No es nada habitual ver y oír a los más de dos mil espectadores de la Gran Sala Lumière, sede de la Sección Oficial de Cannes, reírse al unísono con una película. Lo ha conseguido Ruben Östlund con su Triangle of Sadness, título que se refiere al llamado “triángulo de la tristeza”, el espacio entre los dos ojos tan propicio a las arrugas. Pero nada de tristeza hay en el film de quien ya ganase Cannes en 2017 con The Square, ácida sátira sobre el mundo del arte contemporáneo, tras haber triunfado tres años antes en la sección paralela Un Certain Regard con Turist. Más volcado ahora el cineasta sueco hacia un humor crítico, y algo grueso, que pone en solfa a sus numerosos personajes, reunidos en un crucero de lujo, sometido a incidencias diversas.
Si hay algo que Óstlund domina es el retrato de la estupidez
humana actual, ya sea en el mundo de la moda, de las y los “influencers” o de magnates
rusos y fabricantes de armas. El microcosmos que encierra Triangle of Sadness tiene el contrapunto de un capitán,
interpretado por Woody Harrelson, demasiado aficionado a la bebida y que se
entrega a toda una disputa dialéctica a base de citas de Marx y Lenin con un viajero
ruso bañado en millones.
Lástima que en su tercio final, a partir de un momento que no
desvelaré para no fastidiar a los lectores y futuros espectadores, la película
pierde aliento y gracia. Ello le quita posibilidades de cumplir del todo su
objetivo, aunque el público la ha recibido en la Lumière con un aplauso mayor
que en cualquier otra proyección previa. No es nada fácil encontrar comedias en
la programación de un Festival para dejar pasar la oportunidad de reírse así de
bien en una mañana de domingo.
En la que todavía guardábamos en la retina las pinturas,
grabados y murales que hemos tenido ocasión de repasar en La sombra de Goya por Jean-Claude Carrière, del experto
documentalista y director de fotografía José Luis López-Linares, que ha
ofrecido la sección Cannes Classics. Teniendo a Luis Buñuel como tercer
personaje junto a Goya y Carrière, son las reflexiones de este sobre la obra del
pintor lo que nos interesa sobremanera en un largometraje donde las demasiado
breves palabras de Carlos Saura poseen también valor especial. El guionista
francés falleció poco después de haber grabado su parte, que todavía iba a ser
más extensa, pero resulta suficiente para potenciar unas imágenes que siguen
vivas e impresionando a cuantos se acercan a ellas.
El odio feroz entre una hermana y un hermano que Arnaud
Desplechin describe en un tono excesivamente alto domina Frère et Soeur, en competición, por la que el director francés ha
tenido una recepción menos calurosa de lo habitual. Aunque la verdad es que el
film no deja de ser uno más de los ya muchos, demasiados, de Desplechin en
Cannes. Igual que suele ser visitante adicta de este certamen Mia Hansen-Love,
cuyo Un beau matin ha recalado en la
Quincena de Realizadores para contar la consabida relación de pareja con hombre
casado y dubitativo. Pero con la variante fundamental de que ella tiene que
cuidar de su padre, víctima de un proceso neurovegetativo irremediable y que le
ha dejado ciego.
Si a ello sumamos Plan
75, en Un Certain Regard, una distopía japonesa donde los mayores de 75
años son obligados a la eutanasia para evitar los gastos sociales, entenderán
el motivo de que reírnos con Triangle of
Sadness haya venido como agua de mayo. Nunca mejor dicho.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 23 de mayo de 2022).
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