No solo de cine vive Cannes

 

Quienes siempre habíamos venido al Festival de Cannes en su tradicional fecha de mayo, nos cuesta habituarnos y aceptar que se esté celebrando dos meses más tarde, en pleno julio. Temporada ya muy alta en una ciudad de la Costa Azul, eminentemente turística aunque ahora poblada sobre todo de visitantes nacionales. Por ello, hay mucha gente aquí para nada vinculada por el cine, sino que está de vacaciones para descansar, divertirse y tomarse una copa o cenar en las abundantes terrazas, cuando ya el calor desciende. O bañarse en la playa, o mejor dicho, en las dos esquinitas que Cannes deja para el pueblo llano, porque el resto se halla ocupado por los hoteles, entre los que ahora está cerrado por obras uno de los más emblemáticos, el Carlton, tan vinculado a la historia del Festival. Hay que reconocer que una de las pocas cosas buenas que hizo el franquismo fue una Ley de Costas que impidió este expolio privatizador de las playas.

La playa de Cannes en julio de 2021

Así que los participantes en el certamen estamos un poco perdidos en tal mezcla de veraneantes y festivaleros, como si fuésemos figurantes de aquella divertida sátira de Jacques Tati, ‘Las vacaciones de Monsieur Hulot’. Desconcierto que se incrementa con los incesantes rumores sobre el covid que aquí surgen: que si el alcalde de Cannes amenazó con cerrar el Festival en el caso de que volvieran a celebrarse sesiones como la Gala Inaugural, con más de dos mil asistentes sin mascarillas ni distancia de seguridad; que si dos actrices habrían dado positivo, por lo que estaba confinado el Jurado en el que participaba una de ellas; que no, que no eran dos actrices, sino catorce asistentes los que tenían que estar recluidos; que el virus empezaba a circular sin freno por la ciudad… Todos los días surgen nuevos rumores, negados desde la organización por su secretario general, François Desrousseaux, que solo ha aceptado que se están detectando de dos a cinco casos diarios en los “tests” a los no vacunados.

Para “tranquilizar” los espíritus, Cannes parece haberse deleitado este año con seleccionar películas de temas y ambientes médicos, con especial gusto hacia el cáncer de páncreas, considerado generalmente el peor de todos. A esa fatal atracción sanitaria, pero no con el coronavirus como protagonista (el gran documentalista Frederick Wiseman dice que hoy se decanta por la ficción porque no soporta filmar a la gente con mascarillas y verla de esta manera dentro de un tiempo), ya nos hemos referido en anteriores crónicas al comentar dos films, ‘Tout s’est bien passé’, de François Ozon, y ‘La fracture’, de Catherine Corsini. Pero el summum ha llegado con otro título francés en Cannes Première, ‘De son vivant’, donde Emmanuelle Bercot realiza un verdadero ejercicio de pornografía sentimental al describir los últimos meses de vida de un profesor de interpretación de 39 años afectado, cómo no, por un irremediable proceso cancerígeno de tipo pancreático, a quien rodean una insoportable madre a la que Catherine Denueve pone cara triste y muchas lágrimas y un doctor libanés cuya terapia oncológica se mueve entre la Madre Alegría y un manual de autoayuda de terapia musical. Sobre ‘De son vivant’, aunque sea un poco burro, cabe decir lo peor que se puede alegar de un film similar: que el espectador está deseando que se muera el protagonista para que acabe la película de una vez por todas…

"Flag Day", de Sean Penn

Me figuro que también Sean Penn estaría deseando que finalizase la proyección de ‘Flag Day”, incluida en la Competición Oficial. Porque hace cinco años recibió una de las acogidas más hostiles que se recuerdan en Cannes (solo superada quizá por la de ‘The Brown Bunny’, de Vincent Gallo, en 2003) con su film anterior como director, ‘The Last Face’, ‘Diré tu nombre’ en España, que protagonizasen Charlize Theron y Javier Bardem. Ahora ha sido el silencio en el pase de Prensa lo que ha acogido su trabajo, imitador de otros cineastas, en especial Terrence Malick, pero sin su creatividad. Las tormentosas relaciones de una hija con su padre, el famoso estafador norteamericano John Vogel, interpretados por quienes también son padre e hija, los Penn, buscan ser un compendio de perturbaciones familiares, pero se quedan en catálogo de imágenes de estilo tan afectado como gratuito.

A ver si Cannes 2021 mejora en la segunda mitad de su programación.


(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 12 de julio de 2021).

 

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