Cuando una película comienza con una madre ahogando a su hijo, que se suele alimentar de plástico. Cuando muestra el poder alcanzado por “performers” que abren su propio cuerpo para tatuar sus órganos internos. Cuando, para acceder a ellos, unos brazos mecánicos emplean bisturíes ante el éxtasis erótico de una selecta concurrencia para la que, aseguran, la cirugía ha reemplazado al sexo. Cuando todo eso sucede en una misma película, como es el caso de Crimes of the Future, de David Cronenberg, es que no se trata de un film muy normal. Evidentemente no lo es, igual que hace veinticinco años tampoco lo fue Crash, en la que el cineasta canadiense mostraba el placer sexual que iba unido a las heridas de graves accidentes de coche.
Era el título más esperado de la actual edición de Cannes, como
podía deducirse de la atmósfera de la repleta sala que recogía su estreno
mundial. Y no creo equivocarme al señalar que Crimes of the Future ha decepcionado profundamente a la mayoría.
Aunque se sitúa en un futuro de ciencia-ficción pero con viejos y degradados
ambientes, el film de Cronenberg llega fuera de tiempo, anticuado, como los
propios efectos especiales que despliega durante las sesiones de cirugía. Lo
mejor es tomarse la película con sentido del humor, muy negro eso sí, en vez de
tratar de discernir por qué surge una obra tan fuera de órbita y tan poco
impresionante en definitiva, pese a las proclamas de su realizador, en estos
tiempos en que el “gore” ya posee triste carta de naturaleza.
"Decision to Leave", de Park Chan-Wook
También de un cierto pasado llegaban ecos en Decision to Leave, en la que Park Chan-Wook incide en un tema muy habitual dentro del “cine negro” norteamericano de la década de los 40: el del policía fascinado por una presunta culpable y cuya pasión por ella le sumerge en un magma de confusión y culpabilidad. Descubierto internacionalmente en el Cannes de 2003 con Old Boy, pero con una posterior carrera declinante, el cineasta coreano retoma aquella temática, pero además de sentir esa fascinación irresistible, es que el policía en cuestión resulta bastante lerdo. No de otra manera cabe calificar su actitud ante esa “femme fatale” que podría haber matado no solo a un marido, sino a dos, lo no asusta demasiado al servidor del orden que bebe los cielos por ella. La excelente fotografía que despliega Kim Ji-Yong en el film acaba siendo su mejor atributo.
Como Cannes siempre sirve de “temperatura” para el cine que
se está haciendo por el mundo, destaca este año el incremento del género
policiaco, del que Decision to Leave
viene a ser una nueva muestra, aunque no la mejor. En diversas secciones del
Festival confluyen títulos de estas características, procedentes de las más
diversas latitudes y enfoques. La historia del cine ha demostrado sobradamente
que cuando el “thriller” abunda, es que la sociedad está viviendo tiempos de
zozobra e inseguridad. Como los que estamos experimentando en estos duros años.
Y como los que, desde una perspectiva personal e íntima, aborda
I didn’t make it to love her, primer cortometraje de Anna Fernández de Paco,
seleccionado por la Semana de la Crítica. Sus sugerentes imágenes, situadas en
Bosnia, nos hablan de la dificultad de vivir, de la depresión, del traslado físico
que no implica un positivo cambio psicológico. Con el punteado de unos poemas
que dimensionan la geografía mental de su protagonista, sin poder modificarla
como deseara, nos hallamos ante un corto que merecería ser el germen de un futuro
largometraje de su autora.
(Publicado en "El Norte de Castilla", de Valladolid, 25 de mayo de 2022).
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