héroe, el Nanni Moretti de Tre piani o el Ryûsuke Hamaguchi de Drive My Car, películas todas ellas presentes en la Competición de Cannes, y solo reconocidas en el Palmarés en el caso de la iraní con el Gran Premio del Jurado y la japonesa con el de Mejor Guion. Es decir, un cine de autor, que nace de una elaborada propuesta estética y ética, de decidido hálito humanista y que respeta la libertad y el criterio del espectador. Justo lo que no es, ni hace ni pretende el film de Julia Ducournau, un verdadero sinsentido en todo su desarrollo, empezando por una media hora inicial de violencia casi insoportable. Pero parece que a Spike Lee y sus colegas del Jurado les ha ido la marcha. No a la crítica internacional, que puntuó Titane con tan solo 1.6 puntos sobre 5 y premió Drive My Car, ni siquiera a la siempre chovinista Prensa francesa: en el colmo del absurdo, fue “L’Humanité”, vinculada de siempre al Partido Comunista, la única publicación que le asignó una Palma de Oro.

No estoy apostando por una opción solo realista o que rechace cualquier adscripción a un marco genérico como el terror o lo fantástico. De hecho, pocos autores tan escasamente realistas como Apichatpong Veerasethakul, que vuelve a demostrarlo en su delicada Memoria; o tan apreciable en su modesta pero sensible apuesta por el conocimiento de los demás que ofrece la finlandesa Compartimento nº 6. Aunque se haya visto alzada en exceso dentro del Palmarés con el Gran Premio ex aequo con Un héroe, mientras el tailandés compartía otro galardón (lo que hasta ahora no se consentía), el ya secundario Premio del Jurado, con la autocomplaciente La rodilla de Ahed, del israelí Nadav Lapid. Claro que si ese Jurado consideró que el desmesurado Leos Carax era el mejor director de la Competición por su Annette, de ahí a ensalzar Titane hay solo un paso… Pese a alegrarme de que nada menos que casi tres décadas después de que Jane Campion fuese la primera mujer en lograr la Palma de Oro, "ex aequo", con El piano, ahora lo logre otra cineasta, ojalá hubiera sido con una película radicalmente distinta a la suya.

A base de multiplicar secciones que nacían de la selección establecida oficialmente, el Festival ha logrado dos paradójicos objetivos: confundir con su criterio de por qué un film estaba en un apartado u otro; y debilitar no ya las muestras paralelas como la Quincena de Realizadores o la Semana de la Crítica (en la que tuvo buena presencia, pero ningún galardón, el único largometraje español presente en el Festival, Libertad, opera prima de Clara Roquet), sino la propia Un Certain Regard que surge de la misma selección oficial, en un absurdo juego de tirar piedras contra el propio tejado.

Con una frase ya tópica desde que la pandemia nos azota, quizá lo decisivo de Cannes 2021 es que haya podido celebrarse de principio a fin tras el parón del pasado año. Una organización tan ensoberbecida como siempre y preocupada ante todo de salvaguardar el Festival se ha esforzado en esa continuidad, plagada de controles, avisos y decisiones sobre la marcha. Pero con ese carácter oportuno u oportunista que ha desplegado a lo largo de sus tres cuartas partes de siglo, Cannes se ha ganado los titulares de los medios de comunicación de buena parte del mundo premiando a la película más polémica del certamen (¡pobre Benedetta, que se quedó en el camino de ser considerada así!), la que entra en un terreno conflictivo de opciones sexuales y además está dirigida por una mujer y joven, de 37 años. ¿Hay quien dé más cara a celebrar en 2022 una edición tan conmemorativa como la 75?


(Publicado en "Turia" de Valencia, 23 de julio de 2021).

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario