Lo primero es lo
primero: subir las entradas al cine, igual que a otras actividades culturales,
trece puntos de IVA, supone una auténtica salvajada (y no soy el primero en
utilizar este término). Mientras la media europea está en el 10%, con países
como Francia o Alemania donde se sitúa al 7%, elevar el tipo impositivo del 8
al 21% significa una ofensiva en toda regla contra un sector que sobrelleva
actualmente una fuerte inversión en la digitalización de las salas. Se diría
que igual que Goebbels echaba mano de la pistola cada vez que le mencionaban la
palabra “cultura”, el ministro Montoro y todo el Gobierno al que pertenece echa
mano de un IVA aniquilador.
Cuando escribo estas
líneas, no han fructificado las gestiones para evitar el desastre. Y dudo mucho
que vayan a hacerlo. Por eso, creo que hay que encontrar soluciones con el fin
de paliar en lo posible la situación. Pongamos en práctica aquello tan
misterioso que, ya que estamos citando a jerarcas fascistas, pronunció Franco
ante la tumba de Carrero Blanco: “No hay mal que por bien no venga”… Y una
primera y fundamental sugerencia se dirige al ámbito gubernamental: ¿por qué no
aplicar un IVA distinto –menor en el primer caso, evidentemente– según sean
entradas a películas europeas, incluidas las españolas, de aquellas que dan
acceso a las que proceden de un ámbito extracomunitario? Me explico: ya que en
su día no se pudo aplicar una tasa sobre los films doblados no europeos, ahora
podría ser el momento de diferenciar fiscalmente lo que procede de nuestro país
y nuestros vecinos de lo que nos invade, por ejemplo, desde más allá del
Atlántico. Sería una manera de respaldar la “excepción cultural”, apoyando ese
principio que el Gobierno parece desconocer, pero que tanto ayudaría al cine
español.
Otras posibilidades
se refieren al propio sector de la exhibición, donde, una vez más, habría que
hacer de la necesidad, virtud. No considero que fuera encerrarse en ningún
“ghetto” cultural el que las entradas costasen menos para ver nuestras
películas. Que una película cuya producción haya valido dos o tres millones de
euros compita de igual a igual en la taquilla con otra de cien millones de
dólares y una cifra similar en promoción, supone un claro despropósito. Es como
si al consumidor le valiera lo mismo un Ferrari que un Seat: no hay ningún
desdoro en que este último resulte más barato; otro tanto sucedería con las
películas españolas, que así resultarían más asequibles para el público. En
este aspecto, debería haber una clara liberalización en el coste de las
entradas, que ninguna ley determina sino que funciona por acuerdos sectoriales,
donde las grandes circuitos de exhibición y las distribuidoras multinacionales
(que comercializan, no se olvide, la mayoría de los títulos más potentes de la
producción española) imponen hasta ahora el paso.
Además, y dentro de
esa liberalización, una escala de precios aplicada con inteligencia según días
de la semana y sesiones o una extensión de sistemas que ya se han experimentado
con éxito, como las rebajas a la gente mayor, a jóvenes, a parados, también
serían bienvenidas, al igual que los carnets de fidelización. Y, por qué no, el
regreso a la fórmula de los programas dobles de nuestra infancia, o la
reposición de películas de éxito que la gente de menor edad no ha visto en
pantalla grande. Mucho ya se viene haciendo, pero hay que profundizar en estos
métodos cuando las circunstancias son tan adversas. Todo, menos incrementar el
precio de las entradas –que han experimentado una fuerte subida durante los
últimos años– en la misma proporción que el IVA, lo que resultaría funesto.
Días atrás, hice una
encuesta informal con un amplio grupo de adolescentes. A todos les encantaba ir
al cine: porque se ve y se oye mejor que en casa, porque las pantallas son
grandes y el sonido te envuelve, porque puedes divertirte junto a tus amigos,
porque así ve a gusto a Mario Casas… No dejemos que este caudal de entusiasmo
se pierda, mantengamos un “fuego sagrado” que precios prohibitivos para esta y otras
franjas de población pueden llegar a apagar.
Publicado en "Fotogramas"
Septiembre 2012
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