Cualquiera que siga la programación de los Festivales de cine, verá hasta qué punto es rara la inclusión de comedias en ellos. Por eso, en nuestra crónica de hace ocho días constatamos hasta qué punto resultaba excepcional ver en la Gran Sala Lumière a más de dos mil personas reírse al unísono con una película, en este caso Triangle of Sadness, de Ruben Östlund. Parece que al Jurado presidido por el actor francés Vincent Lindon le sucedió lo mismo, según se deduce de haberle otorgado al film la Palma de Oro. Con lo que, tras su triunfo en 2017 con The Square, el realizador sueco pasa a formar parte del muy restringido club de cineastas que han logrado el máximo galardón de Cannes por dos veces.
¿Justo o injusto? Como aseguraba un compañero ante el enfado
de otro crítico con el film, su hostilidad provenía, nada menos, que “de la
educación judeocristiana, en la que se considera que reírse es casi pecado”… Lo
cierto es que, salvo en un declinante último tercio, Triangle of Sadness cumple las expectativas y que, probablemente, al
premiarla el Jurado haya pretendido alcanzar un doble objetivo: compensar al
público de la angustia bélica cotidiana tras una interminable pandemia y atraer
hacia las salas a aquel volumen de espectadores cuyo fuerte descenso preocupa en
toda Europa.
No creo que esos nueve jurados hayan tenido tanta memoria
histórica como para retrotraerse medio siglo, hasta 1971, cuando El mensajero logró la Palma de Oro, pero
Muerte en Venecia obtuvo un galardón especial
que conmemoraba el 25 Aniversario del certamen, con lo que Losey y Visconti
quedaban honrados a un nivel similar. En esta ocasión, ese lugar honorífico le
ha sido otorgado a los hermanos Dardenne, cuya Tori et Lokita se lleva el Premio del 75 Aniversario, queriendo
subrayar la gran valía de la que, en mi opinión, ha sido la mejor obra de la Sección
Oficial.
Muy cerca de ella estuvo otra película belga, la excelente Close, de Lukas Dhont, quien ya
destacase hace cuatro años en la muestra paralela Un Certain Regard con Girl. La profunda amistad entre dos
adolescentes, que se ve sometida a una circunstancia determinante que no
mencionaré, compone un film de tanta belleza como emotividad. Programada en el
último día de la competición, supuso una magnífica sorpresa, que le ha llevado
con todo merecimiento al Gran Premio del Jurado. Aunque con un incomprensible “ex
aequo” con la que ya quedó calificada por la mayoría como “peor película del
Festival”, Stars at Noon, de Claire
Denis.
Han ido los Premios de Interpretación a dos trabajos no
especialmente relevantes: los de la actriz iraní Zar Amir Ebrahimi por su papel
de periodista de investigación en Holy
Spider, y el del actor coreano Song Kang-ho (quien destacó en Parásitos) al encarnar a uno de los ingenuos
traficantes de niños del Broker de
Kore-eda. Mientras que se recompensaba como Mejor Director al también coreano Park
Chan-wook, cuando lo verdaderamente premiable de Decision to Leave es su fotografía; y como Mejor Guionista a Tarik
Saleh por Boy from Heaven, menos
inspirado que cuando obtuvo en Valladolid la Espiga de Oro por El Cairo Confidencial.
El burrito entre Balthazar y Platero del veterano Jerzy
Skolimowski en Eo y la relación
amistosa a lo largo de décadas y entre riscos suizos mostrada por Le otto montagne, sendos Premios del
Jurado, han cerrado un palmarés especialmente prolífico para un Festival de notable
tono medio, aunque sin títulos que marquen época.
Nos veremos de nuevo, si así lo desean, en mayo de 2023, en el 76 Festival de Cannes.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 30 de mayo de 2022).
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