Mientras la mayoría de los festivales cinematográficos, entre
ellos la Semana de Valladolid, redujeron el pasado año sus catálogos a causa de
la pandemia para poder dar más pases de cada película y compensar así las
restricciones de aforo en la salas, la habitual soberbia de Cannes le lleva a
jugar a todo lo contrario. Vanagloriándose de contar con “la programación más
copiosa de su historia” en esta edición retrasada a julio, sus dirigentes se
han dedicado a inflar una selección oficial que engloba a 85 largometrajes en
12 días, con una Competición también de récord con 24 films que optan al
palmarés. Por cierto, ninguno español para no variar la costumbre, Almodóvar
aparte.
Pero es que incluso su Delegado General (que es como aquí se
llama a su Director), Thierry Frémaux, se ha inventado dos nuevas secciones,
Cinema & Climat y Cannes Première, que se unen a la citada Competición, las
películas fuera de concurso, las Sesiones Especiales y la ya habitual Un
Certain Regard, hasta formar un jeroglífico de distintos apartados muy difícil
de descifrar. Con el cine francés llevándose, por supuesto, el mejor bocado al
pasar de las 5 producciones galas que solían competir a nada menos que 7,
firmadas por Jacques Audiard, Leos Carax, Catherine Corsini, Julia Ducournau,
Bruno Dumont, Mia Hansen-Love y François Ozon, junto a coproducciones sin fin porque
ya se sabe que si no se coproduce con Francia resulta casi imposible entrar en esa
selección oficial. Y me estoy refiriendo solo a ella, no a las secciones
paralelas como la Quincena de Realizadores, la Semana de la Crítica o la muestra
de la ACID.
Por otra parte, Cannes había proclamado a los cuatro vientos
su extremo cuidado con las medidas “anti-covid”. Pues, la verdad, las colas son
este año todavía mayores, pese a la decisión de que incluso los periodistas tengamos
que sacar las entradas con una antelación de dos días y que el número global de
asistentes parece que va a reducirse en un 50%. Pero como esas entradas no son
numeradas y tampoco se abren las salas con la debida antelación, las
aglomeraciones continúan siendo el pan nuestro de cada día, incrementadas por
los interminables controles tanto en el aspecto sanitario como en el
antiterrorista. Luego, las salas del Festival están repletas, sin distancia de seguridad
entre butacas o filas, con la excusa de que ya no hay restricciones en Francia
sobre los aforos de los cines.
Esperemos que ello no se traduzca en un brote de contagios
nacido de un certamen que oficialmente llega ahora a su 74 edición, aunque la
73 no tuvo mayor celebración que una Rueda de Prensa donde se anunció que una
serie de films habían sido seleccionados, así lo podían destacar en su
publicidad y se les dejaba “libres” para ir a otros certámenes. Pero como ya se
sabe que la realidad no es tal, sino la que quiere Cannes, la 73 sí tuvo lugar…
Había solo que ver cómo se desarrollaron la alfombra roja y la ceremonia
inaugural para entender que el virus apenas ha contado para un Festival que,
por ser el más importante del mundo, se siente por encima de lo divino y lo
humano.
Pues divina no es precisamente ‘Annette’, la película de Leos
Carax que abrió el certamen con su fallido empeño por elaborar una “ópera rock”
original y trágica. Mezclando en su relato elementos de ‘Ha nacido una
estrella’ y con el eco de la muerte en el mar de Nathalie Wood, el llamado
“enfant terrible del cine francés” despliega su poderío visual en algunas
ocasiones, pero entre un Adam Driver que bordea el ridículo y un repelente
muñeco animado que “hace” de la niña del título, solo nos quedan momentos
interpretativos de Marion Cotillard que llevarnos a la boca. Seguro que la
siempre chovinista crítica francesa lanzará sus habituales ditirambos, pero
‘Annette’ confirma la sospecha de que Leos Carax es un “bluff” como cineasta.
"Ouistreham", de Emmanuel Carrère
Mucho mejor es la experiencia del escritor Emmanuel Carrère en su segundo trabajo de ficción tras la cámara, ‘Ouistreham’, adaptación de la conocida novela de Florence Aubenas que en España editó Anagrama, en la que seguimos a una extraordinaria Juliette Binoche en su trabajo dentro de un grupo de limpiadoras a destajo, sobre todo del ferry marítimo que une Caen con la costa británica. Aunque las cosas con ese personaje no son exactamente lo que parecen… Muy valiosa película del flamante Premio Princesa de Asturias, que ha inaugurado la Quincena de Realizadores con bastante más tino que su hermana mayor, la Competición Oficial.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 8 de julio de 2021).
No hay comentarios:
Publicar un comentario